Cuidar de los niños, cocinar, limpiar la casa, pensar en qué hay que comprar, preparar u organizar, llevar al médico a los hijos, planchar, preocuparse por las amistades de sus retoños… El trabajo invisible que de forma mayoritaria realizan las mujeres en los hogares tiene un coste incalculable.
En 2012, Mª Ángeles Durán, investigadora del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), estimaba en su estudio ‘El trabajo no remunerado en la economía global’ que el Producto Interior Bruto (PIB) de España aumentaría un 53 % si se pagara este trabajo doméstico y de cuidados no remunerado. También hace una década, la extinta Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa (CEACCU) aseguraba que el sueldo medio por estas tareas rondaba los 1.750 euros al mes por 40 horas semanales, según los expertos. Y Marta Domínguez Folgueras, del Departamento de Sociología de Sciences Po (Instituto de Estudios Políticos de París), daba otro dato en 2019 en un artículo que recoge el Observatorio Social de La Caixa: el valor del trabajo doméstico está por encima de los 426.372 millones de euros, más del 40,77 % del PIB.
Pero el coste de la conciliación va más allá de estas cifras. Lo sabe la asociación Yo No Renuncio del Club de Malasmadres, una organización sin ánimo de lucro que lucha por visibilizar el problema social de la falta de conciliación en España y la penalización de la mujer en el mercado laboral. En su estudio sociológico ‘El coste de la conciliación’, aporta más datos para reivindicar el valor social y económico que debe tener el trabajo reproductivo en la sociedad.
Para ello, a través de una encuesta contestada en febrero por 76.000 mujeres, de las que 51.627 fueron validadas, mide por primera vez el coste que tiene la conciliación para las mujeres españolas en términos económicos, emocionales y personales, y valora todo el trabajo del cuidado que mayoritariamente sigue recayendo en las mujeres. Profundiza sobre el coste que supone poder equilibrar los usos de los tiempos, el sacrificio de la conciliación y el reparto de tareas. “La falta de conciliación en España tiene un alto coste para las mujeres. La conciliación le sale gratis a las administraciones públicas”, asegura en un comunicado Laura Baena, presidenta de la asociación.
Estas son algunas de las conclusiones más destacadas de la encuesta:
El trabajo invisible de la mujer
La mujer realiza un trabajo productivo fuera de casa, lleva adelante el trabajo doméstico, es la cuidadora principal de su familia… con sus consecuentes dobles jornadas laborales y poco tiempo para su ocio y descanso. Y eso que el hombre en nuestro país participa mucho más de las tareas domésticas que hace unas décadas.
Pero la distribución de la carga que soporta la madre es mucho mayor, sobre todo la mental. De hecho, a la mitad (49 %) le cuesta delegar y el 71 % de las mujeres que conviven en pareja siente que se le exige más presencia y dedicación a ella en las tareas doméstico-familiares. Otras cifras de la encuesta corroboran este reparto desigual:
- Aunque las madres son las principales responsables de gestionar las emociones de sus hijos en el 65 % de los casos, en el 35 % de los hogares se responsabilizan por igual el padre y la madre.
- En cambio, a la hora de llevar a los hijos dependientes a terapia o a revisiones, en el 93 % de las familias son las mujeres quienes se encargan.
- Ellas son las que están pendientes de los deberes de los hijos (71 %) y de contestar y llevar los grupos de WhatsApp de los compañeros de la escuela (83 %).
- La organización es claramente femenina: el 72 % de las madres organiza el cuidado o las actividades los días que no hay cole y el 24 % lo reparte con su pareja, mientras que en los cumpleaños ellas se encargan en el 79 % de los casos y solo en un 1 % lo asume el padre. Sin embargo, para pensar qué hay que comer o cenar, la cosa cambia: en el 69 % de los hogares, ella propone; en el 17 % lo deciden los dos por igual; y hay un 14 % de hombres que asume esta responsabilidad. “Es la tarea donde la participación masculina está más presente”, destacan en el informe.
Conciliar familia y trabajo, ¿cuánto me cuesta?
➡️ El coste económico de la conciliación
Las responsabilidades domésticas son vistas como un obstáculo en la trayectoria profesional. No en vano, el 64 % de las mujeres reconoce que ha asumido algún coste laboral para poder ejercerlas al convertirse en madre, al margen de si ella cobraba más o menos que su pareja. Así, han reducido su jornada de trabajo, cogido excedencia, rechazado empleos por sus horarios o abandonado el mercado laboral. El 57 % de ellas confiesa que lo ha hecho sufriendo pérdida salarial.
➡️ El coste personal de la conciliación
La falta de conciliación y de corresponsabilidad tiene un coste personal para las madres españolas. Las mujeres sacrifican su tiempo libre y de descanso para poder cuidar y ejercen la doble jornada sin casi tiempo para el ocio personal.
Según los datos recogidos en el sondeo, el 65 % de las madres tiene menos de una hora libre al día y el 20 % ni eso. Además, el 64 % manifiesta que llega cansada al trabajo prácticamente cada día por las responsabilidades doméstico-familiares.
➡️ El coste emocional de la conciliación
El desgaste emocional y sentimental que sufren las madres por la crianza es muy alto. Muchas viven en permanente cansancio: el 73% está agotada por la carga mental de las tareas doméstico-familiares. Y encima, ante la tristeza o el desbordamiento que genera este abatimiento, no se sienten comprendidas por sus compañeros; tan solo el 12 % lo sienten totalmente. A esta situación se suman las discusiones por las tareas: 7 de cada 10 parejas lo hacen como mínimo una vez al mes.
Y aunque la corresponsabilidad, tanto social como en los hogares, ayudaría a rebajar el coste emocional, también el autocuidado con ayuda profesional. Aun así, pese a sentir desbordamiento y tristeza, el 66 % de las mujeres reconoce que no ha pedido ayuda psicológica.
Otro dato muy significativo de la encuesta, y que también se puede añadir al coste emocional, es que 4 de cada 10 mujeres se ha sentido minusvalorada en su empleo o en su entorno social tras ser madre.