No es que los cirujanos se hayan vuelto más presumidos, sino que prestan cada vez más atención a nuevas puertas de entrada al interior del organismo humano de la forma menos invasiva posible, que no dejen cicatrices y permitan una pronta recuperación. Lo último, extraer un riñón mediante cirugía laparoscópica a través del ombligo. Accediendo por este orificio, cirujanos de distintas especialidades pueden extraer órganos afectados como la próstata o útero, extirpar tumores ováricos, quistes o llevar a cabo una ligadura de trompas.
Imagen: richie graham
Esta nueva moda quirúrgica tiene un acrónimo inglés: NOTES (Natural Orifice Transluminal Endoscopic Surgery), cirugía endoscópica transluminal que aprovecha los orificios naturales del cuerpo humano (boca, nariz, ano, vagina u ombligo). El pasado 12 de marzo, aprovechando que era el Día Mundial del Riñón, especialistas del servicio de urología del Hospital Clínic de Barcelona, dirigidos por Antonio Alcaraz, extirparon el riñón a una mujer diagnosticada de cáncer renal a través de una única apertura.
«Es la primera intervención de este tipo que se realiza en España y de los pocos procedimientos llevados a cabo con éxito en el mundo», explicó Alcaraz, añadiendo que con esta técnica los tiempos de recuperación se reducen a la mitad y los resultados quirúrgicos superan con creces a la laparoscopia convencional. «La operación se realiza con material especialmente diseñado para trabajar desde el ombligo, requiriendo, eso sí, un gran control y precisión por parte del cirujano».
Fuera cicatrices
Intervenir por el ombligo no deja cicatrices, los tiempos de recuperación se reducen, apenas hay riesgo de hemorragia y el dolor es mínimo
Operar con éxito y sin dejar cicatrices se ha convertido ahora en una prioridad quirúrgica. Desde que la cirugía abierta convencional dio paso a una cirugía asistida por laparoscopia -que requiere tres, cuatro y hasta cinco pequeñas incisiones para intervenir-, cirujanos de la cavidad pélvica y abdominal, junto a expertos en robótica, empezaron a investigan nuevas formas de entrar en el organismo para explorar estructuras, diagnosticar enfermedades y extirpar órganos de la forma menos invasiva posible.
Una de las puertas de entrada que más se baraja en estas intervenciones es el ombligo, por donde el equipo de Alcaraz extrajo con éxito un riñón a una paciente de edad avanzada (85 años) diagnosticada de cáncer. A los tres días de la operación, la paciente pudo volver a casa sin síntoma alguno, ni tampoco señal o cicatriz.
Hace poco menos de un año, el mismo equipo de cirujanos llevó a cabo la primera nefrectomía transvaginal del mundo en un cáncer renal, pese a que en aquella ocasión fue necesario llevar a cabo dos pequeñas incisiones de un centímetro en el abdomen de la paciente. Desde entonces, ha realizado un total de 12 extracciones a través de la vagina, una vía que, además, se plantea como alternativa en los trasplantes renales de donante vivo.
De vestigio embrionario a puerta quirúrgica
Sin embargo, la abertura natural protagonista del momento es el ombligo, una herencia embrionaria que da paso a una nueva generación de intervenciones quirúrgicas mínimamente invasivas. Esta puerta de entrada quirúrgica presenta numerosas ventajas, según los cirujanos, puesto que, además de la ventaja estética de no dejar cicatrices, los tiempos de recuperación del paciente se reducen a la mitad, apenas hay riesgo de hemorragia, al ser el ombligo una zona muy poco vascularizada, y el dolor es mínimo, porque hay muy pocas terminaciones nerviosas circundando este orificio.
Por otro lado, a diferencia de la vagina, el ombligo es una puerta de la que se pueden beneficiar tanto hombres como mujeres. En la actualidad la vía umbilical se presenta como la auténtica revolución en cirugía mínimamente invasiva. A través de ella, cirujanos de distintas especialidades de la cavidad pélvica y abdominal (urología, ginecología o gastroenterología) pueden extraer órganos afectados por cáncer u otras dolencias como próstata o útero, extirpar tumores ováricos o quistes, o llevar a cabo una ligadura de trompas.
Además, el vestigio embrionario en cuestión estimula el ingenio de los investigadores más avezados que vislumbran una combinación de cirugía transumbilical y tecnología robótica a través de la cual tanto la intervención como la invasión del organismo queden reducidas a una mínima expresión. Todo ello, sin sacrificar ni la eficacia de la cirugía ni los beneficios para el paciente.
Imagen: Wikimedia
La nefrectomía transumbilical (extirpación del riñón vía umbilical) por acceso único simplifica una operación de por sí bien complicada. La debe llevar a cabo un cirujano entrenado en el uso de un trocar de acceso único, instrumento laparoscópico que requiere largas dosis de control y precisión para ser utilizado correctamente. A través de un solo punto de incisión, el cirujano debe apañarse para utilizar hasta tres instrumentos que le ayudarán a manipular el riñón por vía remota, extrayéndolo y embolsándolo en el interior para su posterior eliminación.
Acceder al riñón por esta vía supone para el paciente la ventaja de no dejar rastro, ya que la mínima incisión del cirujano aprovecha los pliegues naturales de la cicatriz umbilical para esconder la escisión practicada. Cuando no es posible servirse del ombligo, esta cirugía se lleva a cabo bajo anestesia general. El cirujano hace una incisión en el abdomen y, en ocasiones, incluso es precisa la extracción de una costilla para acceder cómodamente a la ubicación renal.
El cirujano corta entonces el uréter (el conducto que lleva la orina del riñón a la vejiga) y aloja los vasos sanguíneos lejos del riñón que va a extirpar. Entre la operación abdominal y la transumbilical queda una opción menos invasiva como es la cirugía laparoscópica, que parte de tres o cuatro incisiones pequeñas, generalmente de no más de 2,5 cm cada una, en el costado del riñón que se va a intervenir. La nefrectomía está indicada en pacientes con defectos congénitos del riñón, lesiones por traumatismo, infecciones graves, cáncer, insuficiencia renal o hemorragia.