Un pasillo puede ser moderno, aunque en principio sus características indiquen lo contrario. El secreto está en la decoración. Ha de darse a este espacio -a menudo olvidado- la sensación de confort y amplitud que inviten a estar en él, pese a ser un lugar de paso, y lograr que su estilo se combine y complemente con el del resto de la casa.
Dos claves de un diseño moderno son las líneas rectas y la eliminación de todo lo que represente barroquismos o sobrecargas. En el caso de los pasillos, esto resulta fundamental en varios sentidos. No solo en relación con el estilo de los dibujos en techo, suelo y paredes, sino con la presencia de muebles y otros elementos.
Se debe buscar un predominio de las líneas rectas y las superficies lisas, además de procurar que el mobiliario sea el mínimo indispensable. Salvo que la casa sea muy grande, los pasillos tienen demasiado espacio y colocar un mueble cerca de una puerta siempre resulta problemático por partida doble: por un lado, genera la sensación de poco espacio, en muchos casos menos del que en realidad ocupa, y por otro, se convierte en un obstáculo. El pasillo es ante todo un lugar de paso y son posibles golpes y roturas del propio mueble o de objetos que se hayan colocado sobre él.
Los colores que deben predominar han de ser los tonos neutros, que combinen con los del resto de la casa, pero que no se destaquen. También en este aspecto se debe recordar que el pasillo es un espacio de transición. Las paredes pueden ser blancas, grises o beis y es posible repetir el color de alguna de las estancias que comunica.
Un zócalo favorece la sensación de continuidad y de «camino» en el pasillo. Si el techo en este espacio es muy alto, se puede reflejar la línea generada a ras del suelo por el zócalo con algún listón de madera o empapelado que, en el mismo color, la reproduzca a unos dos metros de altura. Respecto a los suelos, conviene que sean lisos, pero si incluyen algún dibujo, también se debe intentar que las líneas más extensas sean paralelas al eje longitudinal de la estancia.
La iluminación del pasillo
Las lámparas halógenas apuntadas hacia la pared o el techo brindan una luz cálida y poderosa
Un error que se comete con asiduidad es desdeñar la importancia de las luces en el pasillo. La iluminación debe ser tan buena en ese espacio de tránsito como en el resto de los ambientes. Además, los pasillos no siempre cuentan con ventanas ni, por ende, con luz natural. Esto incrementa la importancia de colocar lámparas adecuadas para que los pasillos ganen sensación de libertad y comodidad.
Para ello, también conviene tener en cuenta la altura de la estancia. Si es baja, las bombillas deben ser cenitales y podrán estar en el propio techo. Si se excede cierta altura, se pueden instalar apliques en la pared, como luces halógenas que apunten hacia la propia pared o hacia la parte superior. De este modo, brindan una luz cálida y poderosa.
Los espejos siempre son un aliado en el momento de pensar la decoración de una estancia, debido al efecto óptico de agrandar los espacios. En el caso de un pasillo, su empleo representa un as en la manga para darle un toque justo en cuanto a sus dimensiones. Colocado sobre la pared en uno de los extremos, lo dotará de una profundidad que colabora con la decoración. En cambio, en pasillos demasiado estrechos, su ubicación en uno de los laterales puede darles aire y eliminar la sensación de agobio que podría experimentar quien pase por allí.