Depresión: por qué las mujeres la sufren el doble que los hombres
Uno de los hallazgos más documentados de la psiquiatría es que las mujeres sufren más depresión que los hombres. Exactamente, según la última Encuesta Europea de Salud en España, la prevalencia de los trastornos depresivos en ellas duplica al de ellos: 7,1 % frente al 3,5 %. Además, los casos son más graves. Por cada caso de depresión severa en hombres, se calculan 3,5 entre las mujeres. Estas diferencias han suscitado en los investigadores una imperiosa necesidad de buscar respuestas. ¿Por qué ocurre? ¿Qué hace al sexo femenino ser más susceptible a padecer esta enfermedad?
Marina Díaz Marsá, vocal de la Sociedad Española de Psiquiatría y Salud Mental (SEPSM), destaca que la depresión es una enfermedad multifactorial en la que lo biológico y lo ambiental tienen que confluir: “Es decir, que tiene que darse una vulnerabilidad biológica (causas hormonales y genéticas) y luego también existen otros factores psicosociales y ambientales que actúan sobre ella. Pero dentro de esa vulnerabilidad biológica hay una certeza: la prevalencia en la mujer es el doble que en los hombres”.
Lo curioso es que, antes de cumplir los 12 años, las posibilidades que tiene una niña de sufrir esta patología es la misma que la de un niño, por lo que algo debe ocurrirles a las mujeres a partir de esa edad para que se doble la incidencia. “Coincide exactamente con la llegada de la primera menstruación”, aclara la psiquiatra. “Durante la infancia y antes del despunte de la adolescencia, ambos sexos comparten estadística. Pero la prevalencia se duplica a partir de entonces, con un pico de inicio del trastorno depresivo cuando la mujer tiene 40 años, y se vuelve a igualar al ceder la producción de estrógenos. Por lo tanto, tiene que ver, entre otros factores, con el ciclo reproductivo, ya que el periodo de mayor riesgo de padecer depresión en la mujer es paralelo a su vida reproductiva, desde la pubertad a la menopausia”, relata Díaz Marsá.
Aunque la depresión en mayores sigue siendo más prevalente en las mujeres, esta diferencia se va estrechando con la edad y se iguala a partir de los 85 años. Este es un rango de edad en el que a la hora de desarrollar un episodio depresivo ya no tiene nada que ver con las hormonas, sino que influye el deterioro cognitivo, las enfermedades crónicas y, sobre todo, el apoyo social que tenga la persona mayor.
El papel de los estrógenos en la depresión
Según los resultados de un estudio publicado el pasado año en la revista científica The Lancet, en 2020 se diagnosticaron 53 millones de trastornos depresivos, 35 de ellos en mujeres. Además, se estima que una de cada cinco padecerá depresión a lo largo de su vida.
Desde que se descubrió la hormona del estrógeno en 1923 y se descifró su participación en la menopausia, los médicos ya seguían la pista de esta hormona y su posible vinculación con esa mayor prevalencia de estados depresivos en las mujeres. Sin embargo, no fue hasta la década de los ochenta del siglo pasado cuando, gracias a los resultados de varios estudios longitudinales que habían seguido a un grupo amplio de mujeres durante años, se comenzó a comprender mejor el papel que las hormonas juegan durante el climaterio.
🔴 Un baile hormonal
Antes de estos informes científicos, los especialistas pensaban que, durante los años previos a la retirada definitiva de la menstruación, los niveles de estrógenos iban poco a poco disminuyendo hasta casi desaparecer (no desaparecen del todo). Pero ahora se sabe que este proceso no es precisamente algo paulatino, sino que es una etapa de turbulencias hormonales en la que los picos de estrógenos fluctúan bruscamente. Así pues, no era solo el descenso de estrógenos lo que provocaba esa mayor prevalencia, sino cómo sus niveles se descontrolan durante los años previos al cese de la función ovárica.
En el argot médico, menopausia hace referencia a un solo día —el último día de regla—, aunque se diagnostica cuando ha pasado un año entero sin menstruación. Por ello, cuando se habla de los sofocos, irritabilidad y pérdida de la libido, todos los síntomas asociados al inicio del climaterio, en realidad estamos ante un periodo de transición entre la época fértil y la pérdida completa de la función ovárica que se denomina perimenopausia.
“La perimenopausia comienza aproximadamente entre los 45 y 50 años, unos cuatro o cinco años antes de la retirada del periodo, y es una época en la que se produce una mayor fluctuación hormonal estrogénica, de forma que los picos, es decir, la diferencia entre los niveles estrogénicos más altos y los más disminuidos es muy grande. Esto provoca un baile hormonal que hace que este sea uno de los periodos de mayor riesgo de depresión para la mujer”, explica Marina Díaz.
🔴 Una hormona ligada a las emociones
Lo normal en una mujer en su etapa fértil es que tenga unos niveles de estradiol (principal forma del estrógeno) entre 30 a 400 picogramos por mililitro (pg/ml) y, después de la menopausia, entre 0 a 30 pg/ml. En la perimenopausia se pueden observan niveles altos que no corresponden a la edad de la mujer (45-50) y que indican unas fluctuaciones relacionadas con los últimos años de la retirada definitiva del periodo y con la aparición de ciertos cambios emocionales.
Como destaca Pascual García Alfaro, ginecólogo responsable de la Unidad de Menopausia de Dexeus Mujer, “se estima que hasta un 75 % de las mujeres pueden presentar leves síntomas emocionales en algún momento durante sus ciclos menstruales”. También durante el embarazo y el posparto, ya que, además de factores psicológicos como el cambio de la imagen corporal, cambios en el estilo de vida familiar y laboral o adaptación al recién nacido, se producen importantes variaciones hormonales.
“Todo ello va a influir en estos cambios emocionales. Pero lo que ocurre en la perimenopausia es diferente, ya que estas subidas y bajadas se vuelven más extremas”, recuerda Alfaro. Por ello, y aunque se conoce que la pubertad puede estar asociada con los primeros episodios de depresión en la mujer, el mayor riesgo de depresión suele ocurrir durante el periodo de posparto —más de un 10 % de las madres la sufre— y durante la perimenopausia, cuando la presencia de síntomas depresivos se dispara: entre el 45 % y el 70 % de las mujeres la sufren en esta etapa.
🔴 Cómo afecta al cerebro
Este hecho se debe a que las hormonas sexuales están íntimamente ligadas al sistema nervioso central y, por lo tanto, influyen en la sinapsis y funcionamiento del cerebro. “El estrógeno —pero también otras hormonas, como la progesterona y la oxitocina— puede modular el funcionamiento de diferentes neurotransmisores; entre los que se encuentra la serotonina, que tiene un papel clave en la regulación emocional, afectiva y en el comportamiento”, explica la psiquiatra Marina Díaz Marsá.
Para tener un estado de ánimo estable se necesita tener unas concentraciones estables de este neurotransmisor, por lo que un descenso de la cantidad de hormonas producidas por el cuerpo, las fluctuaciones intensas o la disminución de los niveles estrogénicos pueden modificar los niveles de serotonina y contribuir a las variaciones del estado de ánimo.
Factores de riesgo y síntomas que dan la voz de alarma
Se sabe por la realización de ciertos estudios que las mujeres que durante su etapa fértil tuvieron episodios de fuerte ansiedad o sentimientos de más tristeza en los días previos a su menstruación (síndrome premenstrual), tienen más posibilidades de padecer depresión en la perimenopausia, al igual que aquellas que sufrieron una depresión posparto o las que tienen un historial genético (si su madre también la sufrió). “También se conoce que un buen soporte sociofamiliar, la satisfacción laboral y la existencia de una pareja positiva y solidaria podría servir como factor de protección, particularmente en las mujeres vulnerables”, puntualiza Marsá.
Detectar a tiempo una depresión es esencial. Sin embargo, a menudo pasa desapercibida en la consulta de atención primaria o en ginecología. En la mayoría de las ocasiones estas mujeres consideran que esos sentimientos no forman parte de ninguna patología, sino de la vida cotidiana que les ha tocado vivir, y por eso tardan en pedir ayuda. “Hay que aceptar que existe malestar en la vida cotidiana. Entender que no todos los días de nuestra vida pueden ser igual de felices, que en la vida hay momentos de alegría y tristeza y que el estrés es fundamental para seguir para adelante. Pero hay síntomas que dan la voz de alarma”, cuenta Marsá.
La psiquiatra enumera la alteración del sueño, la pérdida de apetito, la falta de energía y de concentración, la irritabilidad, el sentimiento de impotencia, ansiedad, frustración, culpabilidad, la sensación de vacío y de que ya no se disfruta como antes, la instalación del pesimismo o tendencia al aislamiento social. “Si al menos cinco o más de estos síntomas persisten en el tiempo —más de dos semana—, ya podemos hablar de depresión, una enfermedad grave que no se puede banalizar”, indica la profesional.
¿Cómo se trata la depresión?
La depresión es multifactorial, ninguna depresión está motivada solo por la caída de estrógenos. Por eso, la depresión diagnosticada se trata en consulta de un psiquiatra con antidepresivos o terapia, dependiendo de la gravedad.
Si la mujer tiene muchos síntomas menopáusicos y si su ginecólogo así lo considera, se puede recetar la terapia sustitutoria hormonal, pero solo para aliviar síntomas y nunca tratará la depresión en el caso de que ya esté instaurada. Este tratamiento hormonal con estrógenos y progesterona no está indicado para todas las mujeres. A pesar de los efectos del estrógeno artificial para mejorar el estado de ánimo de la mujer menopáusica, su uso sigue siendo controvertido. Un estudio descubrió hace 20 años que esta terapia hormonal aumentaba el riesgo de cáncer de mama, ataques al corazón y accidentes cardiovasculares.
“No es algo que se recete en la consulta del psiquiatra, pero puede ser una opción para tratar los síntomas de la menopausia sofocos, sudoraciones, cambios en el estado de ánimo, irritabilidad y mala calidad del sueño— si así lo considera el ginecólogo, ya que tampoco está indicado para todas las mujeres. Aunque hay que tener en cuenta que este tratamiento solo tratará los síntomas de la alteración hormonal, pero nunca sustituirá al tratamiento contra la depresión”, matiza Marina Díaz Marsá.
“En casos de un trastorno de depresión mayor, por lo general, siempre en la primera línea de tratamiento estarían los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, por su efecto antidepresivo. La psicoterapia puede ser un complemento al tratamiento, aunque en algunos otros casos podría constituir el tratamiento de inicio”, explica Pascual.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el sexo condiciona de forma directa las experiencias que vive una persona, por ello, la perspectiva de género es importante en la salud en general, pero en especial en la mental. Analizar las causas que provoca la depresión en ellos y en ellas servirá para dar con un diagnóstico temprano e impedir que este sentimiento profundo de tristeza y ansiedad se cronifique. En definitiva, salvará vidas.