Dolencias como la bronquitis crónica o el enfisema pulmonar, enfermedades coronarias y ciertos tipos de cáncer, como el de pulmón, bucal o de laringe, entre otros, hallan en el hábito de fumar un factor causal bien conocido. Ahora, un estudio francés añade otras posibles consecuencias del tabaquismo: afirma que puede asociarse con un mayor riesgo de deterioro de la memoria y, por consiguiente, con un progreso más rápido hacia la demencia en la vejez.
Imagen: miles eliason
Es cierto que existe una pérdida de memoria asociada a la edad, pero también lo es que muchos olvidos son considerados como parte del envejecimiento normal sin serlos. La falta de vitamina B-12, el hipotiroidismo o el uso continuado de determinados medicamentos (como las benzodiazepinas) son ejemplos de factores de riesgo que favorecen la pérdida de memoria, independientes de la edad y completamente reversibles.
Se sabe además que fumar podría ser un factor de riesgo modificable en la pérdida de memoria, por lo que dejarlo ayudaría de forma directa a minimizar sus efectos negativos en la mediana edad y, en consecuencia, ralentizar un posible proceso hacia la demencia en la vejez. Lo asegura un estudio elaborado por el Instituto Nacional de la Salud y la Investigación Médica en Villejuif (Francia) publicado en la revista «Archives of Internal Medicine».
Lenguaje más rico
El grupo de investigación, encabezado por Séverine Sabia, del Institut National de la Santé et de la Recherche Medicale en Villejuif (Francia), ha analizado a más de 10.000 funcionarios de Londres entre 35 y 55 años que participaron en el estudio «Whitehall» entre 1985 y 1988. Los investigadores afirman que esta elevada cantidad de participantes deberían permitir considerar en su justa medida el riesgo del tabaco en la cognición humana, algo que no se había hecho hasta ahora.
Los individuos que dejaron de fumar mostraron una mejoría destacable en otros hábitos de salud
Los primeros datos sobre tabaquismo de los funcionarios se recogieron durante los primeros años de estudio. Diez años después volvieron a analizarlos y 5.388 participantes completaron pruebas de memoria, razonamiento, vocabulario y fluidez verbal. De nuevo, 4.659 de los voluntarios volvieron a evaluarse cinco años más tarde. Entre otros resultados, se señala que los individuos que dejaron de fumar durante los años del estudio mostraron una mejoría destacable en otros hábitos de salud, como beber menos alcohol, ser más activos o comer de forma más sana.
La tasa de fallecimientos durante los años de seguimiento fue más alta en los individuos fumadores que en los no fumadores. Además, los primeros se mostraban menos dispuestos a desarrollar las pruebas cognitivas y, finalmente, los que ya eran ex fumadores al inicio del estudio resultaron ser un 30% menos propensos a utilizar un vocabulario pobre en las preguntas del estudio.
Resultados controvertidos
El estudio no se ha salvado de críticas. Michael Siegel, profesor de ciencias sociales de la Universidad de Boston (EE.UU.), afirma a propósito de la investigación que hay dos cuestiones sobre los resultados que deben considerarse antes de concluir definitivamente que fumar lleva a una disminución en la memoria. En primer lugar, que «fumar podría no ser el motivo de la discapacidad de memoria, ya que quien nunca ha fumado o que lo ha dejado podría tienen mejores hábitos generales de salud, estar más educado y hasta tener un mayor nivel de funcionamiento cognitivo desde el principio». En segundo lugar, Siegel pone en duda los test de memoria: «el motivo de que su memoria sea peor no es por fumar, eso no es plausible», asegura.
A pesar de las críticas, lo cierto es que los datos del estudio francés se acercan a los resultados preliminares de parte del «Cardiovascular Health Study» (CHS), presentados en la 59ª Reunión Anual de la American Academy of Neurology. Según el CHS, también la exposición pasiva al tabaco a lo largo de la vida aumenta el riesgo de padecer problemas de memoria y demencia en la tercera edad. Por este motivo los expertos insisten en que dejar de fumar no sólo tiene efectos a corto plazo que se perciben de inmediato sobre la circulación sanguínea, la presión arterial, el patrón respiratorio y el sentido del gusto y del tacto.
Los resultados de los estudios demuestran que el abandono del tabaco también tiene efectos a largo plazo, por lo que la relación entre los años de vida fumando y la dificultad para superar sus efectos secundarios es directamente proporcional. La disminución del riesgo de muerte prematura, ciertos tipos de cáncer, enfermedades crónicas pulmonares o cardiovasculares y, ahora, la pérdida de memoria, depende de una vida saludable y, sobre todo, del abandono temprano de uno de los factores de riesgo más directamente relacionado con estas enfermedades, el tabaco.
Imagen: Justin TaylorEl deterioro progresivo de facultades cognitivas, entre ellas, la pérdida de memoria y un empeoramiento de la atención y la velocidad en el procesamiento de la información, está asociado al proceso natural de envejecimiento. Sumados a factores inherentes a la edad, hay muchas otras causas que pueden modificarse siguiendo estilos de vida más saludables y mediante tratamientos específicos para la recuperación de la memoria perdida.
Al cerebro, y concretamente a la parte que afecta a los recuerdos, se le puede entrenar y rehabilitar a la edad que sea, como a todo órgano en desuso. En la actualidad, cuando envejecimiento y cognición han sido ampliamente estudiados, se han podido elaborar estrategias de ayuda para la mejora de la memoria. Estudios recientes confirman, por ejemplo, la necesidad de ejercicio físico para prevenir la pérdida de memoria, así como la importancia de los ejercicios mentales, el hábito de leer, de salir, ir al cine o tener una vida social plena y rica.
Otras investigaciones, como una reciente del Howard Hughes Medical Institute (Universidad de Washington), tratan de identificar los mecanismos cognitivos que influyen en las dificultades de memoria para revertirlas. Randy Buckner, uno de los autores de este estudio publicado en la revista “Neuron”, confirma que “los adultos mayores tienen muchos recursos subutilizados en el córtex frontal izquierdo que pueden ser controlados y utilizados para un procesamiento más efectivo de la memoria”.