Plásticos, detergentes, herbicidas y fungicidas entre otros. Son sustancias químicas que están en relación constante con el hombre y cuyos efectos sobre la salud pasan desapercibidos. Al menos, a corto plazo. Porque estas sustancias químicas, artificiales o naturales pueden ser una de las principales causas de la disminución de la fertilidad masculina en las sociedades desarrolladas, que según los expertos, ha caído en picado en el último medio siglo. La importancia de los disruptores endocrinos como factor clave en la disminución de la calidad seminal es una de las conclusiones que se presentaron en el Congreso de Espermatología celebrado la semana pasada en El Escorial (Madrid). En la reunión, a la que acudieron 350 investigadores especializados en biología de la reproducción, se presentaron también los últimos avances en el campo de la reproducción asistida
Cerca de 800.000 parejas tienen en España problemas para tener descendencia; a nivel mundial, los problemas para concebir afectan al 15% de las parejas. En un 30% de los casos la causa radica en la infertilidad masculina (otro 30% se debe a infertilidad femenina, y en un 40% de casos las causas son mixtas), según explica Mercedes Marcos, jefe del Servicio de Andrología y Reproducción del hospital universitario La Paz, de Madrid.
El estado de la cuestión
Uno de los factores que ayudan a entender el continuo descenso de la fertilidad masculina es el detrimento de la calidad seminal, un hecho comprobado especialmente en las sociedades desarrolladas. Como explica José Luis Ballescá, del servicio de Andrología reproductiva del hospital Clínic de Barcelona y presidente de la Sociedad de Andrología Iberoamericana, desde hace más de una década se observa un descenso en la calidad espermática del semen, tanto en la calidad (morfología y movilidad de los espermatozoides) como en la cantidad. «Normalmente el descenso de uno de los parámetros se acompaña de la disminución del otro», declara el especialista.
Precisamente estos parámetros son los que se miden en el espermatograma, el estudio que mide la calidad de los gametos masculinos y que se realiza cuando se sospecha que un varón puede tener problemas de fertilidad. Pero ¿qué esperma es considerado como normal? La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que el semen normal es aquel que tiene un volumen de dos a seis mililitros con más de 20 millones de espermatozoides por ml, la vitalidad mayor del 75%, la morfología normal superior al 30% y la motilidad progresiva lenta que supere el 50% o la progresiva rápida mayor del 25%. Un estudio publicado en el Bristish Medical Journal indica que la cantidad media de espermatozoides masculinos ha descendido un 45% en cincuenta años. En España, los expertos aseguran que en los últimos treinta años se ha pasado de una media de 336 millones de espermatozoides por eyaculación en 1977 a 258 millones en 1995.
Las causas
Los disruptores endocrinos interfieren en el funcionamiento del sistema hormonal y pueden ocasionar serias anormalidades reproductivas
Una de las principales amenazas a la capacidad de procreación del hombre son los disruptores endocrinos, que pueden ocasionar serias anormalidades reproductivas según se desprende de los datos del estudio presentado en el Congreso de Espermatología por Harry Moore, codirector del Centre for Stem Cell Biology de la Universidad de Sheffield, en Reino Unido. Estas sustancias químicas vertidas al medio ambiente perturban el sistema endocrino de los animales, incluidos los seres humanos. Entre los disruptores hay sustancias persistentes, bioacumulativas y organohalógenas (como plaguicidas y fungicidas), sustancias químicas industriales, productos sintéticos y algunos metales pesados.
Los disruptores endocrinos interfieren en el funcionamiento del sistema hormonal y suplantan a las hormonas naturales, bloqueando su acción o aumentando o disminuyendo sus niveles. Como señala Mercedes Marco, las dosis de sustancias disruptoras hormonales que se encuentran en el entorno no matan células, pero a pesar de ser mínimas sabotean la red de comunicaciones vitales del organismo y causan toda clase de estragos. Sus efectos a largo plazo son de tal calibre que, según señala la especialista, «da miedo pensar sus consecuencias», y ponen en serio peligro la supervivencia de numerosas especies.
Pero las causas de infertilidad son muy heterogéneas y no puede apuntarse a un solo factor para explicarla. Así, la pérdida de fertilidad puede tener su origen en una infección (como parotiditis post-puberal y enfermedades de transmisión sexual), en una patología urológica (prostatitis o litiasis), ser consecuencia de disfunciones sexuales (eréctiles, eyaculatorias), de trastornos inmunológicos o provocados por lesiones neurológicas, tumorales o idiopáticas. También puede deberse a causas genéticas e incluso congénitas.
Como sostiene José Luis Ballescá, hay estudios que muestran que la fertilidad se gesta en el seno materno, durante el embarazo. Otros autores postulan -señala el médico- que puede deberse al aumento de estrógenos maternos durante el embarazo, hormona femenina que la madre ingiere incluso por la alimentación. Sin embargo, la más común de las causas de infertilidad (el 45% de consultas por infertilidad se deben a este problema) es el varicocele, una infección de las glándulas sexuales accesorias, pero que tratada a tiempo no supone una complicación a la hora de lograr un embarazo.
Si las causas de la infertilidad masculina son numerosas, las soluciones no se quedan atrás y además han alcanzado un alto grado de eficacia. Cuando un hombre sospecha la posibilidad de ser estéril, lo primero que tiene que hacer es acudir a un andrólogo y determinar si la causa de su infertilidad es potencialmente tratable. En caso de que así sea existen tratamientos farmacológicos, como la ingestión de antibióticos si hay infecciones o las estimulaciones hormonales. También puede ser necesario recurrir a la cirugía para corregir obstrucciones que no permiten la salida de los espermatozoides o si sufre varicocele. Este tipo de soluciones son las ideales, ya que según asegura Ballescá la reproducción asistida «es un recurso, no una solución», y siempre es mejor conseguir la reproducción natural, hacer a la pareja lo más fértil posible». Si no se logra la mejoría espermática, no se encuentra una causa específica que determine el porqué de la infertilidad, o cuando se encuentra una causa no es tratable con medicamentos o cirugía, se debe recurrir a las técnicas de reproducción asistida, que en España ha cobrado mucho auge según asegura Marcos.
La reproducción asistida es la única opción en el caso de que el varón no produzca espermatozoides (azoospermia), o cuya calidad sea muy mala. Una de las técnicas de reproducción asistida que más éxito tiene es la inyección intracitoplasmática de espermatozoides (ICSI). Esta práctica consiste en la inoculación de un espermatozoide en el óvulo de la pareja mediante una inyección, y que ha revolucionado el manejo de la infertilidad masculina, aunque los expertos advierten de la necesidad de utilizar este recurso «con mucha formación y responsabilidad» y en los casos en que sea necesario, realizar un estudio genético antes. Para ello se suele utilizar la Hibridación in situ (FISH: Fluorescence in situ Hybridization), una técnica que permite caracterizar parte del material genético de los espermatozoides y calcular el porcentaje de gametos cromosómicamente alterados.
Soluciones más complejas a la infertilidad masculina, posibles soluciones del futuro, son las que se han expuesto en el pasado Congreso, como los trabajos que está desarrollando el equipo del británico Henry Moore para investigar si las células madre embrionarias humanas tienen la capacidad de generar gametos (óvulos y espermatozoides). Se trata de soluciones cada vez más cercanas, como evidencian los resultados que se han conseguido ya en animales: un equipo de científicos alemanes liderados por el especialista en biología reproductiva Karim Nayernia ha logrado crear esperma a partir de células madre, lo que supone un gran avance en la lucha contra la infertilidad masculina.
Los científicos, según publica la revista especializada Developmental Cell, extrajeron células madre de embriones de roedores, las estimularon y consiguieron que se convirtieran en semen maduro. Luego, lo usaron para fecundar ratones de laboratorio: nacieron siete crías, que vivieron hasta la edad adulta, aunque presentaban patrones anormales de crecimiento y problemas respiratorios. La investigación de Nayernia, según indica Mercedes Marcos, supone un gran avance para comprender las causas de la infertilidad masculina, ya que se ha creado semen de la nada, lo que puede ayudar a comprender cómo producen semen los hombres y por qué algunos no son capaces de hacerlo o lo hacen en cantidad y calidad bajas, e intentar hallar un medio eficaz de paliarlo. .