La campaña “Derecho a la alimentación” aclara que éste se cumple cuando, “de manera regular y permanente”, se accede a una alimentación adecuada, así como a los medios necesarios para producirla. No obstante, esta definición queda lejos de la realidad. Pese a que el tema se ha debatido en foros mundiales y se buscan soluciones, hoy por hoy, más de 850 millones de personas pasan hambre en el mundo y otros 2.000 millones se enfrentan a un déficit de vitaminas y minerales o “hambre oculta”.
El derecho a la alimentación está en horas bajas. Según datos de la campaña del mismo nombre -impulsada por las ONG Prosalus, Ingeniería Sin Fronteras, Cáritas y Veterinarios Sin Fronteras-, 854 millones de personas pasan hambre en el mundo y otros 2.000 sufren «hambre oculta». Las zonas más afectadas son Asia, el Pacífico y África subsahariana, donde se concentra casi la cuarta parte de las personas subnutridas. La Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) contabilizó, en el periodo 2000-2002, un total de 852 millones de personas «hambrientas y subnutridas»: 815 millones en países en desarrollo, 28 millones en países en transición (antiguo bloque soviético) y 9 millones en países industrializados. El hambre es cosa de todos.
Campañas contra la desnutrición
La malnutrición provoca cada año la muerte de, aproximadamente, 13 millones de niños menores de cinco años. Una alimentación insuficiente causa enfermedades e infecciones evitables, como sarampión, diarrea, malaria, neumonía o combinaciones de éstas. Son datos de la campaña «Alimentar la mente para combatir el hambre», diseñada para «facilitar y alentar a los niños y a los jóvenes a colaborar activamente en la creación de un mundo libre del hambre y la malnutrición». La ayuda debe venir desde todos los ámbitos porque las cifras son preocupantes: casi 200 millones de niños menores de cinco años padecen síntomas de malnutrición aguda o crónica, más de 3.500 millones de personas padecen carencia de hierro, 2.000 millones están expuestas al riesgo de carencia de yodo y 200 millones de niños en edad preescolar tienen carencia de vitamina A.
La campaña «Derecho a la alimentación. Urgente» defiende que para acabar con esta situación es necesario contar con los recursos suficientes. En concreto, recupera una cifra aparecida en el Programa de Lucha contra el Hambre presentado en junio de 2002 por la FAO: 24.000 millones de dólares anuales. Con esta cantidad, para 2015 se reduciría a la mitad el número de personas que pasan hambre «mediante el desarrollo agrícola y rural y un mayor acceso a los alimentos».
Por su parte, la propuesta de Ayudemos a un Niño se fija en Nicaragua, donde según la FAO el 12% de los menores de cinco años está por debajo del peso adecuado, el 25% sufre retardo en el crecimiento y uno de cada tres padece anemia por falta de hierro y déficit de vitamina A. Además, desde 2002, la ONG desarrolla en aquel país un programa de Unidades de recuperación nutricional que beneficia a un total de 3.000 niños y niñas.
Desde Mauritania llega el llamamiento de Acción contra el Hambre, preocupada porque en el país ocho de cada diez niños menores de cinco años padecen anemia. Desde este mes de agosto, y durante cuatro meses, la organización llevará a cabo un programa de atención a la desnutrición aguda, que afecta a más del 21% de la población infantil del sur de Mauritania. La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el umbral de alerta en el 15%. La iniciativa coincide con el inicio de la «soudoure» o época de escasez alimentaria, «el momento más duro del año, en el que la población ha consumido las reservas alimentarias de la cosecha de marzo y éstas no serán repuestas hasta la próxima cosecha de octubre», explica la entidad.
El proyecto de Acción contra el Hambre se propone reducir el riesgo de mortalidad por desnutrición aguda en la zona agropastoral de la región de Gorgol y detectar, prevenir y tratar los casos de desnutrición aguda mediante el uso de RUTF (Ready to Use Therapeutic Food-Comida terapeútica preparada para usar), un alimento compuesto por pasta de cacahuete enriquecida en minerales y vitaminas. Precisamente, millones de niños mueren cada año debido a la necesidad no satisfecha de minerales y vitaminas o «hambre oculta». Según el Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz y Trigo, el origen de este nombre se encuentra en que tres cuartas partes de los afectados «muestran pocos signos externos de las deficiencias nutricionales que los están matando».
Las tasas de curación de los alimentos terapéuticos superan el 90%, pero sólo llegan al 3% de las personas que los necesitan con urgencia
Para Médicos Sin Fronteras (MSF), los alimentos terapéuticos son un tratamiento eficaz para los pequeños afectados por desnutrición aguda. Estos alimentos contienen los nutrientes esenciales que los niños menores de dos años necesitan para no caer enfermos. Las tasas de curación superan el 90%, sin embargo, denuncia MSF, «estos preparados, que se presentan en sobres cuyo contenido consiste en una pasta alimenticia con los 40 nutrientes esenciales de origen animal, sólo están llegando a un 3% de todos aquellos que lo requieren con urgencia».
La crisis de los alimentos tiene su origen en varias causas. El 75% de las personas que padecen hambre y desnutrición son trabajadores del medio rural, pequeños agricultores, campesinos sin tierra, comunidades indígenas, pastores o pescadores que no tienen acceso a los recursos necesarios para producir alimentos. “Sin embargo, la disponibilidad de alimentos por habitante se ha incrementado al menos en un 20% desde 1960”, reconocen los impulsores de la campaña “Derecho a la alimentación”. “No se trata de un problema de falta de alimentos”, sino de “la exclusión y marginación que padecen millones de personas”, concluyen.
Por otro lado, la subida del precio de los alimentos en los países pobres amenaza, según Intermón Oxfam, a un total de 290 millones de personas. Según sus cálculos, hacen falta cerca de 15.000 millones de dólares extra para dar asistencia inmediata a todas estas personas, tal como destaca el informe “La hora de la verdad”. Este estudio denuncia que la ayuda anual para agricultura, unos 4.000 millones de dólares, es “una miseria en comparación con los 125.000 millones de dólares que los países ricos dieron a sus propios agricultores en forma de subsidios en el 2006”. “Las personas pobres gastan ya más de la mitad de sus ingresos en alimentos”, afirma la organización.
“No se trata de un problema de falta de alimentos”, sino de “la exclusión y marginación que padecen millones de personas”
En el citado informe, Intermón Oxfam reclama para los agricultores de países pobres garantías de salario mínimo, semillas y fertilizantes gratis, así como una rebaja de los impuestos sobre los alimentos. Además, la ONG considera como una prioridad “poner fin a las actuales políticas de biocombustibles en los países ricos”. La propia FAO ha advertido de que la producción de biocombustibles provocará una subida del precio de los alimentos, mientras que Oxfam alerta de que, incluso, podría “empeorar el cambio climático“.