Superar la anemia tras una cesárea

Mantener los niveles de hierro adecuados en el embarazo ayuda a prevenir la anemia después del parto, sea natural o mediante cesárea
Por EROSKI Consumer 29 de noviembre de 2006

Entre las complicaciones que se pueden producir durante el parto están las hemorragias. Las pérdidas de sangre que se producen durante una cesárea son superiores a las de un parto natural. Estas pérdidas en algunos casos son tan intensas que pueden provocar anemia en la madre tras la cirugía. Este tipo de anemia implica una disminución de los glóbulos rojos en el organismo y por tanto una falta de hierro, motivo por el que se denomina anemia ferropénica.

Las mujeres embarazadas tienen aumentada la demanda de hierro y en muchos casos la anemia está presente durante la gestación. Si este problema no se corrige durante el embarazo, es probable que la situación se agrave en el momento del parto, más todavía si éste es mediante cesárea. No obstante, los especialistas coinciden en que tratada a tiempo la anemia no reviste gravedad, ni para la madre ni para su bebé.

Signos de alerta: Cansancio y palidez

El síntoma más habitual ante un cuadro de anemia es el cansancio. También se pueden producir bajadas de tensión y es común que la piel se vuelva más pálida al disminuir la cantidad de glóbulos rojos y aclararse la sangre. Otros síntomas asociados a la anemia son dificultad para respirar, dolor de cabeza, mareos, falta de concentración, insomnio y calambres en las piernas.

Ante esta situación muchas madres pueden achacar estos síntomas al estado en el que se encuentran. Es decir, piensan que se debe a la propia cesárea, a que acaban de dar a luz o a que están iniciando el periodo de lactancia, etc. Pero en realidad son el reflejo de una anemia ferropénica que debe tratarse lo antes posible.

¿Cuando tomar complementos de hierro?

El tratamiento principal de la anemia ferropénica es la administración oral de hierro, ya que en esta situación, los requerimientos nutricionales de este mineral no pueden cubrirse sólo a través de la dieta. El tratamiento depende de la gravedad de la anemia, pero en cualquier caso debe mantenerse durante varios meses con el fin de reponer las reservas corporales.

Hay que tener en cuenta que todo el hierro que se ingiere no se absorbe. Sí es cierto que hay una serie de factores que aumentan su absorción como por ejemplo tomar los complementos fuera de las comidas y junto con un alimento rico en vitamina C.

¿Qué conviene comer?

La dieta es complementaria al tratamiento farmacológico y debiera incluir alimentos ricos en hierro de fácil absorción y otros alimentos que por su composición nutricional favorecen su aprovechamiento por parte del organismo.

El hierro que contienen los alimentos de origen animal -carne, hígado, pescados, excepto la yema de huevo- es hierro hemo y se absorbe mejor que el hierro no hemo de los vegetales -cereales legumbres, verduras y hortalizas- y de la yema de huevo.

Hay nutrientes como la vitamina C que favorecen la absorción del hierro no hemo. Son buena fuente de vitamina C los cítricos, las fresas, el kiwi, los pimientos, las coles, etc. Por el contrario, hay sustancias que dificultan la absorción del hierro -ácido oxálico,taninos, fitatos-, presentes en cereales integrales, verduras de hoja verde, té y café, entre otros alimentos, lo que habrá que tener en cuenta a la hora de planificar la alimentación. Es por este motivo que se aconseja tomar los complementos de hierro en ayunas y junto con alimentos ricos en vitamina C.

Un menú rico en hierro

Desayuno: Vaso de leche con cereales tipo muesli y un zumo de naranja

Media mañana: Una fruta y un yogur

Comida: Ensalada de escarola con naranja y frutos secosLentejas con verduras y y pequeñas albóndigas de carne Pan y yogur

Merienda: Vaso de leche y una tostada de jamón serrano con aceite de oliva

Cena: Crema de verduras Hígado encebollado Pan y macedonia de frutas con yogur

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