Los pacientes con alto riesgo de padecer Alzheimer muestran una reducción del grosor de algunas zonas de la corteza cerebral relacionadas con la memoria. Esta es la conclusión a la que ha llegado un equipo de investigación de la Universidad Pablo de Olavide, que considera que este hecho podría convertirse en un primer indicio de la enfermedad y facilitar el diagnóstico precoz del Alzheimer en combinación con determinados marcadores de neurodegeneración.
Este estudio trató de dilucidar la frontera entre el envejecimiento normal y el deterioro cognitivo leve, una patología considerada como un estadio anterior al desarrollo de la enfermedad de Alzheimer. José Luis Cantero, director de la investigación, ha explicado que para ello contaron con la colaboración de un grupo de 90 personas, compuesto por ancianos sanos, personas con deterioro cognitivo leve y pacientes con la enfermedad diagnosticada en sus primeras fases.
Además de estudiar el grosor de la corteza cerebral, el estudio analizó la sustancia blanca del cerebro mediante técnicas de neuroimagen anatómica. La sustancia blanca está compuesta por axones, unas fibras nerviosas que se encargan de la comunicación neuronal entre distintas regiones del cerebro. Los resultados de estos análisis mostraron que las personas con riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer presentaban lesiones en esas fibras nerviosas que impedían la liberación de un neurotransmisor (acetilcolina) en la parte de la corteza encargada de los procesos de raciocinio.