Las pinturas y barnices convencionales contienen compuestos orgánicos volátiles (COV) que pueden tener efectos nocivos sobre el medio ambiente y la salud. Por esta razón, algunas marcas de pinturas comercializan desde hace años las denominadas “pinturas ecológicas”. Estos productos están compuestos por materias primas de origen vegetal y/o mineral que no contaminan ni en su producción ni en su aplicación. Además, se fabrican pinturas y barnices específicos para personas con problemas de alergias. Para distinguirlos, hay que buscar la etiqueta ecológica europea, que garantiza la ausencia de sustancias tóxicas.
Principales ventajas
Las pinturas consideradas ecológicas están compuestas por materias primas naturales de origen vegetal y/o mineral. Carecen de sustancias dañinas, como los biocidas o plastificantes, y su impacto medioambiental es muy inferior al de los productos sintéticos, basados en derivados del petróleo. Según un estudio encargado por la marca de pinturas Keim a la Ingeniería Trischler & Partner, de Friburgo (Alemania), los impactos ambientales de una pintura mineral ecológica de silicato en un periodo de 50 años son «notablemente inferiores» a los de una pintura plástica. El estudio, realizado en una casa de 200 metros cuadrados, reveló que la pintura de silicato del tipo Keim ahorra 12.000 julios de consumo energético, 80 m³ de emisiones, 100.000 litros de aguas residuales, 170 litros de residuos sólidos y 560 kilogramos de dióxido de carbono.
A diferencia de las pinturas convencionales, las naturales o ecológicas cumplen sobradamente las normativas que limitan el uso de compuestos orgánicos volátiles (COV), una serie de vapores o gases que pueden tener efectos nocivos sobre el medio ambiente y la salud. Incluso hay productos especiales para personas con problemas alérgicos, como los que comercializa la fábrica de pinturas naturales Livos. Esta empresa emplea aproximadamente 150 sustancias diferentes «de origen natural, renovables, biodegradables y sin emanaciones tóxicas». Buena parte de estas sustancias se cultivan o producen en zonas cercanas a la fábrica para reducir el gasto energético del transporte. Algunas de las materias que se emplean son aceites y resinas vegetales, cera de abejas, corteza y hojas de árboles, caseína, plantas tintoreras y materias primas procedentes de procesos de reciclaje, como pigmentos de óxidos de hierro.
Estas pinturas crean una capa porosa por la que transpiran las paredes, lo que evita las grietas y desconchados a causa de la condensación
El funcionamiento de estas pinturas es sencillo. Crean una capa porosa por la que transpiran las paredes. Gracias a esta característica, el vapor de agua y la humedad son evacuados al exterior sin impedimentos y no se forman condensaciones entre la capa de pintura y la superficie del soporte, «lo que suele originar desconchados», recuerdan desde Pinturas Keim. Al mantener los tabiques secos y transpirables, se evita la formación de hongos y bacterias, lo que garantiza paredes más higiénicas y una duración mayor de la pintura en buen estado.
Otra ventaja de estas pinturas es que son ignifugas y, lo que es más importante (sobre todo en interiores), debido a su composición mineral no desprenden gases tóxicos en caso de incendio. En cuanto a su mantenimiento, requieren un menor número de intervenciones que los productos plásticos, ya que al no deteriorarse la pintura aguanta más tiempo en buen estado y no necesita decapado. Se puede pintar directamente sobre la capa antigua, tanto en techos como en paredes, sobre papel pintado, papel de fibra, placas de cartón yeso, arcilla, revoques o ladrillos. Respecto a los colores, aunque en un principio las pinturas naturales apenas se comercializaban en tonos básicos -blanco-, actualmente existe una gama muy amplia. Calpefach Ecológico, de Pinturas Ralpe, dispone de 364 colores.
Protección de la madera
La madera es un elemento vivo. Cuando requiere humedad la absorbe del entorno y cuando le sobra, la expulsa de nuevo al exterior. Además, en función de la temperatura, experimenta movimientos de contracción y dilatación. Debido a estas características, los tratamientos protectores de la madera deben permitir que desarrolle sus funciones reguladoras. Algo que no ocurre con los barnices y protectores sintéticos. Cuando se aplican sobre la madera, estos productos crean una capa superficial que la aísla totalmente del exterior.
Los barnices ecológicos actúan por impregnación, lo que permite a la madera contraerse y dilatarse sin que aparezcan grietas en la capa protectora
«Esta capa rígida que se crea impide a la madera efectuar sus funciones habituales y puede acabar agrietándose debido a la tensión interna por dilatación y contracción», explica Luis Baleriola, gerente de la empresa de tratamientos naturales y ecológicos Ecoquimia. Como resultado, al agrietarse la capa externa, la madera queda expuesta a la acción de elementos agresivos, que pueden deteriorar su aspecto y hacer necesario un tratamiento de decapado y lijado.
Los aceites y resinas vegetales tienen la ventaja de penetrar en la madera para protegerla desde el interior. Se trata de productos elásticos e hidrófugos (evitan la humedad), que se adaptan a los movimientos de la madera, impiden que ésta se agriete y eliminan la necesidad de decapado o lijado. La consecuencia es una madera que se mantiene en buen estado durante más tiempo y de mantenimiento más sencillo.
Las ecoetiquetas son una recomendación de la Unión Europea para que el consumidor conozca la toxicidad y peligrosidad de los componentes químicos que contienen los productos y pueda tomar una decisión informada sobre lo que compra. En el caso de las pinturas y barnices de interior, la UE reconoce el distintivo de la flor como símbolo para identificar los productos de calidad que son menos perjudiciales para el medio ambiente. La etiqueta ecológica europea de la flor constata, entre otras cosas, que en un determinado producto se han aplicado criterios ecológicos en la producción de los pigmentos, que el producto desprende una cantidad menor de disolventes y que no contiene metales pesados ni sustancias tóxicas carcinógenas. Para ser beneficiarios del etiquetado ecológico de la UE, los productos han de cumplir todos los criterios establecidos al efecto y que tienen en cuenta el ciclo de vida íntegro del producto: producción, utilización y eliminación. “La etiqueta ecológica de la UE sólo se concede a productos de los que se puede garantizar, como mínimo, una eficacia equivalente a la de los productos convencionales”, afirman sus impulsores.