La reciente XIV Conferencia Europea sobre Cáncer (ECCO), que tuvo lugar la última semana de septiembre en Barcelona, dejó impregnadas en la retina colectiva las imágenes de cuatro mujeres luchando contra su enfermedad en la exposición «Viajes con valentía: Imágenes de la lucha de las mujeres contra el cáncer», obra del fotógrafo y también médico Arthur Myers. Conocer lo último en cáncer puede que no sea tan importante en un congreso, desde el punto de vista de la divulgación científica, como conocer a, en este caso, las protagonistas.
Imagen: Sue (Art Myers)
El cáncer de mama no para de crecer y suma, cada año, más de un millón de nuevos diagnósticos. Se estima que el riesgo de que una mujer europea contraiga cáncer de mama alcanza el 10%, y esta enfermedad se ha convertido ya en la causa más frecuente de mortalidad en mujeres con edades comprendidas entre los 35 y los 55 años. En cuanto al cáncer de ovario, que no es tan frecuente, las mujeres europeas se llevan la palma en incidencia, con más de 61.000 nuevos casos diagnosticados cada año. Lo malo es que se trata de un cáncer difícil de diagnosticar, con síntomas inespecíficos o que fácilmente pasan inadvertidos, y sin una prueba diagnóstica eficaz que permita verificar los casos de manera precoz.
Sensibilidad elevada
Tanto las sociedades médicas como la sociedad en su más amplia concepción llevan camino de casar sensibilidades en lo que respecta al cáncer y a su vivencia personal. Prueba de ello es la exposición fotográfica que la Conferencia Europea sobre Cáncer (ECCO, en sus siglas inglesas) divulgó con ocasión de su último encuentro. En ella, el médico y también fotógrafo Arthur Meyers retrata a mujeres de distintas partes del mundo cuyo vínculo común es la lucha contra un cáncer de mama o de ovario. La colección de fotografías se acompañó de textos en los que se recogían las vivencias de cada mujer, se ilustraba cómo afrontan su miedo y como enfocan sus desafíos.
Los responsables del congreso subrayaron la importancia de esta exposición para que sean las propias pacientes las que tomen la palabra y transmitan un mensaje de esperanza e inspiración tanto a otras enfermas como a sus familiares en la lucha contra estos dos tipos de cáncer tan prevalentes. Susan Knox, directora de la Coalición Europea del Cáncer de Mama, calificó la iniciativa de «tributo a las mujeres de todo el mundo que luchan contra el cáncer de mama y de ovario con elegancia y coraje». Por su parte, Robert J. Spiegel, director médico y vicepresidente del Schering-Plough Research Institute (SPRI), admitió que las fotografías y los textos que las acompañaron capturaron con precisión minuciosa «los temores, los problemas, la sabiduría y la firme determinación de estas mujeres».
Sue, Helen, Ana María y Soledad
Imagen: Helen (Art Myers)
Sue nació en Inglaterra y tenía 45 años cuando le diagnosticaron cáncer de ovario. En su testimonio cuenta cómo interpretó ese diagnóstico de forma parecida a una sentencia de muerte. «No hacía ni tres meses que había perdido a mi madre por un cáncer de mama, y la noticia me cayó encima como si se tratara de una maldición». La enfermedad, explica esta paciente, ha reforzado extraordinariamente sus lazos familiares, de forma que tanto su marido como sus hijos luchan con ella, codo con codo, para arrancarle a la vida lo mejor y no perder de vista los avances clínicos. «Nunca había oído hablar antes de este tipo de cáncer- explica- pero tras el diagnóstico me he convertido en una activista del tema; intento que millones de mujeres en todo el mundo, empezando por mi propia hija, luchen por la consecución de mejores instrumentos diagnósticos y terapéuticos en la lucha contra el cáncer de ovario».
A Helen, escocesa, le diagnosticaron esta misma enfermedad a los 52 años. A diferencia de Sue, su cáncer de ovario era de muy reciente aparición y el médico le aseguró buenas expectativas de supervivencia. Aun así, la enfermedad cambió los esquemas de Helen con respecto a la fragilidad de los seres humanos y la necesidad de vivir con la conciencia de que nada dura para siempre. Pese a que toda su vida ha sido una mujer muy activa, el diagnóstico de cáncer de ovario motivó a Helen para hacer realidad algunos de sus sueños: pintar al óleo e interpretar el arpa. Además, con la ayuda de familiares y amigos, prodiga la sensatez de hacer frente a un diagnóstico de cáncer con valentía y convicción.
Imagen: Ana María (Art Myers)
En Portugal, Ana María supo a los 36 años que en su cuerpo albergaba un cáncer de mama en estadio II. Su primera reacción fue de pánico, llena de miedo a la muerte e incertidumbres con respecto al futuro. Pensó incluso en ocultar la enfermedad a la familia para no hacer partícipes de su dolor a los seres más queridos. Sin embargo, con el tiempo y un asesoramiento adecuado pronto aprendió que la serenidad esencial ante una situación así sólo se consigue compartiendo afectos y valorando las relaciones personales por encima de todo. Con el apoyo de su marido, su familia y sus amigos, Ana acomete las vicisitudes clínicas no sin esperanza, pero exprimiendo todo el zumo a cada instante, paseando a menudo, yendo al cine con familiares o amigos, propiciando un clima de intimidad.
A Soledad (Méjico), en cambio, le diagnosticaron un cáncer de mama cinco años más tarde, en plena «crisis de los cuarenta», y quedó traumatizada tras constatar que las únicas personas con cáncer que había conocido ya habían fallecido. Su familia, asustada, no sabía cómo reaccionar. La oportuna orientación terapéutica ayudó a que Soledad viera diluido todo el estrés de las responsabilidades domésticas con la eficaz intervención de la familia, liberándose de tareas que la tenían plenamente subyugada y retornando a la pasión y la carrera de su juventud: enseñar a niños con necesidades especiales.
La reunión de la ECCO dio a conocer también que la supervivencia en pacientes con cáncer de mama y ovario se ha incrementado de forma exponencial durante los últimos 25 años, debido a la aparición de nuevos tratamientos y al perfeccionamiento de los previamente existentes. Esta circunstancia permite que cada vez sean más las pacientes coraje que, como Sue, Helen, Ana María y Soledad, consiguen superar estos tipos de tumor y dedican sus vidas a promover la lucha contra el cáncer y velar por la calidad de vida de sus enfermos, consiguiendo en buena medida que el mundo sepa más sobre la experiencia del cáncer y su adecuado acometimiento.
Según la Organización Mundial de la salud (OMS), la lucha contra el cáncer no sólo entraña una detección precoz y la adecuación de nuevas opciones terapéuticas, sino un esfuerzo informativo y un asesoramiento psicológico que, entre otras cosas, permita garantizar una mejor supervivencia. Templando todo temor excesivo y también todo gran entusiasmo, cada nuevo veredicto de cáncer de mama debe incluir informaciones como que los avances terapéuticos al uso han contribuido a disminuir la tasa de mortalidad del cáncer de mama tanto en Europa como en EEUU y que, en el 2010, por poner un ejemplo, las defunciones causadas por este tipo de tumor en los países desarrollados será sólo la mitad del que habría sido sin contar con tales tratamientos.
Art Myers (San Diego, California) es un especialista en medicina preventiva y salud pública cuya afición a la fotografía le llevó a ser discípulo de consagrados artistas como Annie Leibovitz, Arnold Newman, Larry Fink, Sally Mann o Joyce Tenneson. En sus exposiciones, siempre ha tenido en cuenta los aspectos de salud. «Conocer a estas mujeres», explica, «me ha permitido descubrir un tipo de luz distinta en los ojos, las caras y los gestos; la luz fuerte con la afrontan la dura realidad de un cáncer de mama u ovario y su tratamiento, una luz que transmite optimismo y coraje».