Menos comisiones, condiciones más ventajosas en la hipoteca e, incluso, recibir un mejor trato son razones más que convincentes para cambiarse de entidad, aunque abandonar un banco por otro es una decisión difícil. En España, los usuarios son poco proclives a variar de entidad financiera y, por supuesto, dar este paso exige estudiar bien la determinación que se tome. Así, como se indica a continuación, hay que analizar las ofertas de cada banco y tener muy en cuenta aspectos como el número de cajeros que tiene en la zona donde se reside o las comisiones que aplica.
Razones para cambiar de entidad
Las razones que un usuario bancario puede esgrimir para cambiar su cuenta a otra entidad son numerosas, pero entre todas ellas destacan varias relacionadas con los productos más convencionales. El cobro de comisiones, posibles descuentos en el cobro de los recibos y el trato recibido son las de mayor peso.
- Cobro de comisiones.
Hay que aclarar los servicios que cobra la entidad por tener contratadas cuentas y tarjetas de crédito y débito. Además de preguntar en el banco cuáles son esas comisiones, se deben comprobar todos los recibos para saber a cuánto ascienden. Una buena idea es llamar de vez en cuando a la sucursal, o acercarse a la oficina, para pedir la devolución de una comisión que se ha cobrado y asegurarse de que no la cobren de nuevo. De este modo, se comprobará hasta qué punto se puede negociar con el banco la rebaja del pago de comisiones, una cantidad que puede llegar a sorprender al usuario, en especial si tiene domiciliada la nómina.
Si un cliente está insatisfecho por las comisiones que le cobra su entidad y decide cambiar por esta razón, debe cerciorarse de las comisiones que le cobrarán en la nueva. Para ello, no solo debe leer la letra del contrato, sino preguntar de manera abierta en el banco y, si es posible, solicitar que le anoten las comisiones y su razón para, en su casa, poder hacer con tranquilidad los cálculos.
Descuentos en los recibos.
Algunas entidades abonan en la cuenta de sus clientes un porcentaje de sus recibos o de la cantidad que se gasta con la tarjeta de crédito o débito. No obstante, en ocasiones, este tipo de ofertas dura solo unos meses, no durante toda la vida de la cuenta.
Descontento con el trato del personal.
Una de las principales razones para cambiar de banco es el pésimo trato que puede recibir el usuario. Ante esta situación, un cliente puede enviar una carta al superior inmediato de la persona con quien ha tenido el problema y explicar los motivos del enfado. Es posible dirigirse al director de una sucursal, si no se está contento con el trato recibido por alguno de los empleados, o al jefe de zona, si se está descontento con la manera de proceder del propio director. Esas cartas deben escribirse en un tono educado para explicar con claridad la causa del desencuentro. Aunque pueda parecer lo contrario, este tipo de misivas llegan a su destinatario y pueden provocar que se tomen medidas al respecto, siempre que su contenido sea razonable.
Los motivos que frenan el traslado
Anular la cuenta de un banco y abrir otra en otra entidad no es una decisión fácil, pero en ella influyen más factores como la pereza y la falta de conocimiento financiero, que los problemas reales que pueda suponer el cambio.
En la decisión de no cambiar de banco pesan, sobre todo, la pereza y la falta de conocimiento financiero
Dejar un banco por otro se puede hacer cuesta arriba por razones, incluso sentimentales. Es habitual trabajar durante toda la vida con el mismo banco, sin un motivo claro sobre esa vinculación. La fidelidad a la primera entidad bancaria es moneda de uso común.
Si a pesar de todo se decide cambiar, el cliente debe tener en cuenta que la nueva entidad a la que se dirija tiene la obligación de ayudarle a realizar todos los trámites y de explicarle cómo hacerlo y cómo se debe comunicar a la antigua sucursal.
En primer lugar, hay que analizar los cargos e ingresos que se tienen en la cuenta bancaria. Esos cargos periódicos deben pasarse a la nueva cuenta corriente, de la misma forma que los ingresos, en especial la nómina. Con toda probabilidad, no son tantos los conceptos que se tienen domiciliados. Basta con comunicar a las compañías de gas, luz, agua y a la empresa donde se trabaja, que se tiene una nueva cuenta corriente donde se quieren domiciliar todos los recibos. En su mayoría, estas gestiones se pueden realizar por teléfono.
No conviene clausurar de inmediato la cuenta antigua, sino mantenerla abierta un tiempo para cerciorarse de que no llega ningún cargo.
Es probable que el banco cobre una pequeña comisión por cancelación de la cuenta, pero si no se cierra, esta generará gastos y, cuando no quede saldo, supondrá una deuda. El antiguo titular es responsable de cubrir esos gastos y esa deuda. Si no lo hace, el banco puede pedirle que los cubra y entonces le resultará mucho más caro. Aunque dejar una cuenta a cero es gratuito y clausurarla cuesta dinero, merece la pena cerrarla. Además, es posible manifestar el desacuerdo con ese cobro, comunicarlo a la entidad y, en su caso, informar a una asociación de consumidores.