El trasplante de una planta de un lugar a otro, tanto en interiores como en un ambiente exterior, puede ser necesario por cuestiones relacionadas con su salud o por motivos estéticos. En cualquier caso, conviene seguir una serie de recomendaciones para garantizar que el ejemplar no corra riesgos y que los resultados serán exitosos. Hay que acondicionar la tierra, tener cuidado al retirar el cepellón y cortar las raíces demasiado largas o deterioradas.
Trasplantar consiste en cambiar el sitio que ocupa una planta por otro. En ciertos casos, la necesidad de esta modificación se debe a motivos estéticos (una maceta muy antigua está desgastada o se hacen reformas en un jardín), pero también debe realizarse para asegurar la salud del ejemplar. Si ha crecido y es necesario trasladarla a un recipiente mayor, necesitará el trasplante para vivir. Si lleva demasiado tiempo con la misma tierra, puede que esta se haya agotado y ya no sea capaz de proporcionar los nutrientes que la planta necesita.
Consejos para el trasplante de la planta
Cuando se quiera modificar la ubicación de una planta, hay que preparar la tierra donde se alojará, tanto si estará en una maceta como en el exterior. Para ello, se puede utilizar materia orgánica u otro abono natural, que se adquieren en las tiendas especializadas. Se deben evitar los fertilizantes químicos desde el momento del trasplante y, al menos, hasta que el ejemplar esté afincado en su nueva colocación.
Se deben evitar los fertilizantes químicos, al menos hasta que la planta se traslade a su nuevo sitio
Es preciso un cuidado especial al retirar la planta del suelo o de la maceta, ya que se debe extraer con el cepellón, es decir, el bloque de tierra que rodea a la raíz. Conviene emplear una pala pequeña y tomar precauciones para evitar que el cepellón se deshaga, lo cual puede ocurrir con relativa facilidad. Una vez extraída la planta, habrá que envolver el cepellón en plástico o tela de arpillera para protegerlo hasta que se introduzca en el hueco de la tierra o en el recipiente que se le haya preparado. Después de esta nueva colocación, se recomienda regarlo para que la humedad acelere la adecuación de la planta a la tierra nueva.
El momento de retirar la planta de su ubicación también es útil para revisar la extensión y la calidad de las raíces. Si se comprueba que hay raíces demasiado largas -que exceden por mucho el cepellón- será conveniente cortarlas. Lo mismo si se percibe que algunas están secas, muy débiles o deterioradas (se destacan por estar más oscuras que el resto). En el caso de que estén muy enredadas, se las puede separar con los dedos: esto contribuirá a que se arraiguen con mayor rapidez en la tierra nueva.
Trasplante a una maceta
Por lo general, el motivo por el cual se debe trasplantar una planta de una maceta a otra es que la primera se queda pequeña. Esto se puede comprobar por medio de una sencilla prueba. Se debe dejar de regar la planta durante uno o dos días y, con la tierra seca, poner la maceta boca abajo. Con mucho cuidado, por supuesto, para evitar accidentes. Si al girarla se comprueba que el cepellón está muy adherido y no se desprende de la maceta, esto será un indicador de que hay muchas raíces y hace falta un recipiente nuevo. En cambio, si cede con facilidad, el traslado podrá posponerse.
Si la planta estará en el exterior, habrá que cuidarla para que no sufra la acción del viento ni de los rayos del sol durante muchas horas al día
Antes de realizar el trasplante, hay que preparar la tierra en la maceta nueva. Este procedimiento tiene una importancia crucial en estos casos, debido a que la tierra también se «gasta». La materia orgánica o abonos naturales añadidos garantizarán la presencia de los sustratos y nutrientes necesarios.
Además, se debe humedecer la tierra de la maceta de origen un día antes, para que no esté demasiado seca, y desprender el cepellón de la maceta con un cuchillo o una pala pequeña antes de extraerlo. De este modo, se evitarán roturas no solo en el cepellón, sino también en las raíces y en el tallo.
Trasplante al jardín
Hay un par de aspectos puntuales que se deben tener en cuenta si se trasplanta un ejemplar que estará en el exterior. Por un lado, la nueva ubicación elegida no ha de recibir directamente los rayos del sol durante muchas horas del día, ni estar sometida a fuertes corrientes de aire, ya que esos factores dañarían la planta y hasta podrían matarla.
Por otro lado, se ha de revisar -antes del traslado- si las plantas cercanas han sido atacadas por alguna plaga de manera reciente. En caso de que lo hayan sido, lo mejor será posponer el cambio, ya que para el ejemplar recién plantado en una nueva ubicación un ataque de ese tipo puede resultar fatal, debido a que aún no esté adaptado a sus nuevas circunstancias.
Las mejores épocas del año para realizar un trasplante son las de clima templado. En particular la primavera, antes de la floración, un proceso que da fuerza a la planta y le permite un arraigo más fácil. Debe tenerse en cuenta además que, cuanto más joven es el ejemplar, tiene mayor tolerancia a los traslados: con las plantas más antiguas hay que extremar los cuidados.