Cada vez hay más personas mayores
La población mundial está envejeciendo a pasos agigantados. Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas (ONU), en 2030 el número de personas mayores de 60 años aumentará un 38 % (de los actuales 1.000 millones a los 1.400 millones) y superará globalmente a la juventud. En los países en desarrollo este incremento será mayor y más rápido. La Oficina Europea de Estadística (Eurostat) calcula que de los 45,3 millones de habitantes que tendrá España en 2030, más de 11 millones serán mayores de 65 años.
Y es que la esperanza de vida de la población mundial es cada vez mayor. En la actualidad, es igual o superior a los 60 años, tal y como informan desde la ONU. En España, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística (INE), la cifra rebasa los 83 años.
Llegar a soplar tal cantidad de velas en la tarta de cumpleaños no supone obligatoriamente padecer un cúmulo de enfermedades o achaques, experimentar limitaciones motrices, sufrir un deterioro cognitivo o depender de otras personas. Sin embargo, y pese a que cada vez son más los ancianos que llevan una vida plena y saludable sin requerir de la intervención de los más jóvenes en su día a día, muchas veces como sociedad no somos conscientes y actuamos de manera discriminatoria y paternalista. Esta conducta se conoce como edadismo y, por desgracia, es mundialmente practicada.
¿Qué es el edadismo?
El psiquiatra norteamericano Robert Butler acuñó el término edadismo en 1968 para referirse a la discriminación por edad. La Organización Mundial de la Salud (OMS) no solo avaló esta definición, sino que amplió su significado estableciendo que el edadismo alude a la forma de pensar (estereotipos), sentir (prejuicios) y actuar (discriminación) con respecto a los demás o a nosotros mismos por razón de la edad.
Aunque el edadismo afecta a todos los grupos de edad, son los mayores de 65 años quienes más los sufren. Está muy presente en la sociedad: bajo la presunción de que todas las personas son iguales, surgen los prejuicios y se desencadenan conductas generalistas que no tienen en cuenta la diversidad de la vejez. En estos casos el edadismo se entremezcla con otras formas de desventaja, como las relacionadas con el sexo, la raza y la discapacidad, lo que aumenta el problema.
¿Qué efectos tiene el edadismo?
Según la ONU, la mitad de la población mundial es edadista con respecto a las personas mayores. La discriminación por edad tiene consecuencias fatales, tanto físicas como psíquicas. La OMS advierte que las personas que sufren (y adquieren como verdaderas) este tipo actitudes negativas podrían vivir 7,5 años menos que las que asumen adecuadamente la vejez.
El Ministerio de Sanidad ha enumerado los principales efectos del edadismo en la salud:
- Produce estrés cardiovascular.
- Condiciona la percepción negativa de uno mismo, lo que puede conllevar riesgo de autoexclusión (por ejemplo, no ponerse audífonos por considerar que son un signo de vejez, aunque la sordera se produce en personas cada vez más jóvenes).
- Perpetúa creencias estereotipadas sobre el envejecimiento, provocando la exclusión en la toma de decisiones y la participación.
- Limita el acceso de las personas mayores al mercado laboral.
- Puede aumentar la brecha digital.
- Produce una falta de adaptación a los cuidados necesarios por la edad.
¿Son nuestras conductas edadistas?
En opinión de John Beard, director del Departamento de Envejecimiento y Ciclo de Vida de la OMS, “la mayoría de las personas nos dejamos llevar inconscientemente por los estereotipos sobre las personas mayores. Sin embargo, como ocurre con el sexismo y el racismo, podemos modificar estas conductas presentes en nuestras sociedades y dejar de tratar a las personas en función de su edad. Con ello, lograremos que nuestras sociedades sean más prósperas, equitativas y saludables”.
El edadismo está tan interiorizado en la sociedad que muchas veces lo practicamos de manera automática, sin darnos cuenta. Estos son algunos ejemplos que deberíamos evitar en el trato con los mayores:
- Tratarles de forma infantil.
- Presuponer que no son capaces de entender los avances tecnológicos.
- Subir la voz o hablarles a gritos.
- Impedirles tomar decisiones en su día a día.
- Burlarse de sus limitaciones físicas.
- Hacer referencia al olor corporal como consecuencia de su edad.
- Considerar que sí o sí están enfermos o achacosos.
- No dejarles hacer cosas solos.
- Asumir que ciertos comportamientos se deben a la edad.
- Usar términos peyorativos al nombrarlos.
- Calificarlos como dependientes e impedidos.
Cómo combatir el edadismo
Como sociedad debemos comprender que el envejecimiento es una etapa más de la vida a la que antes o después todos llegaremos. Las conductas que hoy usamos, cuando aún nos consideramos jóvenes, serán aplicadas sobre nosotros cuando alcancemos los 65 años. Entonces, ¿qué podemos hacer?
- El primer paso para contrarrestar los conceptos negativos y estereotipados es visibilizar el problema.
- Facilitar la participación de las personas mayores en las conversaciones y hacerles ver que existen en otros foros más allá de los relacionados con las pensiones, las enfermedades o los viajes de la tercera edad es muy importante.
- También es vital reconocer su valía: su experiencia, madurez y perspectiva es algo innegociable y debe ser tenido en cuenta.
Bajo el lema, ‘Sí al envejecimiento, ¡no a la discriminación por edad!’, y con el hashtag #AWorld4AllAges (un mundo para todas las edades), la OMS, la ONU y el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA) han lanzado una campaña mundial para combatir la discriminación por edad. Puedes encontrar más información aquí.