El ritmo de vida del siglo XXI, tanto en países desarrollados como en aquellos donde los ingresos son medios y bajos, está haciendo retroceder las conductas saludables que ya estaban instauradas, para dar paso al sedentarismo y al consumo de comida rápida, y poner en duros aprietos el mantenimiento de hábitos saludables, que son la clave para un buen estado de la salud a corto, medio y largo plazo.
El exceso de peso: un primer eslabón
En la actualidad, el sobrepeso y la obesidad están ganando terreno como unas de las condiciones más peligrosas y con más incidencia en la población mundial de todas las franjas de edad. Tanto es así, que ya más del 38’5 % de la población adulta sufre sobrepeso, y el 14’5, obesidad.
Y no solo eso, sino que el 80 % de las personas con obesidad padecen, también, diabetes. Y todo apunta a que los casos irán en aumento en todo el mundo, si no se toman medidas centradas en reducir la mortalidad prematura por obesidad y diabetes, así como otras acciones de prevención.
Pero la obesidad no trae consigo únicamente un incremento considerable de peso, sino también otros riesgos, como la aparición de diabetes tipo 2 y / o los problemas cardiovasculares. Y esto es una cuestión que atañe a todas las generaciones: antes, la diabetes tipo 2 afectaba sobre todo a adultos; ahora, su incidencia en niños y adolescentes se ha multiplicado por 10 en los últimos 30 años.
Desde la Federación Española de Diabetes (FEDE) se llevan adelante distintas iniciativas para concienciar de la importancia de la ecuación “sobrepeso – diabetes – corazón”, con campañas como ‘Salud Cardio–Renal–Metabólica 2022’, con el apoyo de la Alianza por la Diabetes de Boehringer Ingelheim y Lilly. Y se pone el foco en los factores de riesgo que, al principio, pueden pasar desapercibidos o se les resta importancia (la tensión arterial, los lípidos o el consumo de tabaco), pero que en poco tiempo pueden provocar problemas mayores en el estado de salud de personas con diabetes y obesidad.
Prevención y diagnóstico precoz
La obesidad es un factor de riesgo de la diabetes. No obstante, las personas que tengan un exceso de peso, si pierden un 10 % del mismo en los siguientes cinco o seis años, podrían llegar a evitar y / o retrasar el debut en diabetes. De esta forma, se podría reducir la incidencia de esta patología y, por consiguiente, el resto de complicaciones tan frecuentes y graves que van asociados, como lo son las afecciones cardiovasculares. En mujeres, este riesgo se posiciona en un 45 %, mientras que en los hombres es de un 25 %.
Así las cosas, queda clara la necesidad de hacer una detección temprana de este y otros factores de riesgo, para prevenir enfermedades cardíacas y controlar los niveles de glucosa en sangre. Y en esta tarea juegan un papel fundamental la adquisición de hábitos saludables, la práctica de ejercicio y los controles médicos rutinarios.
Un asunto de salud pública
El Gobierno central, ante la problemática de la obesidad, ha puesto el foco en los menores, ya que más de la mitad de los niños con obesidad la siguen padeciendo en la adolescencia y el 80 % de los adolescentes con obesidad, la siguen sufriendo en su vida adulta. En este sentido, el Ejecutivo busca atacar a la raíz del problema, instaurando una serie de medidas que promuevan la actividad física y la alimentación saludable, el bienestar emocional y el descanso, a través del Plan Estratégico Nacional para la reducción de la obesidad infantil (2022 – 2030).
No obstante, y aunque este paso es decisivo para que los niños crezcan sanos y eviten complicaciones futuras, son necesarias otras medidas dirigidas a los adultos que ya padecen obesidad, diabetes y otras afecciones, para evitar, sobre todo, problemas cardíacos, que pueden llegar a ser mortales.
Hoy en día, los avances tecnológicos posibilitarán que, poco a poco, se empiecen a utilizar dispositivos de asistencia mecánica y tratamiento farmacológico, que reduzcan la mortalidad de las complicaciones de corazón para las personas con diabetes y obesidad, que tienen más comorbilidad y una mayor tasa de insuficiencia cardíaca previa. Pero, sobre todo, se tienen que proponer medidas que eviten que se produzcan estas situaciones. La prevención, por tanto, es lo más importante tanto para la diabetes, como para la obesidad y la salud cardiovascular.