El hecho de «engañar a la báscula» para bajar de peso a costa del agua corporal y no de la grasa se está convirtiendo en una costumbre practicada ya no solo por deportistas o personas con ciertas enfermedades o trastornos compulsivos, sino por la población en general. La supervisión profesional del uso de este tipo de sustancias es necesaria, ya que ningún fármaco, suplemento nutricional o dieta está exento de posibles efectos adversos que podrían acarrear serias consecuencias negativas para la salud.
¿Qué son los diuréticos?
Un diurético es toda sustancia que al ser ingerida provoca una eliminación de agua y de sodio a través de la orina. Se pueden encontrar alimentos, plantas y medicamentos que favorecen la pérdida de agua y sales minerales, a la vez que aceleran la eliminación de sustancias dañinas presentes en el cuerpo.
Se tiene constancia de su uso desde la antigüedad. Se han recogido observaciones de médicos de la antigua Roma como Dioscórides y Plinio, los cuales explican los efectos sobre las vías urinarias de las cerezas o las «barbas del maíz», que regularizan las funciones expulsoras de la orina. Catón el viejo (Marco Porcio Catón, estadista romano) recomendaba el enebro, y en la Edad Media ya se utilizaba la segunda corteza de saúco por sus propiedades depurativas.
Las tendencias sociales contemporáneas que abanderan los cánones de una figura corporal perfecta y con una estética muy definida son una de las causas que han disparado el abuso de diferentes sustancias, entre ellas los diuréticos, en la búsqueda de un cuerpo en consonancia con la última moda.
Actualmente, la medicina, la fitoterapia y la dietética hacen uso de medicamentos, plantas y alimentos respectivamente para tratar diversas enfermedades y situaciones fisiológicas que requieren de este tipo de sustancias.
Cuándo y cómo utilizar los diuréticos
Por la posible toxicidad de los suplementos y la delicada estabilidad mineral del organismo, conviene asesoramiento previo antes de tomar diuréticos
En medicina, este tipo de fármacos se utilizan desde hace más de treinta años para tratar la hipertensión arterial o determinados problemas cardíacos. También se dan situaciones clínicas en las que es necesaria una mayor eliminación de líquidos: edemas (hinchazón alrededor de ojos, extremidades, pies y tobillos), accidentes cerebrales vasculares, retorno venoso alterado y cirrosis hepática entre otras.
Además de los medicamentos, se comercializan suplementos nutricionales con acción diurética sin prescripción médica. Los que más se utilizan son la vitamina B6 con efecto antihipertensivo (disminuye la presión arterial) y el aminoácido Taurina, regulador de la sal y del equilibrio del agua dentro de las células.
En la actualidad, se están estudiando las dosis en las que estos suplementos pueden llegar a ser tóxicos. Por este aspecto y por la delicada estabilidad mineral del organismo, es conveniente usar diuréticos siempre tras la valoración y el consejo del médico.
Posibles efectos adversos
La creencia popular de que las infusiones, las vitaminas o la dieta no presentan los temidos efectos secundarios que pueden ocasionar los fármacos es totalmente errónea. La diferencia es que los medicamentos son más seguros, ya que sus efectos han sido estudiados, controlados y descritos, algo que no ocurre con los suplementos o las dietas, que pueden ser tan perjudiciales como una medicina si se utilizan sin supervisión profesional.
Los efectos adversos del tratamiento diurético afectan principalmente al equilibrio del agua y los minerales que produce la sustancia utilizada. Por ejemplo, se sabe que el consumo diario de 1 a 3 g de taurina no conlleva efectos colaterales peligrosos. Sin embargo, sería fácil superar esta dosis si se consumen, en el mismo día, bebidas o suplementos que contienen este aminoácido, productos que potencian su acción (café) o bebidas energéticas y estimulantes (colas o cualquier tipo de alcohol), pudiéndose provocar una deshidratación con consecuencias que podrían llegar a provocar serios problemas cardíacos.
Son muchos y de distinta gravedad los síntomas que pueden aparecer cuando se hace un mal uso de estos productos: sequedad de boca, sed, alteraciones gastrointestinales (náuseas y vómitos), debilidad, letargia, somnolencia, agitación, convulsiones, confusión, cefalea, dolores o calambres musculares, hipotensión, arritmias y aumento del ácido úrico en sangre.
Retención de líquidos
La creencia popular de que las infusiones, las vitaminas o la dieta no presentan los efectos secundarios que pueden ocasionar los fármacos es totalmente errónea
Una de las principales justificaciones del uso y abuso de diuréticos es la retención de líquidos. Con estos términos se engloban conceptos fisiológicos que es conveniente aclarar. El agua es un elemento básico que forma parte del cuerpo humano. Alrededor de un 40% del peso corporal total es agua cargada de potasio situada en el interior de las células. En la parte exterior de éstas hay un 20% del peso corporal total en forma de agua cargada de sodio.
El potasio y el sodio, junto con el cloro y el bicarbonato, son los encargados, entre otras cosas, de mantener el equilibrio hídrico del organismo. Cuando hay una alteración del mismo, los líquidos que circulan por el cuerpo pueden quedar «atrapados», debido a cambios en la presión que se ejerce sobre las paredes de las células y que es controlada por estos minerales.
Hay varias situaciones que pueden alterar este equilibrio, como problemas cardiovasculares, síndrome premenstrual, alteraciones del riñón o hígado, uso de algunos fármacos y utilización de hormonas. La retención de agua en las mujeres es mucho más acusada debido a los cambios hormonales, ya que los niveles elevados de estrógenos y progesterona provocan la retención de sodio y la consiguiente hinchazón en los tejidos.
La solución dietética
La dieta equilibrada junto con el asesoramiento dietético y nutricional personalizado es una de las mejores herramientas para ayudar a tratar las enfermedades y situaciones que requieren de un tratamiento diurético.
La dietoterapia de las dolencias que necesitan este tipo de tratamientos se encamina hacia un control de los minerales de la dieta, sobre todo del sodio y el potasio. La disminución de la sal de adicción y el consumo de unos dos litros de agua de baja mineralización, son medidas dietéticas básicas.
También es conveniente disminuir el consumo de alimentos ricos en grasas saturadas como carnes, bollería o mantecas entre otros, ya que se desaconsejan en todo tipo de enfermedades que inciden en la retención de líquidos y, además, aumentan la producción de toxinas.
Dentro de las cinco raciones diarias de frutas y verduras recomendadas en una alimentación equilibrada, se pueden elegir, según la estación del año, las más beneficiosas por su composición:
- Invierno y primavera:
Alcachofa, coles, apio, borraja y espárragos
Manzana y pera.
- Verano y otoño:
Berenjena, ajo, cebolla y endibia
Uvas, níspero, melón, sandía, manzana, pera y melocotón.
En casos de retención de líquidos más o menos importante, como por ejemplo la menstruación o períodos estivales en mujeres que están pasando la perimenopausia, se recomienda que se consuman más verduras cocinadas que crudas en ensaladas, ya que de esta forma se disminuye su contenido mineral.
La ración de proteínas en forma de carne, pescados y huevos no debe superar la recomendada por la La ración de proteínas en forma de carne, pescados y huevos no debe superar la recomendada por la OMS, tanto en cantidad (125 g de carne, 150 g de pescado o 2 huevos) como en frecuencia de consumo semanal (no superar las 6 veces a la semana de carne, asegurar entre 3 y 5 veces el consumo de pescado y tomar un máximo de cinco huevos).