Sarampión, rubéola y paperas, de nuevo

La aparición de brotes de enfermedades víricas ya olvidadas en España hace necesario actualizar los calendarios de vacunación
Por Clara Bassi 12 de junio de 2007

El sarampión, la rubéola y las paperas parecían hasta hace poco enfermedades ya relegadas en España, gracias a la aplicación de la vacuna triple vírica. Sin embargo, la aparición de brotes de estas infecciones en los últimos años en nuestro país ha hecho que se tambalee esta idea tan asumida tanto por la población general como por los propios médicos. Aunque no hay razones para la alarma social, sí las hay para volver a pensar en ellas.

ImgImagen: Wikipedia

La vacuna triple vírica, compuesta por los virus atenuados del sarampión, rubéola y parotiditis (uno de los virus causantes de las paperas), se implantó en 1981 en España. La cobertura vacunal que se logró con esta vacuna alcanzó porcentajes superiores al 80% en 1986 y al 95% desde 1999, explican Fernando de Ory, Juan Carlos Sanz e Isabel María García Bermejo, expertos en microbiología y salud pública y autores del artículo «La vacuna triple vírica: viejos virus, nuevos problemas» que se ha publicado este año en la revista Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica.

La incorporación de la vacuna triple vírica y de las dosis de repetición posteriores «ha conseguido un descenso general de la incidencia de estas infecciones. Este hecho hace razonable la consecución del objetivo, propuesto para el año 2010 por la Oficina Regional Europea de la Organización Mundial de la Salud (OMS), consistente en interrumpir la transmisión del sarampión, así como la incidencia del síndrome de rubéola congénita, que afecta al feto de las mujeres embarazadas que la padecen, a menos de un caso por cada 100.000 nacidos», explican los autores.

De hecho, estos programas han logrado reducir a casos prácticamente anecdóticos estas infecciones. Aunque no se había logrado erradicar los virus causales, todas estas enfermedades habían mermado considerablemente desde hacía años. En países de renta alta de Europa y en EEUU con la mayoría de la población inmunizada, se han ido efectuando campañas para vacunar en determinadas zonas y a niños que habían perdido la inmunidad materna.

Sarampión y su población receptiva

Los niños preservan la inmunidad materna hasta que se pierde gradualmente entre los seis y nueve meses. Durante ese periodo no es apropiado proporcionarles la vacuna del sarampión, de virus atenuado, por si la respuesta a dicha vacuna interfiere con la de protección materna, «de modo que la persistencia de los anticuerpos maternos podría hacer que la respuesta vacunal del niño no fuera suficiente», ha explicado Antonio Martínez-Roig, del servicio de Pediatría del Hospital del Mar-IMAS, de Barcelona.

De ahí que entre los 9 y 15 meses, estos niños aún sean receptivos al sarampión, es decir, que pueden contraer la enfermedad si el virus aparece. Por este motivo, este es un momento adecuado para vacunarlos. La vacuna del sarampión está disponible desde los años 70 y se generalizó a partir de los 80. Por lo tanto, una parte de la población adulta de alrededor de 30 años o más no está vacunada.

Aunque no se había logrado erradicar los virus causales, todas estas enfermedades habían mermado considerablemente desde hacía años

Entre los adultos, se podrían distinguir dos grupos: los que contrajeron y superaron el sarampión en su momento y los que no han padecido esta enfermedad y son población receptiva, al igual que los bebés de entre 9 y 15 meses. En los últimos años, los movimientos de población han favorecido que el virus circule más y que en España se hayan producido brotes tanto en adultos, como en niños no vacunados menores de quince meses, por distintas razones, sobre todo en La Rioja, Madrid, Almería y Barcelona. Aunque no siempre, el sarampión puede presentar complicaciones como encefalitis graves que pueden derivar en secuelas permanentes.

Rubéola

El principal objetivo de la inmunización frente a la rubéola es evitar el síndrome de la rubéola congénita (SRC), una enfermedad que puede causar malformaciones fetales graves si una mujer la contrae durante el embarazo. La embriopatía rubeólica puede causar, durante el primer trimestre de embarazo, anomalías fetales importantes que conducen al retraso mental, la sordera o las cataratas. En países subsaharianos, de América Latina y Marruecos esta vacuna no se aplica sistemáticamente, informa Martínez-Roig. «En España durante los últimos años se han producido brotes de rubéola con unas características comunes».

Así, entre 2003 y 2005 se registraron dos brotes con 19 y 431 casos respectivamente «con un alto porcentaje en inmigrantes y alrededor de la mitad los sufrieron mujeres latinoamericanas en edad fértil. A finales de 2005, se detectó otro brote en Cataluña que afectó a ocho personas procedentes de Brasil», detallan Ory, Sanz y García Bermejo en su estudio. Por esta razón, habría que actualizar los calendarios de vacunación de las personas que llegan de países donde la vacuna frente a la rubéola no siempre se administra, según Martínez-Roig.

Parotiditis o paperas

La parotiditis, una infección de origen vírico y conocida popularmente como paperas, es una inflamación de la glándula parótida y sublingual. Esta inflamación puede estar producida por varios virus aunque la vacuna actual sólo actúa frente a uno de ellos: el virus de la parotiditis. Entre los otros virus que pueden causarla figuran el virus de la gripe, el de Epstein-Barr y otros enterovirus. La inflamación de la parótida se produce por fallo vacunal o por no haberse puesto la vacuna. En los años 80, esta vacuna confería una protección reducida que habría llevado a que la población con la cepa vacunal receptiva pudiera haber contraído las paperas tras 15 ó 20 años de haber recibido la inmunización.

De nuevo, el movimiento poblacional podría favorecerlo. También de la parotiditis se han visto nuevos casos en España, apunta Martínez-Roig. En el caso de la parotiditis, las complicaciones ocurren en adultos con efectos en glándulas salivares, páncreas, alteraciones sexuales y esterilidad. Puesto que todas estas enfermedades son víricas y no existe un tratamiento específico contra ellas, es preferible evitarlas con la vacunación. Esta situación, no obstante, no debe llevar a culpar a los inmigrantes, porque «todavía tenemos población sin vacunar».

MEDIDAS ANTE INFECCIONES OLVIDADAS

ImgImagen: Rick Stegeman / Flickr

La consecuencia de todo ello es que los médicos, tienen que atender de nuevo enfermedades que estaban olvidadas. La inmunidad colectiva que se había logrado en la población hasta hace pocos años, había llevado a que no hubieran casos de estas infecciones o muy pocos casos. Se consideraba que el 90% de la población estaba vacunada frente a ellas o bien que las había pasado. «Aunque el diagnóstico no ha dejado de existir y la población sanitaria lo conoce, si el sarampión deja de verse y la enfermedad no existe, es más difícil hacerlo. La mayoría de la población médica pierde la habilidad y no piensa en ese diagnóstico», según Martínez-Roig.

Sin embargo, lo sucedido en los últimos años ha demostrado que en España todavía queda algún adulto sin vacunar que puede contraer la enfermedad, dado que los virus circulan más debido a los movimientos de personas. En el contexto actual, parece claro que el médico deberá volver a sospechar de estas enfermedades. «Un caso de una enfermedad al año es suficiente para que se piense en ella», destaca Martínez-Roig. Todas ellas son de declaración obligatoria.

Las estrategias frente a ellas para evitar la aparición de nuevos brotes deberán consistir tanto en realizar un buen control epidemiológico de los nuevos casos y de la población que haya podido estar en contacto con esos casos, a fin de evitar la extensión de los brotes, así como en realizar campañas de vacunación poblacional más precoces y en actualizar los calendarios de vacunación de las personas que procedan de otros países, informa este pediatra.

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