Según la última revisión publicada en «Americal Journal of Clinical Nutrition», el incremento en el consumo de flavonoides procedentes del chocolate, la soja o el té verde podría reducir la tensión sanguínea elevada y mejorar la salud cardiovascular. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de los flavonoides procedentes de otras fuentes alimentarias, ya que aunque son sustancias químicas de la misma familia, su estructura química es distinta y no hay evidencia científica de los efectos y la eficacia de todos ellos de forma aislada e individual.
Si bien un amplio abanico de estudios experimentales ha relacionado el aumento del consumo de flavonoides de distintas fuentes -cítricos, variedad de vegetales, vino, café, té y chocolate- con la reducción del riesgo de contraer enfermedades como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y la diabetes, aún falta mucho camino científico por recorrer. Queda pendiente determinar qué sustancias de este tipo son interesantes para la salud según su procedencia alimentaria y definir las dosis adecuadas y seguras de su consumo, sobre todo en el caso del tratamiento o la prevención de enfermedades.
Estudios rigurosos
En el meta-análisis publicado el pasado mes de julio en «American Journal of Clinical Nutrition«, los investigadores aseguran que no hay una evidencia científica suficiente como para avalar la eficacia de los más de 6.000 flavonoides identificados en distintos alimentos en las últimas décadas. Es decir, en muchas informaciones se habla del poder antioxidante o de la capacidad cardiosaludable de los flavonoides en general. Sin embargo, y según la investigación, la diversidad estructural de estas sustancias y su diferente disponibilidad en los alimentos no permite generalizar sus efectos. Es preciso analizar los efectos fisiológicos y sanitarios de cada uno de ellos, según su procedencia y su concentración en los alimentos.Los efectos de los flavonoides en salud humana dependen de la naturaleza del compuesto y de la fuente alimentaria de procedencia
En esta investigación se han obtenido datos de 133 estudios rigurosos en los que se han descrito un amplio abanico de efectos sobre el organismo de los flavonoides, dependiendo de la naturaleza del compuesto y de la fuente alimentaria de procedencia. Por ejemplo, los flavonoides del chocolate se asocian con una mejora en la circulación sanguínea y una reducción sustancial de la tensión. Igualmente, se ha demostrado que los flavonoides del té verde ayudan en la reducción de los niveles de LDL colesterol en sangre, al igual que la proteína de soja, rica en isoflavonas.
No obstante, faltan trabajos científicos que demuestren los efectos de estos compuestos químicos de forma aislada y en la cantidad que contienen naturalmente los alimentos. En la mayoría de estudios se investiga a partir de productos alimenticios con una alta proporción de estas sustancias.
Teniendo en cuenta que el cacao y el té verde también contienen sustancias cardioprotectoras como la teobromina, minerales como el potasio y el magnesio, es difícil dilucidar, aseguran expertos de la División de Nutrición Humana de la Wageningen University (Países Bajos), la naturaleza de los efectos hipolipemiantes o antihipertensivos que se observan tras la ingestión prolongada en el tiempo de estos alimentos y si estos efectos saludables se pueden atribuir a los flavonoides o a la suma de las distintas sustancias que componen dichos alimentos.
Tipos de flavonoides
Según los expertos del Departamento de Fisiología de la Universidad de León y del Hospital de León, la contribución de los flavonoides al potencial antioxidante de la dieta humana es importante. Aunque los hábitos alimenticios son muy diversos en el mundo, el valor medio de ingesta de flavonoides se estima en unos 23 miligramos al día, siendo predominantes los flavonoles, especialmente la quercitina. Las fuentes alimenticias principales de los flavonoles son, entre otras, el té negro, las cebollas, las manzanas y bebidas alcohólicas como el vino o la cerveza. Teniendo en cuenta que el consumo medio de sustancias antioxidantes tan valoradas como la vitamina C es de entre 70-100 miligramos al día y el de la vitamina E, de entre 7-10 miligramos diarios, se puede considerar como relevante la contribución de los flavonoides como antioxidantes a la dieta.En general, los flavonoides se encuentran de forma natural en frutas, verduras y hortalizas, semillas y flores, así como en la cerveza, el vino, el té verde, el té negro y la soja. De los más de 6.000 identificados destacan los citroflavonoides, entre los que se encuentran la quercetina, hesperidina, rutina, naranjina y limoneno. Todos ellos se encargan de dar color o sabores característicos a alimentos tan variados como las cebollas, el brécol, cerezas, uvas, naranja, lima y limón. Otro grupo muy conocido son los isoflavonoides de la soja, entre los que destacan las isoflavonas, presentes tanto en la legumbre como en todos sus derivados como el tofu, la proteína vegetal texturizada o la leche de soja, entre otros.
Las proantocianidinas y las antocianidinas se localizan en las semillas de las uvas las primeras y las segundas en las cerezas, a las que confieren el color rojo y rojo azulado característico. Los tés verde y negro son conocidos por su contenido en catequina y los puerros, rábanos, endibias y remolacha por su riqueza en kaemferol, otro tipo de flavonoides antioxidante.
Los flavonoides protegen al organismo del daño producido por agentes oxidantes, como los rayos ultravioletas, la polución ambiental, sustancias químicas presentes en los alimentos, los compuestos químicos tóxicos del tabaco, etc. El organismo humano no puede producir estas sustancias químicas protectoras, por lo que deben obtenerse mediante la alimentación.
Debido a las propiedades que se les atribuyen y al avance científico que desde los años 90 se está dando en este campo, el mercado de los complementos dietéticos dispone de una amplia oferta de estas sustancias que están a la venta por sus efectos beneficiosos en la protección frente a enfermedades degenerativas, osteoporosis o enfermedad cardiovascular y en el alivio de los síntomas de la menopausia entre otros.
Teniendo en cuenta que en la actualidad es bastante disperso y confuso el conocimiento que se tiene sobre la biodisponibilidad de estas sustancias, muchas de las cuales podrían ser poco o nada absorbibles por el organismo, es aconsejable ser prudentes con su consumo y acudir al consejo profesional antes de tomar este tipo de productos. Además, se desconoce si los flavonoides consumidos a ciertas dosis y durante períodos de tiempo prolongados pueden dar lugar a efectos adversos a largo plazo.