La niñez es una etapa en la que es factible cambiar conductas. Es el momento en que se conforman los hábitos, se estructura la personalidad y se pueden establecer patrones que en el futuro será más difícil cambiar. Por ello es importante que todo aquel que esté involucrado en la educación de un niño, su familia en primer lugar, concentre esfuerzos en promocionar un estilo de vida saludable (dieta equilibrada, práctica regular de ejercicio…). No se trata sólo de ordenar una conducta, sino de que en el entorno familiar del niño se practiquen hábitos correctos.
Las causas de la obesidad infantil
Existen numerosos factores determinantes de la obesidad. Hay que entender que se trata de una enfermedad metabólica multifactorial, influida por elementos sociales, fisiológicos, metabólicos, moleculares y genéticos. No obstante, la combinación de una alimentación inadecuada en cantidad y tipo de alimentos, y la tendencia a realizar menos actividad física relacionada con el mayor tiempo dedicado a actividades sedentarias explica en parte, por qué se ha duplicado la obesidad infantil en los últimos 15 años en nuestro país. Por tanto, los malos hábitos de alimentación y un estilo de vida sedentaria son los factores responsables.
Los actuales cambios en el estilo de vida incluyen la modificación en los hábitos alimentarios, donde la dieta se caracteriza por ser desequilibrada y calórica. En general, los niños toman más cantidad de alimentos de la que precisan y su alimentación es rica en grasas, azúcares sencillos y en consecuencia en calorías, con un predominio de la carne, los precocinados, los dulces y un consumo insuficiente de verduras, legumbres, frutas y pescado. A esta circunstancia, se une el hecho generalizado de que muchos niños y adolescentes omiten el desayuno, una de las comidas más importantes del día, directamente implicada en la regulación del peso.
Uno de los cambios de hábitos de consumo observados en los últimos años es la disponibilidad económica de los niños, unida a una oferta ilimitada de productos fuente de ‘calorías vacías’ (bollería industrial, golosinas, snacks, bebidas azucaradas…). A todo esto se unen las fuertes campañas de marketing emprendidas por grandes compañías que comercializan comida rápida asociada a juguetes coleccionables muy apetecibles para los niños, por lo que la asistencia habitual es masiva a este tipo de restaurantes donde el denominador común es una comida desequilibrada por su excesivo aporte graso y calórico. La familia también juega un papel trascendental. Ciertos errores dietéticos entre los progenitores favorecen el aumento de peso de los pequeños, como la verdadera obsesión de muchos padres y madres para que el niño coma mucho, convertir la comida en premio o castigo por algún comportamiento, premiar la buena conducta con golosinas u otros alimentos calóricos, festejar los mínimos acontecimientos de la vida del niño con «comida basura», permitir el consumo casi diario de chucherías, bollería y bebidas azucaradas, y recurrir con frecuencia a la preparación de platos precocinados por la falta de tiempo, entre otros.
Actividades sedentarias
Asimismo, el estilo de vida actual es sedentario. La mayoría de actividades giran en torno a la televisión, el ordenador y los vídeo juegos, y con frecuencia se realizan consumiendo alimentos calóricos (patatas fritas, chucherías, palomitas…). Los niños han disminuido considerablemente la actividad física en juegos al aire libre, excursiones, deportes, etc., además de las pocas horas destinadas en los colegios a la educación física.
Las consecuencias psicosociales de la distorsión de la imagen física para el niño obeso son muy importantes; baja autoestima, aislamiento social, discriminación e incluso patrones anormales de conducta que derivan en bulimia y anorexia nerviosas. La obesidad infantil produce alteraciones ortopédicas, respiratorias y cutáneas y aumenta la incidencia de diabetes, hipertensión y dislipemias (aumento de colesterol y triglicéridos).
La estrategia NAOS
Las siglas NAOS (Nutrición, Actividad física, Prevención de la Obesidad y Salud) esconden un importante mensaje con objetivos muy interesantes. Esta estrategia tiene como finalidad mejorar los hábitos alimenticios e impulsar la práctica regular de actividad física entre los ciudadanos, haciendo especial hincapié en la prevención, es decir, en la instauración de estos hábitos saludables en niños y jóvenes.
La estrategia NAOS por tanto, no es un proyecto que pretenda llevarse a cabo solamente en el ámbito sanitario, sino que también ha de implantarse en el entorno familiar y empresas del sector alimentario, y sobretodo en los colegios y comedores escolares.
Se reducirá el porcentaje de sal y grasa de los alimentos y se regularán los comedores escolares, la publicidad de alimentos y bebidas destinada a menores y la instalación de máquinas expendedoras, entre otras acciones.