La reducción de sal en la dieta reduciría el impacto de las enfermedades cardíacas y los accidentes cardiovasculares. Una investigación, realizada por Francesco Cappuccio, asegura que un mayor control de su consumo evitaría millones de muertes anuales cada año. Para el profesor, el principal objetivo debería ser la reducción de la cantidad de sal en los alimentos preparados.
El estudio, que aparece en el «British Medical Journal», muestra que una reducción de tres g de sal diarios evitaría 8.000 muertes por ictus al año y hasta 12.000 por cardiopatías coronarias en Reino Unido. En Estados Unidos, esta medida disminuiría en 66.000 los afectados por ictus, en 120.000 las muertes por cardiopatías coronarias y en 99.000 las originadas por ataques al corazón.
Capuccio y los coautores del estudio creen que el cambio de los hábitos individuales no es suficiente para modificar los efectos de la sal en la salud puesto que muchos alimentos ya se venden con un exceso de esta sustancia. Por eso, abogan por el establecimiento de una política integral que aborde este problema.
Dividen esta estrategia en cuatro fases que comenzarían con la puesta en marcha de campañas de sensibilización pública y una evaluación de las mismas. También proponen una reformulación de la estrategia alimentaria que establezca objetivos progresivos de reducción de sal en los alimentos procesados y que sirva para creación de nuevas normas que regulen el mercado. Además, consideran que este proceso debería de ir acompañado de un seguimiento que midiera la eficacia de las campañas a través de una topografía de la ingesta de sal de la población.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha establecido como objetivo para 2025 la reducción de la ingesta de sal en cinco g por persona. Cappuccio señala que para el efectivo cumplimiento de esta meta es necesaria la colaboración de todos los sectores de la sociedad, aunque destaca el relevante papel que debe asumir la industria alimentaria en la reducción de las enfermedades coronarias. «La negación y la dilación serán costosas en términos de enfermedades evitables y de gastos», asegura el experto.