Son muchos los términos dañinos y ofensivos que se utilizan hacia quienes sufren de sobrepeso u obesidad, culpándoles de su estado, maltratándoles, humillándoles y ridiculizándoles cada vez que pueden; es lo que conoce con el término de bullyng gordofóbico, aunque también hay otras acepciones como fatshaming -rechazo a la gente gorda- . Pero la responsabilidad no es de quién insulta o discrimina, o no solo, ya que la sociedad permanece impasible ante la estigmatización que padecen las personas gordas simplemente por su aspecto, llegando a sufrir incluso violencia física y exclusión. Una situación en la que los medios de comunicación juegan un papel determinante, tal y como revela el grupo de investigadores de la Universidad del País Vasco /Euskal Herriko Unibertsitatea, en el que colabora Fundación Eroski, y se enmarca dentro del proyecto ‘Tratamiento mediático y prevención de la obesidad: cibermedios, redes sociales y comunicación institucional’, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación en la convocatoria 2020 (PID2020-118090RB-I00). Sus autores forman parte del grupo Mediaker, reconocido en la convocatoria de 2021 de ayudas para apoyar las actividades de grupos de investigación del sistema universitario vasco (IT1686-22).
✅ ¿Qué es la gordofobia?
El término gordofobia tiene su origen en el año 1934 en Minnesota, según Susana Guerrero en Léxico e ideología sobre la gordofobia en la comunicación digital, aunque hay registros que indican que en español se utilizó por primera vez en 1991. Sin embargo, ha sido en los últimos años cuando más se ha popularizado el concepto con el fin de que se ponga fin y se luche contra esta forma de violencia.
La gordofobia es un sistema de opresión que pone a las personas gordas en una situación de desventaja, injusticia y exclusión, y que se reproduce de forma sistemática y estructural. En gran parte responde a una serie de códigos morales, así como al esquema ideológico del neoliberalismo. “En nuestras sociedades se viene arrastrando la idea de que comer por placer está mal y que la consecuencia directa de esa anomalía siempre es la gordura”, según el Manifiesto Colectivo del Día Mundial Contra la Gordofobia, publicado en 2022.
El discurso médico normalizado legitima la gordura corporal como epidemia con resultado de muerte prematura por diversas enfermedades asociadas y enfoca su atención en la obesidad como un problema de salud pública en el que intervenir. Se pierde de vista, por tanto, el problema de la gordura como enfermedad, generando categorías descalificadoras. Todo ello puede generar en las personas trastornos del estado del ánimo, principalmente de tipo afectivo y depresivo, así como ansiedad generalizada, que se potencian a partir de un sistema que discrimina, victimiza y rechaza de pleno los cuerpos considerados gordos.
Conviene recordar, como ya se reflejó el informe elaborado por Eroski Consumer sobre obesidad infantil en España 2021/2022, que la obesidad no es simplemente el resultado de un estilo de vida inadecuado; es un problema complejo y multifactorial. Sus causas están relacionadas con la biología y el comportamiento, pero también con cambios fisiológicos, enfermedades, estrés… Y todos esos cambios se enmarcan en un contexto cultural, medioambiental, económico y social concreto.
Eso implica que la obesidad no es una cuestión de responsabilidad individual, sino de la población en general. Y debería abordarse como tal. De hecho, la OMS ha subrayado recientemente que la prevención y la gestión efectivas del sobrepeso requieren un enfoque integrado que implique acciones en todos los sectores de la sociedad.
Además de los efectos negativos en la salud de las personas afectadas, muchas veces son víctimas de estigma o gordofobia, que causa su exclusión y marginación, y da lugar a desigualdades.
✅ El estigma de peso en los medios de comunicación
Entre los diferentes tipos de gordofobia, se halla la gordofobia sanitaria, la social, la laboral, gordofobia en la moda, en el mobiliario urbano, la gordofobia escolar y la gordofobia en los productos culturales, sin olvidar la gordofobia en los medios de comunicación.
Es, precisamente, esta última la que ha sido objeto de estudio del grupo de investigación Mediaiker, de la Universidad del País Vasco/Euskal Herriko Unibertsitatea.Los últimos estudios publicados indican que los medios de comunicación son una fuente omnipresente de prejuicios, y que perpetúan el estigma mediante el uso de un encuadre inexacto de la obesidad y de imágenes, lenguaje y terminología inapropiados, que tratan la obesidad como un problema de responsabilidad personal, más que debido a factores socioestructurales.
Las informaciones de los medios de comunicación sobre COVID-19 y obesidad aumentaron, junto con la cronología de la pandemia y el creciente número de muertes e ingresos en la UCI de personas con obesidad, y en ellas se hizo evidente un trasfondo constante de estigma hacia las personas que viven con obesidad. La relación entre obesidad y COVID-19 es enmarcada por los medios como una amenaza doble, con un discurso que fomenta las tendencias establecidas de degradar los cuerpos etiquetados como con sobrepeso, posicionándolos como deficientes y que requieren corrección, tal y como explica el experto Monaghan en su artículo publicado en 2021.
El tratamiento mediático de la obesidad ha desviado la responsabilidad fuera de los sistemas de salud y los gobiernos, y la ha hecho recaer sobre las personas con sobrepeso con afirmaciones que problematizan aún más la gordura, en consonancia con los principios del controvertido paradigma sanitario centrado en el peso. Es por ello que los mensajes sobre COVID-19 y obesidad se consideran defectuosos por ser estigmatizantes, incoherentes y poco claros.
Conscientes de todo ello, este grupo de investigación se centró en analizar el tratamiento de la obesidad en la prensa española durante el primer año de la pandemia de COVID-19, para conocer cómo se enmarcaron sus informaciones sobre este tema y si dicho enfoque contribuyó a agudizar la estigmatización social de las personas con obesidad.
Entre las numerosas conclusiones destaca la constatación de que los medios son una fuente omnipresente de prejuicios y que perpetúan el estigma mediante el uso de un encuadre inexacto de la obesidad, y de imágenes y lenguaje inapropiados. El tratamiento habitual sigue transmitiendo la idea de que la obesidad es una elección personal y que se resuelve comiendo menos y haciendo más ejercicio, cuando está demostrado que este enfoque de responsabilidad individual provoca un mayor aumento de peso y numerosos perjuicios para la salud, especialmente para la mental.
✅ Stop gordofobia
La gordofobia está alimentada por la creencia de que las personas que se perciben con exceso de peso son perezosas y glotonas, y que no tienen fuerza de voluntad ni autodisciplina para mantenerse delgadas. Hay que tener en cuenta que el acoso por ser gordo o gorda no tiene límite de edad, los más pequeños lo sufren en el colegio, en las actividades deportivas …., y los más mayores en los centros de trabajo, entre sus vecinos, en el médico y, de forma indirecta, en el uso de los transportes públicos porque el mobiliario no se adapta a su tamaño, entre otros. Para combatir esta forma cada vez más generalizada de maltrato ha nacido el movimiento Stop Gordofobia, con el fin de empoderar a las personas gordas. Es un colectivo crítico con los cánones de belleza establecidos, que cuenta con más de 30.000 seguidores en Facebook.
En una comparecencia en el Parlamento de Canarias ante la comisión de Sanidad, la responsable del movimiento Magdalena Piñeiro pedía a los diputados la “escucha con el corazón, no con los oídos” y reclamaba la consciencia de que no se puede estar bien de salud cuando se sufre esta discriminación que muchas veces es amplificada a través de las redes sociales y los medios de comunicación, especialmente cuando una persona gorda trata de practicar deporte. No solo eso, también advertía de que la gordura genera más desempleo, marginación, exclusión social, ansiedad, depresión y aislamiento, además de que las dietas son un factor de riesgo para caer en trastornos alimenticios como anorexia y bulimia.
Magdalena Piñeyro la discriminación laboral que se origina en los anuncios de empleo en los que se pide “buena presencia” porque implica estar delgado no ir bien vestido o aseado. Por desgracia, no es la única discriminación; en el ámbito sanitario también existe y ante cualquier dolor, molestia… el diagnóstico suele ser el mismo: “esto sucede por estar gordo o gorda o por el sobrepeso”, antes incluso de realizar análisis médicos.
✅ Contra el estigma de la discriminación por el peso
En este sentido, y coincidiendo con el Día Mundial de la Obesidad de 2020, se publicó un estudio sobre las causas y consecuencias del estigma de peso y la importancia de abordarlo no solo como un asunto de salud pública, sino también como de derechos humanos y sociales. Los autores tenían como objetivo novedoso abordar la brecha existente entre las narrativas estigmatizantes en torno a la obesidad y los conocimientos científicos actuales sobre los mecanismos de regulación del peso corporal.
Según dicho estudio, las pruebas científicas demuestran que regular el peso no depende únicamente de la voluntad personal, sino que existen factores biológicos, genéticos y ambientales que contribuyen de forma decisiva. Sin embargo, en las campañas de salud pública, en el discurso político, en los medios de comunicación e incluso en la literatura científica se sigue señalando como principal causa de la obesidad a la responsabilidad individual. Esta narrativa desempeña un papel importante en la expresión del estigma social y refuerza los estereotipos basados en el peso. Por ello, es necesario un esfuerzo conjunto de todas las partes interesadas –incluidos profesionales sanitarios, investigadores, responsables políticos, pacientes y medios de comunicación– “para establecer una nueva narrativa que cambie el papel de las personas con obesidad de villanas a víctimas y elimine el estigma y la discriminación por el peso”.
✅ Obesidad, factor de riesgo
La OMS ya no considera la obesidad como una enfermedad, sino como un factor de riesgo que puede desencadenar enfermedades, como puede ser un consumo elevado de carne roja para el cáncer de colon, pero no una enfermedad en sí. De hecho, el 4 de marzo ha pasado de ser el Día Mundial contra la Obesidad a que se reivindique el Día Mundial contra la Gordofobia. En el manifiesto que se leyó el 4 de marzo se reivindicaba la autonomía corporal de las personas gordas y la liberación corporal, individual y colectiva. “Estamos aquí mostrando resistencia ante un sistema que busca que desaparezcamos, y celebrando nuestros cuerpos gordos dignos de respeto”, rezaba el manifiesto.