Los suelos laminados representan una alternativa de relativo bajo coste y fácil colocación en cualquier estancia de la casa. Sobre todo en el salón, su instalación implica varias ventajas muy significativas: variedad cromática, aspecto elegante, buena temperatura y resistencia a los arañazos y marcas.
Las cualidades del suelo laminado lo convierten en una posibilidad que merece la pena tener en cuenta en el momento de evaluar una obra o reforma en el salón. Uno de los elementos positivos que destacan es el aislamiento térmico que otorga. A diferencia de las baldosas o cerámica, que son muy frías, el suelo laminado es cálido, incluso en épocas invernales. Esta particularidad tiene mucho valor si se piensa en el salón como un lugar de ocio y reposo para los mayores y de acción para los niños.
Uniones del suelo laminado
Para lograr esta buena temperatura, no hace falta perder un ápice de estilo ni de elegancia. Los suelos laminados imitan la madera con gran realismo, no solo en cuanto a color, sino también en relación con el tipo de ranura, es decir, la clase de unión entre cada una de las láminas que hacen las veces de tablas. Según el tipo de ranuras, los suelos se dividen en tres clases:
Con ranura en V en el lado largo: el resultado es que la estancia queda atravesada por surcos. Estos surcos deben estar en la dirección longitudinal de la sala, es decir, paralelos a la pared más larga. Dan sensación de profundidad, como si estiraran la estancia.
Se puede elegir entre un suelo con ranuras, más tradicional, o liso, de tipo moderno y minimalista
Con ranura en V en todos los lados: los surcos no son solo paralelos, sino que también se ven en la unión de los extremos de las láminas. Dan a la estancia un aspecto rústico, idóneo si el mobiliario o todo el estilo de la sala está enfocado en una búsqueda de esas características.
Sin ranura en V: el suelo es liso, lo cual le otorga un grado de modernidad adecuado para acompañar un diseño minimalista, de líneas rectas y muebles funcionales, sin barroquismos de ninguna clase.
Colores del suelo para todos los gustos
El color del suelo impone sus condiciones. Una ventaja del suelo laminado es que permite elegir entre una gran variedad.
Blanco/beis claro: imita a la madera de arce claro o pino noruego. Crea un ambiente moderno y aumenta la sensación de amplitud y de luminosidad de la sala, lo cual resulta idóneo si la luz natural no entra de un modo tan profuso.
Beis/amarillo: simula el color del roble o de la haya. Genera sensaciones parecidas al blanco, pero reduce los contrastes y, por tanto, aporta tranquilidad al diseño general.
El laminado imita la madera y permite una amplia gama de colores para dar al salón el estilo deseado
Naranja/rojo: este diseño se asemeja al de cerezo o merbau. Combina las sensaciones de exotismo y calidez. Por su tonalidad, es óptimo para ambientes con muebles vintage o de tipo colonial.
Marrón: los tonos oscuros son los más clásicos y conectan con la naturaleza. Los muebles rústicos hacen juego con estos colores, en un conjunto que requiere una buena iluminación y recompensa con una gran sensación de confort.
Gris: es moderno, pero su principal valor es la neutralidad, ya que queda bien tanto con mobiliario minimalista como con sillones y mesas que, sin llegar a ser rústicos, resulten más clásicos.
El suelo laminado es muy barato y sencillo de colocar y de limpiar. Es un material muy resistente a la humedad y al desgaste. Además, la instalación de esta superficie apenas requiere obra y no necesita acuchillarse. Se puede colocar sobre cualquier material y brinda la posibilidad de que, cuando se desee cambiar el suelo -debido al deterioro propio del paso del tiempo, a una renovación de los colores de la estancia o a cualquier otro motivo-, baste con retirar las láminas instaladas y sustituirlas por otras nuevas. Todos estos beneficios han hecho que los suelos laminados sean una de las alternativas más elegidas en los últimos tiempos por diseñadores y constructores.