Las personas con trastorno por estrés postraumático (TEPT) parecen tener menos niveles de un tipo específico de químico cerebral denominado serotonina 1B, según un descubrimiento protagonizado por investigadores de la Escuela de Medicina Mount Sinai (Estados Unidos). El hallazgo podría permitir el desarrollo de las primeras terapias especialmente diseñadas para tratar este problema, tal como se apunta en el estudio, publicado en «Archives of General Psychiatry».
«Actualmente las únicas opciones terapéuticas para los casi ocho millones de adultos estadounidenses con TEPT son los fármacos antidepresivos y los ansiolíticos, que muestran escaso beneficio a la hora de mejorar la salud mental de estos pacientes», asegura el doctor Alexander Neumeister, de la Escuela de Medicina Mount Sinai. El autor explica que varias compañías exploran medicamentos que apuntan a este receptor y que también se analizan otras dianas terapéuticas para el trastorno. «Con suerte, en un futuro cercano habrá fármacos que interferirán con este receptor», confía el investigador.
El TEPT se produce cuando víctimas de un episodio traumático sufren la aparición de recuerdos recurrentes del hecho, tales como sentimiento de culpa intenso o preocupación, brotes de ira y pesadillas. Para evaluar esto, Neumeister y un equipo del Centro de Tomografía por Emisión de Positrones de Yale (Estados Unidos) usaron imágenes para estudiar las diferencias específicas en el cerebro de las personas con TEPT y otros sujetos que habían sufrido experiencias traumáticas pero no desarrollaron el trastorno.
El equipo halló que las personas con TEPT presentaban cambios en el receptor de la serotonina 1B, un neurotransmisor clave que en estudios con animales parecía ser especialmente sensible al estrés, y descubrió que los niveles de serotonina 1B eran sustancialmente menores en las personas con TEPT que en los participantes sanos. Los niveles de ese neurotransmisor también eran levemente menores en el grupo sin TEPT pero que había estado expuesto a episodios traumáticos, comparado con los voluntarios sanos. Además, cuanto más joven era la persona cuando se produjo el hecho traumático, mayor era la diferencia.
Los resultados del estudio, que deben ser confirmados por investigaciones más amplias, «ofrecen un primer paso en el desarrollo de medicamentos especialmente diseñados para apuntar a los cambios cerebrales que se producen en las personas con TEPT», concluye el doctor.