Un equipo científico de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, ha desarrollado una nueva forma de identificar genes de microbios nocivos, en particular, aquellos que son difíciles de analizar en el laboratorio. Este nuevo método, descrito en «Proceedings of the National Academy of Sciences» (PNAS), utiliza productos químicos para crear bacterias mutantes y secuenciación genómica para identificar todas las mutaciones.
Mediante la búsqueda de genes mutantes comunes en la bacteria clamidia, que comparten un rasgo en particular, los investigadores fueron capaces de identificar rápidamente los genes responsables de ese rasgo. El enfoque es versátil y barato, así que podría aplicarse en el estudio de una amplia gama de microorganismos, afirma el doctor Rafael Valdivia, profesor de Genética Molecular y Microbiología en Duke.
«Hemos sido capaces de averiguar más datos acerca de los genes que permiten el florecimiento de la clamidia en sus huéspedes sin recurrir al largo proceso tradicional de domesticación de los patógenos para que acepten el ADN recombinante», explica Valdivia, quien agrega que este enfoque «une las técnicas clásicas de la microbiología con la secuenciación genómica del siglo XXI». «Si se encuentra un nuevo microorganismo peligroso, y se quieren determinar sus genes importantes, nuestro sistema representa una forma efectiva de obtener esta información tan rápido como sea posible», asegura.
Uno de los objetivos de estas investigaciones es el estudio de patógenos microbianos que dañan a seres humanos y animales, para localizar y alterar los genes necesarios para la infección, afirma Valdivia. El microbio en este estudio, la clamidia -que en general causa una enfermedad de transmisión sexual-, se esconde en las células humanas, y la enfermedad que causa debe ser transmitida desde un huésped a otro. La clamidia es una de las infecciones de transmisión sexual más comunes y el principal factor de riesgo de enfermedad inflamatoria pélvica e infertilidad.
En el presente estudio, según Valdivia, «al aislar genes mutantes que no crecen bien dentro de las células e identificar las mutaciones subyacentes pudimos aprender mucho acerca de cómo estos genes contribuyen a la enfermedad. Para nosotros, esto acelera significativamente el análisis de la clamidia y, lo más importante, puede ser aplicable a muchos otros microbios que han sido difíciles de manipular con métodos de ADN recombinante». El investigador sugiere que los microbios, incluso los asociados con nuestra flora intestinal normal, se han abierto a la exploración para que podamos aprender cómo influyen sus genes en la salud humana, incluidos los trastornos alimentarios y la enfermedad inflamatoria intestinal. Valdivia concluye que, además, la nueva técnica podría ayudar a crear vacunas contra la clamidia.