Miedos del verano en los niños
Con la primavera, pero sobre todo el verano, los niños pasan más tiempo al aire libre, disfrutando de la naturaleza, la playa, la montaña… Pero, a veces, en esos espacios se sienten molestos, con miedos, temores y hasta fobias que les resulta complicado gestionar, y lloran, duermen mal o hasta no quieren acercarse ni saber nada de ir a la piscina o hacer una excursión al campo.
Los peques se encuentran en sus vacaciones estivales con situaciones, animales u elementos que no son muy comunes en el resto del año y que, por tanto, trastocan su normalidad. “El verano tiene una parte de imprevisibilidad y de cambio de rutinas que para los niños con tendencia a los miedos resulta más sencillo que se den”, explica Amaya Prado, Amaya Prado, vocal de la Junta de Gobierno del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid.
Pero como cualquier miedo infantil, los miedos en verano pueden derivar en fobias. ¿Cuándo un miedo se convierte en fobia? Como comenta la experta, “cuando el miedo es desproporcionado: deja de ser natural o adaptativo para convertirse en irracional que afecta a la vida del niño o niña y de su familia”. Por este miedo intenso ante una situación u objeto que no representa un peligro real, pero que vemos que empeora, es continuado en el tiempo y afecta al peque y su familia o entorno, hay que recurrir a un profesional.
Sin embargo, la mayoría de los miedos y temores infantiles desaparecen por sí solos con el tiempo. El niño va madurando y aprendiendo estrategias para afrontarlos, y en este aprendizaje los padres y madres pueden colaborar. ¿Cómo ayudar a afrontar los miedos del niño? Tres son las pautas generales:
- Identificar a qué tiene miedo: a que un rayo le alcance, a que le duela la picadura del mosquito, a no hacer pie en la piscina…
- Validar el miedo. No reírse, aunque no lo comprendamos. “Nunca hay que restarle importancia o minimizar lo que está sintiendo”, indica Prado.
- Ver las posibles soluciones y ponerlas en práctica de manera gradual.
A continuación, enumeramos los miedos del verano más comunes y cómo ayudar a los hijos a superarlos.
💦 Miedo al agua
El miedo al agua (hidrofobia) de la playa (el miedo al mar se llama talasofobia), la piscina o el río es un miedo habitual en la infancia. La cantidad de agua, su temperatura, la sensación de frío al meterse en ella, no se ve (bien) el fondo o qué hay debajo, el movimiento de las olas… hay tantos elementos estresantes que pueden generar desconfianza en el peque. Por eso resulta esencial saber a qué tiene miedo para poder actuar.
- Qué hacer. Como es un miedo frecuente en los niños, se puede prevenir de antemano en otra estación del año acudiendo a una piscina a nadar. Allí veremos qué podría temer. Si tiene miedo a que el agua le cubra, hay que meterle durante poco tiempo en zonas donde no lo haga y hacer juegos de agua con los que pueda disfrutar y “aportarle con nuestra presencia la seguridad y protección que necesite”, añade la psicóloga. Ayuda sentarse en el bordillo de la piscina y salpicar con los pies o en la orilla de la playa y esperar a que las olas los mojen.
🏖️ Miedo a pisar la arena o el césped
A los niños les encanta jugar en la arena, hacer castillos con el cubo y la pala y hasta embadurnarse como una croqueta. Y también los hay que se pueden pasar horas corriendo y jugando sobre el césped, y hasta descalzos. Pero no son pocos los bebés a los que les disgusta su textura, les da repelús. Les asusta ver cómo sus pies se hunden en la arena o la hierba, les molesta estar sobre ellas y, por supuesto, no quieren ni acercarse a la playa, la piscina…
- Qué hacer. Ante el miedo a la arena (amatofobia) y la hierba, lo idóneo al principio es que use chanclas o zapatillas y ponerle siempre una toalla o manta para evitar el contacto directo. Un juego que puede ayudar a superarlos es dentro de la manta sacar el pie, tocar la superficie rápido y reírse: una vez vosotros y otra, el peque. La psicóloga anima a practicar el mindfulness con el nilño y que se centre en las sensaciones positivas.
🐜 Miedo a los insectos
Los insectos son pequeños, pero dan un poco de asco y algunos nos pueden picar. El miedo a los insectos (entomofobia) o bichos es normal en la infancia. A los menores les extraña estos seres que trepan por la pared, se cuelgan del techo, suben por nuestro cuerpo…
- Qué hacer. Usar repelentes siempre resulta, como también hacerles ver que somos mucho más grandes de tamaño. Conocer más sobre el bicho que le da miedo (con libros, metiendo alguno en una jaula y observándolo) le servirá para afrontar su temor. Prado sugiere leer algún cuento infantil para ayudar al niño a superar su miedo. “No se pueden tratar de evitar los miedos. Son adaptativos y es bueno que aparezcan. La forma de afrontarlo con ellos es lo que puede hacer que no vayan a más”, insiste la psicóloga.
🌩️ Miedo a las tormentas
Los relámpagos, los truenos, el viento, la lluvia y el granizo propios de las tormentas suelen atemorizar a los niños. Es normal que lloren y griten si tienen miedo a las tormentas (brontofobia).
- Qué hacer. Es importante identificar a qué tiene miedo para poder darle una explicación racional del porqué sucede: el ruido, la descarga eléctrica… Amaya Prado recomienda ver antes algún cuento o algún video donde se aborde el miedo concreto. Y para el momento en el que se está desatando la tormenta, aconseja tranquilizarlo, validando lo que el niño siente. “Hay veces que el propio adulto tiene miedo a la tormenta. Lo adecuado es que cuando haya que contener y controlar ese miedo, pueda ser otra persona la que le tranquilice, porque los miedos se transmiten”, advierte.
✈️ Miedo a volar
No solo les pasa a los niños. Muchos adultos tienen miedo a volar (aerofobia). Días antes pueden tener pesadillas o, en pleno vuelo, llorar o tener ataques de pánico. Puede ser porque tienen miedo a los espacios cerrados (claustrofobia) o a la altura (acrofobia), o porque los ruidos fuertes o las turbulencias les asustan. Por supuesto, podría ser un miedo transmitido por sus familiares o amigos.
- Qué hacer. Antes del viaje, es esencial hacerle ver que los ruidos y turbulencias son normales, por lo que hay que intentar que el peque cuente los miedos que tenga y que el adulto los valide. Prado asegura que sería idóneo organizar el viaje con películas y juegos que puedan ayudar al niño, tanto antes como durante el trayecto. Pero sobre todo se debe brindar apoyo emocional durante el vuelo, y lo debe hacer una figura de referencia y de protección de esos momentos en los que siente miedo.
⛺ Miedo a ir de campamento
Ir a un campamento de verano es una experiencia que todo niño debería vivir alguna vez en su vida. Pero ¿a qué edad? Con seis años, cuando ya cursa Primaria, los menores ya están listos para pasar unos días (y sus noches) fuera en plena naturaleza —la mayoría discurren fuera de la ciudad, aunque hay campamentos urbanos de día— sin sus progenitores y en compañía de otros niños de su edad. Pero son muchos los miedos que concurren a estas edades en estos entornos: miedo a la oscuridad, a los ruidos fuertes, a los insectos y animales, a la separación y abandono, a los fantasmas, a la muerte, a cómo me ven los otros, a hablar en público…
- Qué hacer. Estas recomendaciones sobre el primer campamento del niño pueden servirte. La psicóloga señala que habría que prepararle con tiempo hablándole de la importancia y los beneficios de ir a campamentos y, en el caso de peques a los que les cuesta separarse, recuerda que lo conveniente es empezar por campamentos sin pernocta. “Pero si sufre mucho, es preferible acudir a un especialista que valore qué le puede estar pasando, si falta de habilidades sociales o inseguridad”, añade.
😨 Miedo a estar desnudo
Los cambios de la pubertad, tanto físicos como psicológicos, pueden hacer que el adolescente sienta cierto miedo a la desnudez (gimnofobia), que puede ser muy patente en chicos y chicas que no quieran quitarse la camiseta en la playa o que tiendan a no usar vestuarios públicos en la piscina, por ejemplo.
- Qué hacer. El mindfulness puede resultar útil. Y, también, según la psicóloga consultada, como son “miedos normales de vergüenza en la adolescencia, cuanto menos se le fuerce, mejor. Cuando se sienta seguro, se quitará la ropa”.
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