El hábito tabáquico es aún la principal causa de exacerbación, y que los asmáticos que practican un deporte con regularidad padecen menos crisis que quienes frecuentan las pistas de baile o se abonan al ordenador y las videoconsolas. Así concluye un reciente estudio alemán sobre el impacto de la enfermedad asmática en la población juvenil.
Imagen: Cheryl Empey
El equipo de investigadores liderado por Christian Vogelberg, del Hospital Universitario Infantil de Dresde, acaba de publicar en la revista «European Respiratory Journal» (ERJ) el resultado de una encuesta formulada a 3.000 adolescentes diagnosticados de asma. La principal conclusión de la consulta realizada es que las crisis asmáticas, exacerbaciones o episodios de ahogo son significativamente más frecuentes entre quienes acuden con regularidad a las discotecas y pistas de baile, menos frecuentes entre quienes pasan el mayor rato sentados frente a un ordenador o videoconsola y todavía menos entre quienes practican con asiduidad algún deporte al aire libre.
El hábito tabáquico y los ambientes en que prevalece el humo del tabaco siguen siendo los factores ambientales más desencadenantes de crisis asmáticas. Los autores sostienen que la prevalencia del hábito tabáquico puede ser la causa de que los jóvenes discotequeros (tradicionalmente más fumadores) padezcan más crisis que los deportistas o los cibernéticos.
Un cuestionario de 121 preguntas
La prevalencia del asma en las poblaciones occidentales no para de crecer, tanto en niños como en adultos. Por este motivo, neumólogos y alergólogos llevan tiempo tratando de averiguar por qué. Entre las posibles explicaciones se barajan factores genéticos, impacto ambiental y cambio en los estilos de vida. Uno de los hallazgos más relevantes es la relación inversa detectada entre la gravedad del asma y los niveles de deporte realizado, lo que ha llevado a los investigadores a apuntar que el ejercicio físico podría actuar previniendo las crisis asmáticas o amortiguando su gravedad por medio de un fortalecimiento de la tolerabilidad bronquial.
El hábito tabáquico y los ambientes en que prevalece el humo del tabaco son los factores ambientales más desencadenantes de crisis asmáticas
Con su encuesta, Vogelberg quiso corroborar si la práctica de ejercicio se traducía a ciencia cierta en menos exacerbaciones, y diseñó un completo cuestionario para los adolescentes asmáticos, orientado a explorar sus hábitos de ocio y en qué medida dichos hábitos repercutían en su enfermedad. Para ello, se sirvió de una cohorte de pacientes que había tomado parte en el mayor estudio internacional jamás realizado sobre asma infantil, el ISAAC (International Study of Asthma and Allergies in Childhood). En 2000, esta investigación llegó a reclutar a 6.400 niños y niñas con edades comprendidas entre los nueve y los once años.
El especialista alemán seleccionó a tres mil de aquellos niños, que en la actualidad tienen entre 16 y 18 años, que mantenían un buen control asmático (sin exacerbaciones) y los sometió a un cuestionario muy detallado con 121 preguntas relativas a los hábitos de tiempo libre, tipología, frecuencia, duración, entre otros. Una de las preguntas cruciales era el número de exacerbaciones experimentadas a lo largo de los últimos 12 meses y 330 encuestados reconocieron haber padecido al menos una crisis en todo ese tiempo.
Computadoras sí, televisores no
«Los asmáticos deberían evitar las discotecas», sostiene Vogelberg, «habida cuenta que esta afición se salda con una cifra nada despreciable de crisis asmáticas provocadas». No es ninguna sorpresa para el autor del artículo que si 13 de cada cien adolescentes padecen por lo menos alguna exacerbación asmática a lo largo del año, 10 de esos 13 acudan asiduamente a distraerse o bailar a las discotecas. Tampoco se mostró sorprendido al descubrir que la hiperreactividad bronquial de los asmáticos encuestados era mayor conforme menos se ejercitaban.
La sorpresa llegó al averiguar que quienes pasaban más de una hora frente a una computadora se caracterizaban por una mejor salud bronquial que el resto y que, de forma incomprensible, dicho efecto protector no se daba entre quienes miraban la tele. Otra curiosidad de corte más epidemiológico fue averiguar que la historia familiar de asma no desempeñó ningún papel a la hora de padecer exacerbaciones.
Preguntado acerca del papel del tabaquismo pasivo, asumió que en las discotecas puede ser un problema, pero subrayó que si en el conjunto de la población adolescente alemana la prevalencia de fumadores es del 7,5%, «entre los jóvenes asmáticos supera el 19%». Fue más allá y justificó que si un adolescente asmático que realiza ejercicio físico con regularidad empieza a fumar, la protección del ejercicio frente a la hiperreactividad bronquial desaparece del todo.
La preocupación por el crecimiento epidemiológico del asma se acompaña también de una preocupación por conseguir tratamientos que garanticen un control eficaz y práctico, sin efectos secundarios. Pese a que los glucocorticoides son la herramienta terapéutica principal, ven limitada su utilidad por la frecuencia de efectos secundarios. Y aunque la investigación de tratamientos alternativos no para de dar con nuevos compuestos, ahora, la colina, un conocido fosfolípido, se apunta ahora como posible nuevo agente antiasmático.
Bhanu Pratap Singh, investigador del Instituto de Genómica y Biología Integrativa de Nueva Dehli (India) ha ensayado los efectos antiinflamatorios de una dosis oral o intranasal de colina en modelos de rata con asma alérgico inducido. En un artículo publicado en la misma edición de “European Respiratory Journal”, Singh apunta de que el tratamiento con colina inhibe el desarrollo de hiperreactividad bronquial y de inflamación por eosinófilos en los pulmones.
Fisiológicamente, dicha inhibición se acompaña de una reducción en los niveles de inmunoglobulina E (IgE) y células T tipo 2 (Th2) parecida a la que consigue la terapéutica estándar del asma. «Asimismo, el tratamiento con colina disminuye la producción de moco bronquial y protege frente a la obstrucción de las vías respiratorias».
La colina desempeña una función biológica esencial en la formación de la membrana celular y del neurotransmisor acetilcolina. Singh considera trascendentales los resultados obtenidos en su laboratorio, «por cuanto estaríamos ante la posibilidad de tratar el asma con la misma eficacia de los corticoesteroides pero sin sus efectos adversos». No obstante, admite que son necesarios aún estudios clínicos en humanos a fin de corroborar la idoneidad de este tratamiento.