El azúcar de los potitos de fruta

En su elaboración se establecen los límites máximos de este nutriente y se regula de forma estricta la calidad nutricional e higiénica
Por EROSKI Consumer 16 de diciembre de 2005
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Imagen: Alfonso Romero

El bebé, a partir de los seis meses, requiere más energía que la aportada en exclusiva por la leche. Esto justifica que sea preciso introducir de forma paulatina nuevos alimentos. Para muchos niños, los purés y compotas de frutas son los primeros alimentos distintos de la leche que come. A la posibilidad de la elaboración casera de estos productos se unen las variadas ofertas de potitos de elaboración industrial que se pueden adquirir tanto en farmacias como en supermercados. Las dudas sobre estos productos que puedan tener muchos progenitores quedan resueltas al conocer que tanto sus ingredientes como la calidad nutricional e higiénica son aspectos estrictamente regulados. En el caso de los potitos de fruta, incluso se establecen límites máximos de los azúcares, al ser nutrientes cuyo exceso desde edades tan tempranas compromete la salud de los pequeños.

Las pautas dietéticas y los criterios nutricionales que deben cumplir los productos industriales de alimentación infantil en la Unión Europea están establecidos por organismos de salud como la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), el Comité de Nutrición de la Academia Europea de Pediatría y el Comité de Nutrición de la Sociedad Europea de Nutrición, Gastroenterología y Hepatología Pediátrica (ESPGHAN).

Los alimentos elaborados con cereales y los alimentos infantiles para lactantes (niños menores de doce meses) y niños de corta edad (entre uno y tres años) están sujetos a estrictos controles. La legislación (Directiva 2006/125/CE) establece normas armonizadas para la composición -al amparo de una lista de productos autorizados- y el etiquetado, y regula las cantidades máximas de los nutrientes más problemáticos. En el caso de los potitos de fruta pone límites máximos a los azúcares y a las vitaminas, minerales y oligoelementos añadidos, e incluso no admite la adición de vitamina A ni vitamina D a estos productos. La norma también prohíbe residuos de determinados plaguicidas o fija límites máximos que no pueden rebasar la ingesta diaria admisible.

Límites para los azúcares

Las frutas son alimentos ricos en nutrientes reguladores, como la fibra, vitaminas (ácido fólico, vitamina C, provitamina A), minerales y oligoelementos (potasio, magnesio…). El niño precisa consumir estos nutrientes en aumento para suplir su demanda de crecimiento y desarrollo a partir de los seis meses de edad. Las papillas de fruta, bien sean caseras o comerciales, serán a partir de entonces un complemento a las tomas de leche.

Al carecer de azúcar añadido, el potito cumple una doble función: nutre y ayuda a apreciar el sabor dulce natural de las frutas

Hace unos años, algunos potitos de frutas de 250 g contenían casi 40 g de azúcar (sacarosa), el equivalente a cuatro sobres de azúcar, en parte procedente de las frutas y en gran medida añadido durante su fabricación. Ésta es una cantidad exagerada si se tiene en cuenta que la norma actual propone que el total de carbohidratos de los platos elaborados solo con fruta no debe superar los 20 g por cada 100 gramos, una medida que permite en parte un mejor ajuste a los requerimientos de energía y nutrientes de los más pequeños.

Ahora, lo común es que los fabricantes no añadan azúcar con el fin de ajustarse a la norma. La reducción se ha hecho de manera paulatina hasta conseguir que el azúcar de las papillas sea solo el de la fruta al natural. Con esta medida se consigue un doble efecto: no saturar de azúcares y calorías la dieta infantil y que el paladar de los niños se acostumbre a sabores naturales y no a un gusto dulce exagerado.

Es fácil comprobar si el potito contiene azúcar añadido con solo leer la lista de ingredientes. Un dato que también interesa conocer es la cantidad de fruta que añade cada fabricante, por si hubiera diferencias sustanciales entre unas marcas y otras. Según los etiquetados, la cantidad de fruta en distintas marcas oscila entre el 66% y el 91%, tal y como quedó reflejado en un análisis comparativo realizado por Eroski Consumer.

Identificar los sabores poco a poco

Se aconseja iniciar las papillas con una sola fruta y sumar más a medida que el niño se acostumbre a los nuevos sabores y texturas

Las papillas de fruta caseras tienen la ventaja de que pueden ajustarse mejor a los gustos del bebé. Al hacerlas al instante, es posible variar el tipo de fruta en el momento, usar las de temporada -más sabrosas- o cambiar la mezcla de frutas y la cantidad añadida de cada una, con el fin de que el bebé tenga la oportunidad de aprender a identificar los sabores poco a poco. Al inicio de la incorporación de estos alimentos a la dieta infantil, se aconseja probar con las frutas una a una, en lugar de mezclar varias. Las frutas suaves y poco alergénicas, como la manzana y la pera, son idóneas para las primeras compotas. A medida que se acostumbre al nuevo plato, se le puede ofrecer un batido de frutas frescas con un toque de zumo de naranja, sin endulzantes ni aromatizantes añadidos.

A menudo, los potitos de fruta industriales tienen en común el uso de naranja o manzana y, según el caso, el fabricante añade otras frutas como albaricoque, melocotón, piña, plátano o pera e, incluso, zanahoria. Otros ingredientes añadidos pueden ser: agua o zumo, espesantes o gelificantes como harina y almidón, vitamina C y azúcar. Las calorías varían desde las 55 Kcal por 100 g hasta las 84 Kcal por 100 gramos. Serán más energéticos los productos con azúcar añadido, almidones, harinas o una cantidad mucho mayor de fruta que el resto.

Pasar de la fruta batida a la chafada le sirve al niño para aprender a masticar

Los potitos artificiales no consiguen alcanzar el sabor original de las papillas caseras, ya que los alimentos infantiles comerciales se caracterizan en su mayoría por la homogeneidad, tanto de su sabor como de su textura fina y sin grumos. Es fundamental adaptar la textura de las papillas de fruta y los purés hacia una más espesa, donde de la fruta batida o en compota se pase a la fruta chafada, con ciertos grumos, para que los niños aprendan a masticar, aunque sean alimentos blandos. Los potitos son alimentos semisólidos que, además de cumplir la función de nutrición, ayudan a que el niño descubra sabores nuevos y aprenda a tragar.

INCONVENIENTES DEL EXCESO DE AZÚCAR

Una cantidad excesiva de azúcar en la dieta de los bebés supone diferentes inconvenientes. En primer lugar, el azúcar contiene calorías “vacías”, es decir, aporta energía pero no nutre al no estar provisto de vitaminas, minerales, ni ningún otro nutriente.

Si el bebé se acostumbra a tomar alimentos de sabor muy dulce, le resultará más difícil aceptar otros sabores. En el caso de las frutas, será fácil que las rechace al probar su sabor real porque no le resultarán dulces, sobre todo si son las más ácidas, como las naranjas, las mandarinas o las fresas.

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