El proyecto NaviLens permite a las personas con problemas de visión acceder a toda la información de los productos. Funciona con una aplicación de móvil y un tipo especial de código QR. El objetivo es que estos consumidores ganen autonomía y ya hay productos que incluyen este sistema, pero aún falta mucho por recorrer. Hacer la compra todavía hoy es un desafío para las personas ciegas.
Una ley para proteger a los consumidores vulnerables
El 25 de febrero de 2022 se aprobó la Ley de protección de los consumidores y usuarios frente a situaciones de vulnerabilidad social y económica, que obliga al etiquetado en braille de los bienes y productos de consumo. La norma incorpora una disposición adicional sobre etiquetado inclusivo, atendiendo a la demanda del Comité Español de Representación de Personas con Discapacidad (CERMI).
El texto establece que, en el plazo de un año desde la entrada en vigor de esta ley, el Gobierno desarrollará un etiquetado en alfabeto braille, así como en otros formatos que garanticen la accesibilidad universal de los bienes y productos. El desarrollo de este etiquetado debería hacerse, conforme establece la citada ley, teniendo que especificar qué bienes quedan afectados y en qué condiciones ha de hacerse el etiquetado.
Si bien el Consejo de Ministros aún no ha anunciado nada al respecto, se espera que sea en estos días cuando finalmente se publique la nueva norma, en la que han participado el Ministerio de Consumo, CERMI y la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).
Etiquetado en braille voluntario
En los últimos tiempos, algunas comunidades autónomas han incluido en sus normas regionales la opción de poner esta información, pero sin establecerlo como obligatorio. Es el caso del Código de Consumo de Cataluña. También algunos empresarios del sector agroalimentario han etiquetado, de forma voluntaria, algunos de sus productos con el sistema braille. Sin embargo, las personas afectadas consideran que se da una información escasa y, lógicamente, sin un criterio unificado.
El etiquetado es un tema importante, ya que alrededor de un millón de personas con algún tipo de discapacidad visual espera su desarrollo, muchas de ellas para poder ir solas al supermercado. Porque su mayor necesidad no es que se ideen nuevos productos adaptados a ellos, sino que todos los que existen se etiqueten en braille y con todos los detalles posibles para que sean más accesibles.
“El problema con el que se encuentran las personas con discapacidad visual no es solo el no saber dónde están los alimentos y otros productos en un supermercado, sino también conocer sus componentes o si se trata de productos peligrosos, como puede pasar con la lejía”, explica un portavoz de la ONCE.
El etiquetado en braille debe incluir toda la información básica del producto (nombre, fabricante…), las alergias, la fecha de caducidad y, en realidad, todo lo que sea posible incluir en el espacio del que se disponga, para poder ayudar lo mejor posible a las personas con discapacidad visual a ser más autónomas en sus elecciones como consumidoras.