La anemia perniciosa es una enfermedad relacionada con la falta de vitamina B12. Responde sobre todo a causas fisiológicas propias del envejecimiento, ya que en esta edad se reduce la capacidad de absorción intestinal de dicha vitamina. Durante los años previos a la aparición de los problemas de absorción, asegurar una reserva en el organismo de cobalamina (forma activa de la vitamina) con la ingesta de alimentos de origen animal, es muy importante para que este tipo de anemia no se manifieste durante la tercera edad.
Imagen: Mario CarangiEl paso de los años conduce a un deterioro evidente de las funciones de todos los órganos y sistemas. El estómago segrega menos jugos gástricos, el movimiento intestinal es más lento y se pierde fuerza muscular. A nivel cerebral, como consecuencia del proceso natural de envejecimiento, se alteran las acciones de coordinación y memorización. También se ha constatado, no obstante, cómo la función mental puede verse deteriorada por la deficiencia crónica de nutrientes específicos, como por ejemplo la vitamina B12.
Es lo que concluye un estudio reciente llevado a cabo por la Universidad de Oxford y publicado en la revista ‘American Journal of Clinical Nutrition’. La investigación, que ha hecho el seguimiento a 1648 participantes durante 10 años, ha permitido comprobar cómo mayores niveles de holoTC (el biomarcador de la vitamina B12 en plasma) se asocia con un 30% de deterioro cognitivo más lento. Otros estudios han confirmado también que, con los años, el organismo pierde la capacidad para absorber vitamina B12. Así, su deficiencia crónica conduce a deterioro cognitivo con pérdida de memoria y otras facultades mentales. Asimismo, provoca anemia perniciosa, relativamente frecuente entre las personas mayores.
Dieta para la prevención
Para tratar a tiempo las deficiencias nutricionales en los ancianos, es imprescindible una dieta adecuada para asegurar las reservas necesarias de nutrientes antes de que aparezcan problemas de absorción. Asimismo, las revisiones médicas periódicas deberían incluir una analítica completa de niveles de proteínas; de minerales como el hierro, el potasio, el fósforo y el calcio; y de vitaminas como el ácido fólico y la vitamina B12. Un análisis de sangre rutinario y el tratamiento nutricional oportuno podrían mejorar el estado mental deteriorado de muchos ancianos. De hecho, se ha constatado que muchos de los trastornos mentales considerados incurables por deberse a la edad y al envejecimiento (falta de fluidez verbal, de coordinación y de memorización), son en realidad malestares pasajeros si se tratan a tiempo con los nutrientes adecuados.
El hígado almacena vitamina B12, por lo que la anemia perniciosa no se desarrolla hasta que no hayan transcurrido de 2 a 4 años desde que el organismo dejó de absorberla. Un aporte dietético adecuado de vitamina B12 funcionaría, por tanto, como tratamiento preventivo y terapéutico de la anemia perniciosa, mediante la creación de reservas de dicha vitamina cuando el organismo es aún capaz de absorberla. Sin embargo, una vez que la persona anciana ha sido diagnosticada de anemia perniciosa, el tratamiento nutricional consiste en la administración de inyecciones de vitamina B12, debido a que la mayoría de las personas que padecen esta deficiencia no pueden absorber la vitamina B12 tomada por la boca.
Para prevenir situaciones de riesgo, se debe reforzar con dieta el aporte de vitamina B12 incluyendo a diario alimentos de origen animal. Son estos los únicos que contienen cobalamina de forma natural, la forma activa de esta vitamina.
Una ración de morcilla, que lleva sangre, o de hígado de calidad (alternándolos una vez al mes), resuelve el aporte dietético de vitamina B12 y de otros nutrientes cuya deficiencia también provoca anemia, como el ácido fólico y el hierro. Las carnes en general (las rojas en particular), los pescados y mariscos, los huevos y los lácteos también contienen cobalamina.
Demencia por falta de vitamina B12
Una ración de morcilla o de hígado de calidad, resuelve cada mes el aporte dietético de vitamina B12
La deficiencia de vitamina B12 se presenta, en mayor o menor medida, en todas las personas mayores. Generalmente su incidencia aumenta en la tercera edad, ya que responde sobre todo a causas fisiológicas propias del envejecimiento. Cuando envejecemos el estómago segrega menos ácido clorhídrico. Esta reducción conduce irremediablemente a una situación de hipoclorhidria, causa directa de la deficiencia nutricional de vitamina B12.
La falta de esta vitamina es secundaria a la ausencia de ‘factor intrínseco de la mucosa gástrica’, una proteína del estómago necesaria para la absorción intestinal de la vitamina B12. En condiciones de normalidad, en el estómago se forma un complejo vitamina B12-‘factor intrínseco’ que pasa al ileon, donde se une a los receptores de la mucosa para que la vitamina pueda absorberse y pasar a la sangre. Como consecuencia de la hipoclorhidria, el ‘factor intrínseco’ se secreta en cantidades insuficientes o no se produce en absoluto, por lo que la vitamina B12 no es absorbida.
La deficiencia de vitamina B12 afecta al sistema nervioso y, aunque sus síntomas son manifiestos (hormigueo en manos y pies, y pérdida de sensibilidad en piernas, pies y manos), muchas veces los ancianos los asocian a la falta de movilidad y al propio envejecimiento, lo que dificulta su identificación a tiempo. En muchas ocasiones, el diagnóstico llega cuando los daños neurológicos y mentales (confusión, depresión y deficiente función intelectual) son evidentes. Entonces, el deterioro puede ser ya irreversible y desembocar en una demencia.
La hipoclorhídria también afecta a la digestión de las proteínas (carnes, pescados, huevos o lácteos). En condiciones normales, la acidez del estómago activa las enzimas proteolíticas que permite la digestión óptima de éstas en el estómago. Por este motivo, se aconseja dosificar los alimentos proteicos y ofrecerlos a las personas mayores en raciones más pequeñas distribuidas varias veces al día.
Las anemias son enfermedades en las que los glóbulos rojos (hematíes) y la proteína que transporta el oxígeno por la sangre (hemoglobina), presentan valores inferiores a los normales. Los hematíes contienen la hemoglobina, que les permite transportar oxígeno desde los pulmones a todas las células del organismo. En la anemia la sangre no puede transportar una adecuada cantidad de oxígeno. Esta falta de oxigenación provoca la aparición de diversos síntomas como fatiga, debilidad o incapacidad para realizar ejercicio por agotamiento. Si la anemia es muy grave pueden aparecer trastornos mentales o la persona puede sufrir un paro cardiaco.
Son numerosos los trabajos que han constatado la alta prevalencia de la anemia y sus consecuencias. Sin embargo, la población anciana en estos estudios está poco representada. Además, se han centrado más en la anemia ferropénica y no en otras de origen nutricional como la causada por deficiencia de ácido fólico o de vitamina B12.
De hecho, y a pesar de la incidencia de anemias nutricionales en los ancianos, sólo recientemente se ha valorado la implicación de éstas en la calidad de vida y en la supervivencia, debido al incremento en la esperanza de vida y el alto porcentaje de población que llega a edades avanzadas. Algunos de los estudios realizados concluyen que las anemias nutricionales se asocian a menor capacidad física y movilidad, menor y supervivencia y mayor riesgo de infarto de miocardio o demencia.
En las anemias nutricionales, el tratamiento único y exclusivo es la dietoterapia. El objetivo es corregir con nutrientes específicos y con una dieta adecuada la deficiencia de los nutrientes implicados directamente en la hematopoyesis o formación de las células sanguíneas como los glóbulos rojos. Estos nutrientes son mayoritariamente el hierro, el ácido fólico y la vitamina B12, y también la vitamina C.
Existe una relación muy estrecha entre el déficit de vitamina B12 y el de folatos. En muchas ocasiones, el diagnóstico de anemia por falta de folatos enmascara una anemia por falta de vitamina B12. El ácido fólico corrige la anemia causada por la deficiencia de vitamina B12 y retrasa el diagnóstico, pero no previene la progresión hacia el daño neurológico. Por ello, ante esta situación, se deben descartar todas las posibilidades de deficiencia nutricional e instaurar el tratamiento dietético más efectivo.