Afinar las estrategias contra la obesidad infantil
La obesidad infantil es un problema apremiante en España. Las cifras del último estudio ALADINO revelan que el 40,6 % de los niños y niñas de 6 a 9 años tiene sobrepeso u obesidad. Este dato, malo de por sí, se entiende mejor en el marco del estudio COSI, publicado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2022, que nos sitúa como el tercer país con mayor prevalencia de sobrepeso infantil y el cuarto en obesidad de toda Europa.
La alimentación no es la única responsable de esta situación, pero sí está entre sus principales desencadenantes. De ahí que las políticas públicas más recientes se hayan centrado en limitar la publicidad de productos ultraprocesados dirigida al público infantil y en promover el consumo de alimentos saludables.
Ahora bien, para que las campañas en favor de unos buenos hábitos sean más eficaces, es preciso conocer mejor cuáles son los conocimientos, preferencias e influencias de sus destinatarios; en este caso, los adolescentes. Por ello, el informe de la AESAN ha buscado un acercamiento mucho más real, interpelándolos directamente para convertirlos en protagonistas de las políticas de alimentación saludable. Estos son los resultados.
Qué es comer sano
Algunos mensajes y modelos tradicionales sobre qué es la alimentación saludable han calado en la percepción juvenil. Entre las respuestas se aprecia lo siguiente:
- La influencia del modelo de la pirámide alimenticia: «Me lo aprendí del imán que hay pegado en la nevera de mi abuela. Pone lo bueno y lo malo. Las manzanas abajo, la chuchería arriba. O al contrario».
- La idea de que la variedad es necesaria: «Yo creo que [comer bien] es comer frutas y verduras por lo menos tres veces al día. Comer huevos también, espaguetis una o dos veces a la semana, y carne y pescado».
- La noción de que los platos caseros son platos saludables: «Comer comidas caseras, no bollería industrializada y esas cosas».
- El conocimiento de que hay bebidas perjudiciales… aunque con dudas: «Alcohol, tabaco y otro tipo de sustancias no son buenos para nadie». «Yo escuché que tomarse un par de cervezas al día no es malo. Igual con el vino. Un vaso de vino al día, porque lo fabrican a partir de las uvas».
Qué les impide comer de manera saludable
Alimentarse de manera saludable no siempre resulta sencillo, máxime cuando nos encontramos en dinámicas y entornos obesogénicos que facilitan elecciones menos interesantes para la salud. Entre los principales obstáculos para «comer mejor», los adolescentes señalan estos:
- Falta de tiempo: «La falta de tiempo de la persona que cocina en casa. A veces no da tiempo para preparar y dices: ‘¡Ah! pues esto!'».
- Falta de dinero: «También depende del dinero que tenga tu familia, porque a veces comer sano tampoco es que sea muy económico».
- Falta de organización: «Si te organizas bien el dinero, te puedes comprar esto, después lo otro, y vas comiendo más equilibrado».
- Oferta alimentaria y presencia de ultraprocesados: «Lo único malo es que te ponen el chocolate en frente de la fruta; que, si tú vas a coger algo, te entra hambre porque lo ves de frente».
- Creencia en los supuestos beneficios de ciertos nutrientes, como el azúcar, o de productos ultraprocesados, como las bebidas energéticas: «El azúcar te da energía al momento; te da que te vuelves loco, te da un subidón. Si estoy estudiando me ayuda más».
Es importante señalar que los alimentos que más les gustan son los que están compuestos, sobre todo, por carbohidratos simples. El pan, la pasta o las patatas son los alimentos que más les gustan, a pesar de que consideran que las carnes, verduras, legumbres y frutas son más saludables.
También es interesante saber que cuando pueden elegir qué alimentos comer, lo hacen basándose en su apariencia y sabor, independientemente de si los consideran saludables.
Qué o quiénes les ayudan a comer bien
Los factores que inciden en que los adolescentes lleven un estilo de vida saludable son, sobre todo, la familia, los profesionales (por ejemplo, deportivos), Internet y el centro de estudios.
- Referentes familiares: «La familia, la sabiduría que tengan, por ejemplo, las abuelas». «Bueno, a ver, mis padres están comiendo sano ahora porque ven vídeos en YouTube y está bien para saber».
- Referentes profesionales: «Una vez vino un entrenador que nos empezó a explicar la dieta que debería tener un jugador de fútbol. Después de ahí yo me motivé y dejé de tomar azúcar en el té, por ejemplo, y lo he ido dejando y ya no tomo casi azúcar. También, antes de los partidos, nos dice el entrenador que tenemos que comer antes de dos horas».
- Referentes educativos: «El año pasado traían frutas; en febrero, empezaron a traer frutas. Cada día, una fruta diferente, fresas o plátanos. Había un concurso que a quien trajese más frutas de su casa se le apuntaba un punto». Aquí también influye la oferta alimentaria, por ejemplo, de la cafetería: «Bocatas que no sean tanto de beicon sino de queso y tomate, lechuga, por ejemplo».
Qué proponen los adolescentes para mejorar la alimentación
En el estudio, varios adolescentes señalaron que tienen mucho para aportar, pero que se sienten poco escuchados. «Es que ellos piensan: ‘¡Ay! ¡Son niños, no saben lo que dicen!’ Hay niños que somos muchísimo más listos y tenemos muchísimo más sentido común acerca de la vida y tenemos mucha más capacidad para desarrollar nuestras ideas que algunos adultos».
En este sentido, son críticos y señalan fallos e incongruencias en las iniciativas. Un ejemplo: «Del programa de concienciar para que comamos frutas, lo echaron a mi hermano por no comer frutas. Pero ¿cómo lo van a echar del programa? No tiene mucho sentido. Van a concienciar a la gente que ya come frutas a que coma frutas».
Por ello, se les preguntó qué se podría hacer para mejorar los hábitos alimenticios. Estas son sus propuestas:
💡 Cosas que pueden hacer ellos mismos
- Aconsejar a compañeros y compañeras para que mantengan un peso saludable de una manera sana (comer sano y hacer deporte).
- Preocuparse por la salud: consumir cosas sanas es importante más allá del aspecto físico (la delgadez no tiene por qué estar relacionada con el bienestar).
- Limitar el consumo de comida poco saludable.
- Hacer campañas de información y comunicarlo en nuestros barrios. Difundir en los barrios, con carteles y folletos.
- Que se compre comida de comercio justo.
- Acompañar a hacer la compra para poder aportar.
- Comer fruta, ensalada, comida variada. No comprar tanta comida basura.
- Proponer un menú en casa y establecer horarios para las comidas.
- Hacer ejercicio en casa.
- Cocinar tu propia comida.
💡 Cosas que se pueden hacer en los centros educativos
- Llevar a personas para que hablen sobre estos temas.
- Estimular a los alumnos y alumnas para que lleven fruta al colegio.
- Hacer juegos y dinámicas sobre el tema.
- Visitas mensuales de médicos al centro educativo para dar información: nutrición, revisión anual, beneficios del deporte, etc.
- Informar: sobre hábitos de vida saludable, sobre las creencias en torno a la estética, el peso y la salud.
- Promover deportes.
- Organizar talleres sobre estos temas.
- Poner dietas saludables. Ofrecer comida saludable y variada en los colegios que ayuden a generar hábitos más sanos.
- Que en los colegios se hable también de la salud mental en conjunto con la dieta saludable.
- Campañas informativas, diseñar materiales con información. Información sobre las propiedades de los alimentos.
💡 Cosas que pueden llevarse a cabo desde el Gobierno
- Promocionar por redes sociales hábitos saludables.
- Hay más kioscos que fruterías… debería haber más oferta de comida saludable. Hay más comida poco sana en los supermercados.
- Anuncios para niños y niñas más pequeños/as con información sobre alimentación saludable, para que lo puedan entender y crezcan sabiendo cómo mantener una dieta saludable.
- Actividades deportivas gratuitas.
- Crear más zonas de recreo. No todas las personas van a gimnasios y este tipo de espacios para hacer deporte. Pero sí que suelen ir a parques y otros espacios públicos.
- Promocionar fruterías y verdulerías y controlar que haya más comida saludable en los supermercados.
- Fomentar actividades deportivas en espacios públicos.
- Bajar precios de comida saludable y la comida no saludable ponerla más cara.
- Promocionar tiendas de deportes más baratas.
Entre las múltiples conclusiones y recomendaciones del estudio, los investigadores señalan que es fundamental construir entornos que promuevan y favorezcan opciones de consumo de alimentos saludables y sostenibles, con especial incidencia en el entorno educativo y familiar y comunitario, protegiendo a la infancia y adolescencia de la presión a consumir alimentos no saludables.
También subrayan la importancia de desarrollar iniciativas que hagan que la elección más saludable sea la más fácil de elegir, promoviendo también que las alternativas saludables sean las más baratas, facilitando el acceso de los grupos socioeconómicos más desfavorecidos a una alimentación más saludable.
👀 A la mayoría de los participantes no le interesa conocer si los productos que consumen son sanos: «No, porque si estoy contento no voy a mirar si es saludable».
👀 En menor medida, sí les interesa conocer si un producto es saludable o no, por lo que miran las etiquetas: «Yo sí lo miro, me fijo en las calorías, el azúcar, lo que es más malo para nuestros cuerpos. Por ejemplo, una galleta tiene 5 gramos de azúcar».
👀 Algunos comentaron que las miran porque padecen condiciones médicas: «Yo sí, porque tengo alergias y entonces lo tengo que mirar».
👀 Varios consideran que la publicidad sobre los alimentos puede ser engañosa y que también las etiquetas lo son: «Pone ‘sin azúcares añadidos’, pero es que depende porque pueden ser azúcares naturales». Al respecto, también señalaron que las etiquetas deberían ser más fáciles de comprender.