El sobrepeso y la obesidad se han vinculado de forma tradicional a complicaciones graves del sistema cardiovascular, respiratorio y músculo-esquelético. También a la aparición de enfermedades o trastornos como la diabetes no insulinodependiente, la hipertensión arterial o el aumento del colesterol. Lo que no se sabía con certeza, aunque existían indicios, es que la obesidad guarda relación también con un buen número de enfermedades oncológicas, ceguera y alteraciones cognitivas como pérdida de memoria o mecanismos adictivos.
Imagen: Mary Thorman /Morguefile
Una amplia revisión bibliográfica publicada la pasada primavera en The Lancet, una de las revistas médicas de mayor prestigio, destacaba la relación cada vez más evidente entre obesidad y un mayor riesgo de desarrollar algún tipo específico de cáncer, en concreto, cáncer de mama en mujeres post-menopáusicas y cáncer de riñón, colon y endometrio. A estas formas hay que sumar ahora el vínculo entre sobrepeso y cáncer de ovario. Un estudio dado a conocer a primeros de septiembre en la revista Cancer evidencia que las mujeres obesas no sólo tienen mayor riesgo de contraer esta forma de cáncer sino que, una vez diagnosticado, la enfermedad se comporta de forma más agresiva.
La relación entre sobrepeso y cáncer parece ser de tipo hormonal, además del mantenimiento de una dieta inapropiada (mayor consumo de carne y menor de verduras). Así se ha establecido en mujeres post-menopáusicas, para las que se ha establecido que la alteración de hormonas femeninas incrementa el riesgo de cáncer de mama y de colon.
El problema principal, sin embargo, no es tanto el incremento del riesgo como la evolución de la enfermedad una vez diagnosticada. Si bien se sabía que las mujeres obesas tienen un peor pronóstico de su enfermedad, con más recaídas, se ignoraba que la obesidad puede propiciar un comportamiento más agresivo. El trabajo publicado en Cancer, señala por primera vez que el peso es un «factor independiente» que influye directamente en la «progresión de la enfermedad y la tasa total de supervivencia» en pacientes con cáncer de ovario. Según los investigadores, «algún elemento» contenido en el tejido graso de las mujeres obesas desencadena la rápida diseminación de la enfermedad y, como consecuencia, una mayor mortalidad.
Infertilidad masculina
Un sobrepeso de 10 kilos es suficiente para incrementar el riesgo de infertilidad masculina en un 10%
Aunque carece de los tintes dramáticos asociados a cualquier enfermedad oncológica, la infertilidad constituye igualmente un serio trastorno de salud. Y, como en el caso anterior, se ha establecido ya una clara relación entre obesidad y fertilidad. El vínculo estaba claro en relación con mujeres obesas, con mayores dificultades para quedarse embarazadas. Ahora se ha corroborado que, en el caso de los hombres, el problema es mayor, puesto que con el peso aumenta el riesgo de infertilidad.
Una investigación dirigida por Markku Sallmen en el National Institute of Environmental Health Sciences (NIEHS) de EEUU sugiere que un sobrepeso de apenas 10 kilos es suficiente para incrementar el riesgo de infertilidad masculina en un 10%. El trabajo, publicado en septiembre en Epidemiology, empezó en 1993. En el mismo se valoran distintos factores con impacto en la salud de 1.468 agricultores norteamericanos y sus familiares.
De acuerdo con los resultados, el 28% de las parejas encuestadas refirió «problemas de fertilidad». Los investigadores, tras cruzar los datos con la edad, el tabaquismo, el consumo de alcohol o la influencia de la exposición a pesticidas, detectaron en esos casos que el sobrepeso actuaba como «factor de riesgo independiente».
Aunque los investigadores no han tenido en consideración la frecuencia de relaciones sexuales, entienden que «es posible» que el sobrepeso o la obesidad influyan negativamente en la esfera sexual. En cualquier caso, añaden, estudios recientes revelan una «menor calidad del semen y alteraciones hormonales» en hombres obesos o con sobrepeso.
También ceguera
Una investigación del Royal National Institute of the Blind (RNIB) sugiere que «millones de adultos y niños» británicos corren el riesgo de ver dañada su vista o incluso perderla como consecuencia de un sobrepeso crónico. De acuerdo con este trabajo, las personas que padecen sobrepeso u obesidad crónicos también tienen mayor riesgo de sufrir glaucoma, degeneración macular y cataratas. Las posibilidades de ceguera son el doble en personas obesas, según el RNIB.
Las causas de este espectacular incremento del riesgo obedecen al daño oxidativo asociado a la obesidad, aseguran los responsables del estudio, los cuales vinculan los problemas de visión, en parte, a las consecuencias de diabetes inducidas por el sobrepeso. En particular, a las mayores probabilidades de desarrollar retinopatía diabética. La investigación revela, asimismo, que el riesgo de ceguera es mayor entre las comunidades asiática, africana y caribeña. Según estimaciones precedentes, en estas comunidades el riesgo de diabetes es al menos cuatros veces mayor.
Imagen: Steve Woods
Establecer una relación causa-efecto puede resultar aventurado. No obstante, cada vez hay mayor evidencia de que la obesidad y el sobrepeso crónico tienen algo que ver con las capacidades cognitivas. Sólo en este pasado mes de septiembre se han publicado tres artículos en sendas publicaciones internacionales que así lo sugieren. La primera procede de la Universidad de Florida. Investigadores de este centro han descubierto que los niños con bajos coeficientes intelectuales que empiezan a andar y que padecen obesidad mórbida tienen lesiones cerebrales similares a las que se aprecian en la enfermedad de Alzheimer.
Por otra parte, científicos franceses han comprobado la existencia de una relación lineal entre el peso excesivo y «un ligero declive de la memoria» a los cinco años de establecida su condición física cómo crónica o mórbida. Aunque la prueba hallada por los investigadores franceses no es concluyente, entienden que podría prevenirse el «envejecimiento mental» corrigiendo preventivamente «desarreglos del metabolismo y malos hábitos alimentarios».
Por si no fuera suficiente, científicos del Laboratorio Nacional de Brookhaven, en Nueva York, han hallado una asociación entre obesidad y drogadicción. El estudio, todavía muy preliminar, muestra un vínculo entre el deseo de comer pese a estar saciados y el de consumir determinadas drogas en un mismo punto del cerebro, en el hipocampo. En esta región del cerebro se localizan el aprendizaje, la memoria y los impulsos motores y sensoriales, así como al comportamiento emocional. El experimento evidencia, en opinión de los investigadores, que existe una relación entre el hipocampo, las emociones, y el deseo de comer, y proporciona nuevos conocimientos acerca de los mecanismos que llevan a la gente obesa a comer para reducir sus ansiedades.