¿Qué factores de riesgo tienen relación con el cáncer de colon?
El principal es la edad: los años hacen que las probabilidades de padecer el cáncer en general y el de colon en particular sean más elevadas. Al margen de la edad, el estilo de vida es determinante. No hacer ejercicio físico, el sobrepeso y seguir una dieta basada en productos muy elaborados y pobres en fibra favorecen el cáncer de colon. También todo lo relacionado con el síndrome metabólico, tener la glucosa y los triglicéridos altos, así como el consumo de tabaco y el alcohol.
¿El alcohol y el tabaco conjuntamente multiplican el riesgo?
Si una persona fuma o bebe tiene más probabilidades de padecer un cáncer, pero si suma las dos cosas, aumenta de manera importante esa probabilidad. Con respecto al consumo de alcohol, no hay una relación tan directa como entre el tabaco y el cáncer de pulmón, pero en los tumores de colon sí es una de las primeras causas que puede producirlos.
En EE. UU. se diagnostican cada vez más casos en personas relativamente jóvenes. ¿Ocurre lo mismo en España?
Están aumentando, pero no a la velocidad que lo hace en EE. UU. El año pasado hubo una reunión con más de 400 expertos para debatir este asunto porque sí es preocupante el horizonte hacia donde vamos y no acababan de ver claro el origen del problema. Parece ser que lo circunscriben de nuevo a cómo está cambiando la alimentación, el estilo de vida, los hábitos higiénico-dietéticos, al cambio en las bacterias intestinales y a un estado de inflamación persistente en el tubo digestivo. Ante esta situación, se están promoviendo estudios para ver si hay características diferenciales en la población joven, algo muy importante porque a esta edad el cáncer de colon también suele ser más agresivo.
Nuestra alimentación se ha ‘americanizado’ y cada vez es menos mediterránea. ¿Se puede deducir que sucederá lo mismo en Europa que en EE. UU.?
La dieta de la juventud en América es todavía muy diferente a la de los países de la cuenca mediterránea, por ejemplo, pero qué duda cabe de que vamos hacia ello. Algunos indicativos son preocupantes. El sobrepeso se está adelantando en edad: cada vez hay más jóvenes con este problema y con obesidad, cuando antes era algo que aparecía con los años.
El cáncer de colon es el más frecuente en España, más de 40.000 casos al año, y sin embargo, apenas se habla de él. ¿Por qué?
No se entiende fácilmente si se compara con otros tumores, como el de mama, del que se habla mucho más. Una de las razones es que ha habido muchas campañas alrededor de la importancia del cribado del cáncer de mama que ha concienciado a la población sobre la patología mamaria y, aunque se ha intentado, no ha habido una concienciación equivalente sobre lo que supone el cáncer de colon y la necesidad que tenemos de adherirnos a la campaña de cribado para prevenirlo.
¿Qué relación tiene el pronóstico con un diagnóstico precoz?
Cuanto antes se diagnostica las probabilidades de curarlo son superiores. Además, en los últimos años se ha avanzado mucho en las estrategias terapéuticas y hay incluso posibilidades de curación en personas con metástasis.
En el cáncer de mama los programas de cribado han sido determinantes en el diagnóstico precoz del tumor y en el aumento de la supervivencia. ¿Puede tener el mismo efecto el cribado de cáncer de colon?
Puede tenerlo mejor. El cribado de cáncer de mama lo diagnostica precozmente, mientras que el de cáncer de colon lo que hace en un porcentaje alto es impedir que aparezca. Este tumor se produce a lo largo del tiempo, tarda en aparecer 10 y 12 años. Al principio hay una alteración de la mucosa del colon, en la que empiezan a proliferar células de manera descontrolada, aparece un pólipo, después un adenoma y finalmente se maligniza. Durante ese periodo de tiempo, si hacemos colonoscopias y detectamos el pólipo o el adenoma y lo extirpamos, nunca va a malignizar. Es decir, hacemos prevención primaria, evitamos que aparezca un cáncer, y eso es algo que no pasa en otros cribados.
¿Y si ya ha aparecido el tumor cuando se hace la colonoscopia?
Esa es la segunda función de los cribados. Si nos encontramos un tumor, va a ser en un estadio más precoz que si no la hacemos y da la cara con el tiempo. Ya hemos dicho que, diagnosticado el tumor precozmente, las posibilidades de curación son mucho mayores.
Hay que dejar claro que un cribado que dé positivo no quiere decir que esa persona tenga cáncer, ¿no?
Efectivamente. Hay que tener cuidado con esto porque podemos caer en la cancerofobia. Ante un positivo no hay que pensar necesariamente que es un cáncer. La prueba consiste en analizar una muestra de heces en la población de riesgo, que se ha detectado entre los 50 y los 69 años, y ver si tiene sangre. Si la tiene, se hace una colonoscopia, pero alrededor del 95 % son pólipos o adenomas y nunca van a desarrollar la enfermedad. Cuando la prueba da negativo, se repite cada dos años.
¿Los programas se aplican en todas las comunidades autónomas?
Sí, pero de manera muy heterogénea. Hay comunidades, generalmente más pequeñas, donde la mayoría de la población de riesgo se ha sometido al cribado, y otras que han empezado más tarde y no van a la misma velocidad. Siempre me gusta dar un mensaje positivo. Hay que hacer hincapié en que cualquier persona que tenga más de 50 años participe en el cribado. Si todo el mundo lo hiciera, se salvarían 3.600 vidas al año.
En algunos tipos de cáncer se han registrado importantes avances terapéuticos en los últimos años, como el uso de la inmunoterapia o las terapias dirigidas. ¿Ha ocurrido también en el cáncer de colon?
Hubo una época en que impactó de manera muy clara no solo la estrategia terapéutica, sino los tratamientos que iban surgiendo. Ahora hay cierta ralentización. En otros tumores el tratamiento con inmunoterapia ha supuesto un cambio cualitativo y cuantitativo importante, y en el de colon también, pero el problema es que los pacientes que se benefician de la inmunoterapia son muy pocos, un 5 % o un 6 %. Sí ha sido muy importante para la cura de pacientes que, por ejemplo, tenían metástasis en el hígado o en el pulmón, que responden al tratamiento y la superan posteriormente.
¿Hay síntomas inequívocos que deban alertar de un posible cáncer de colon?
Los síntomas suelen ser muy insidiosos porque pueden confundirse con otras sintomatologías del tubo digestivo. Ahora, hay algunas cosas claras: un sangrado sin una causa justificada hay que consultarlo con el médico. También los cambios de hábitos intestinales: por ejemplo, si una persona suele ser estreñida y pasa a tener diarreas o, al revés, si una persona que iba regularmente al baño pasa a tener estreñimiento. Asimismo, la pérdida de peso, la aparición de anemia o los dolores de estómago no justificados hay que consultarlos con el médico.
¿Hay personas que por sus antecedentes familiares o por otros factores deberían tener un seguimiento más exhaustivo?
De hecho, lo tienen. En la mayoría de los hospitales hay consultas de alto riesgo para cualquier persona que tenga antecedentes familiares de primer orden. También se les hace un seguimiento diferente al de la población normal a las personas que se les detecta alguna mutación en las consultas de consejo genético que haga pensar en un cáncer de carácter familiar.
¿Cómo es la calidad de vida de las personas que superan la enfermedad, de los largos supervivientes?
En España no se sabe cuántos hay, pueden ser alrededor de un millón y medio, y hay muchas asignaturas pendientes con ellos. Tiene que haber un abordaje multidisciplinar, no solo sanitario, sino social. Algunos necesitan ayuda para la reinserción laboral, los hay que presentan toxicidades tardías que pueden aparecer fruto del tratamiento o pueden darse segundos tumores. También hay personas que necesitan fisioterapia a largo plazo. Son retos que hay que abordar. Otra cosa importante es que se dispone de pocos fondos para investigar cuáles son los requerimientos y las necesidades de los largos supervivientes, que gracias a Dios cada vez son más.