La vitamina K es reconocida principalmente por su participación en la coagulación sanguínea. Participa en la síntesis hepática de varias proteínas que controlan la coagulación de la sangre y que se denominan factores de coagulación, entre ellos la protrombina. Es por este motivo que el criterio principal establecido para valorar los niveles adecuados de vitamina K es el mantenimiento de las concentraciones plasmáticas de protrombina dentro de los parámetros normales.
Pero las funciones de la vitamina K van más allá de la coagulación sanguínea. Interviene en el metabolismo óseo, ya que la osteocalcina, una proteína específica de la matriz ósea, requiere de vitamina K para su maduración. La cantidad diaria recomendada de vitamina K se cubre por medio del consumo de alimentos ricos en la misma. También se consigue a través de la síntesis que las bacterias intestinales hacen de dicho compuesto químico.
Suplemento de vitamina K y osteoporosis
Diversos estudios constatan que hay una relación estadísticamente significativa entre los niveles bajos de vitamina K y de osteocalcina y diversos problemas óseos. Incluso se ha informado de que la administración de suplementos de vitamina K reduce el riesgo de fracturas y mantiene la densidad mineral ósea en caso de osteoporosis. En este sentido, la revista científica ‘Journal of bone and mineral metabolism’ ha publicado recientemente un estudio japonés llevado a cabo por la Kobe Pharmaceutical University, cuyos objetivos han sido evaluar la asociación entre la concentración plasmática de filoquinona (vitamina K1) o menaquinona (K2) y la densidad mineral ósea o la incidencia de fracturas en mujeres japonesas.
En el estudio intervinieron 379 mujeres sanas de edades comprendidas entre los 30 y los 88 años, siendo la edad media de 63. Se observó que la incidencia de fracturas vertebrales fue significativamente más alta (14,4%) en las mujeres con menores niveles plasmáticos de vitamina K1, frente al 4,2% de las féminas con niveles más altos de dicha vitamina. Sin embargo, no se observaron diferencias en la densidad mineral ósea entre los dos grupos. Estos resultados sugieren que las personas con niveles bajos de vitamina K1 tienen un riesgo más elevado de fracturas vertebrales independientemente de la densidad mineral ósea.
Esta investigación coincide con otros estudios clínicos en los que se ha comprobado que personas con osteoporosis asociada a densidad ósea disminuida, o que habían sufrido una fractura, tenían concentraciones de vitaminas K1 y K2 circulantes más bajas que los individuos sanos. Por este motivo, se considera que el aporte adecuado de vitamina K protege al hueso.
Los científicos coinciden en investigar más a fondo el papel de los suplementos de vitamina K en la prevención y tratamiento de la osteoporosis, si bien en Japón, la MK-4 o menatetrenona (un tipo de vitamina K2) se emplea desde 1995 como antiosteoporótico. A dosis determinadas, ésta se asocia con efectos positivos sobre la densidad mineral ósea y la menor incidencia de fracturas.
Fuentes de vitamina K
Los niveles bajos de vitamina K aumentan el riesgo de fracturas vertebrales
La vitamina K es, junto a las vitaminas A, D y E, una vitamina liposoluble, es decir, soluble en grasas y que requiere de estos nutrientes para poder ser transportada por el organismo.
Existen tres formas activas de vitamina K. La vitamina K1 o filoquinona es el compuesto químico que sintetizan las plantas. Abunda en las hortalizas de hoja de color verde oscuro (espinacas, acelga, achicoria, brócoli y en la lechuga) y, en pequeñas proporciones, en los cereales integrales. La filoquinona se absorbe en el intestino delgado gracias a la participación de las sales biliares, el jugo pancreático y las grasas provenientes de la dieta. Se transporta a través de la linfa y se deposita en el hígado, el órgano que sirve de reservorio. La vitamina K2, conocida también como menaquinona, es sintetizada por las bacterias del intestino. La vitamina K3, llamada menadiona, es la única sintetizada artificialmente y empleada como suplemento cuando se diagnostica una deficiencia de dicho nutriente.
En las personas adultas es poco probable la deficiencia de vitamina K, debido a que el organismo sintetiza parte de la misma y, además, el hígado tiene reservas. Sin embargo, hay circunstancias concretas que pueden producir deficiencia de vitamina K como traumatismos importantes, cirugía extensiva o tratamientos de larga duración con antibióticos. También las personas con enfermedad crónica intestinal que limita la absorción de la vitamina y quienes sufren de obstrucción biliar (se necesitan las sales biliares para su absorción) tienen un riesgo mayor de carencia vitamínica.
Una de las funciones relevantes sobre la que se investiga desde hace 40 años es la relación entre la concentración plasmática de vitamina K y osteocalcina. La osteocalcina es una proteína que, producida por los osteoblastos o células del hueso, depende directamente de la vitamina K. Los osteoblastos sintetizan tejido óseo y están involucrados en el desarrollo y crecimiento de los huesos y en su mineralización. La osteocalcina participa directamente en la mineralización de los huesos, ya que es necesaria para unir de forma efectiva el calcio con la matriz ósea.
La vitamina K2 (la forma activa de la vitamina K sintetizada por las bacterias intestinales) es cofactor de la carboxilasa, enzima esencial para convertir el ácido glutámico en ácido gamma-carboxiglutámico (Gla). Esta molécula forma parte de la osteocalcina, que también recibe el nombre de «proteína Gla ósea», por la presencia en su composición de tres residuos de ácido gamma-carboxiglutámico (Gla). El Gla es común en todas las proteínas dependientes de la vitamina K, e incrementa la afinidad de dichas proteínas por el calcio. Por este motivo, la osteocalcina se considera como factor de salud del hueso.
Parece ser que la osteocalcina regula el crecimiento de los cristales de hidroxiapatita (fosfato tricálcico), las sales minerales mayoritarias del hueso. Junto con otras sales, como carbonato cálcico, sulfatos, fluoruros e hidróxido de magnesio, constituyen los componentes inorgánicos de la matriz ósea, cuyo componente principal es el colágeno. Las sales minerales se depositan y cristalizan en la retícula de colágeno, endureciendo el hueso y haciéndolo flexible y resistente al mismo tiempo.