Las infecciones que se contraen en el ambiente hospitalario, las temibles nosocomiales, alcanzan el 30% de todos los efectos adversos que sufren los pacientes. En algunos países en desarrollo, la infección nosocomial supone hasta el 70% de todo el presupuesto en sanidad y, por estas características pandémicas, reducir el número de afectados es uno de los desafíos de la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente de la Organización Mundial de la Salud.
La piel, el mayor órgano del cuerpo, actúa como barrera infranqueable ante microorganismos y demás agresiones externas, función determinante para la salvaguarda de los demás órganos internos. Hay multitud de microorganismos en la flora normal de una persona sana -bacterias «comensales»- sin provocar infección. No sucede así cuando el paciente, por su edad y situación, es vulnerable y la bacteria actúa fuera de su hábitat corriente; un ejemplo es «Escherichia coli», una bacteria intestinal que es la causa más frecuente de infección urinaria.
Por otro lado, están las bacterias patógenas que causan mayores y más importantes infecciones debido a su mayor virulencia: el «Staphylococcus aureus», que coloniza piel y nariz de personal sanitario y pacientes (portadores sanos) llegando a provocar infecciones óseas, cardíacas y sanguíneas de gravedad, y, además, de manera frecuente, suele ser resistente a los antibióticos. Las infecciones más frecuentes que provocan este tipo de gérmenes son las de heridas quirúrgicas, las vías urinarias y el tracto respiratorio inferior. Su máxima prevalencia se da en unidades de cuidados intensivos y de cirugía y traumatología. Las personas más afectadas son los pacientes de edad avanzada, con enfermedades concomitantes, o aquellos que siguen tratamiento con quimioterapia.
Profesionales, pacientes y familiares
El pasado 5 de mayo se celebró el Día Mundial de la Higiene de Manos, que se engloba dentro del programa de la Alianza Mundial para la Seguridad del Paciente de la Organización Mundial de la Salud (OMS). En España, este programa se enmarca en la Estrategia de Seguridad del Paciente, incluida en el Plan de Calidad para el Sistema Nacional de Salud (SNS), que se viene desarrollando desde 2005 y, para ello, desde el Ministerio de Sanidad y Política Social se ha lanzado una campaña informativa en todas las comunidades autónomas. El objetivo principal: fomentar las prácticas seguras en los centros de asistencia sanitaria.
Los antisépticos, bien utilizados, ayudan a eliminar la carga bacteriana de la piel de las manos de los profesionales sanitarios
El motivo de la celebración del Día Mundial de la Higiene de Manos es intentar sensibilizar tanto a profesionales de la salud como a ciudadanos –pacientes y familiares- de la buena higiene de manos como punto clave para reducir las infecciones relacionadas con la asistencia sanitaria, independientemente del nivel asistencial. La bibliografía científica avala el simple y barato lavado de manos como una de las medidas más eficaces en la reducción de las infecciones nosocomiales e, incluso, de aquéllas producidas por gérmenes multirresistentes.
Ya en el año 2005, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el primer reto mundial para la seguridad del paciente con el lema «Una atención limpia es una atención más segura», a la que España se incorporó un año más tarde.
Según los últimos datos que se desprenden de las comunidades autónomas y del Instituto Nacional de Gestión Sanitaria, 176 hospitales de agudos, 31 de larga estancia, casi 2.000 centros de atención primaria y 186 bases de emergencia sanitaria 061 ya están adscritos al programa y desarrollando actividades para promover la higiene de manos. Con estas cifras, España se sitúa, junto a Francia y Reino Unido, entre los tres países europeos con más centros comprometidos para poner en marcha esta campaña de prevención.
Salvar vidas con agua y jabón
La manera adecuada de lavarse las manos es mediante la aplicación de una sustancia detergente en las manos, humedecidas previamente, y friccionar de manera mecánica entre ellas por un espacio de un minuto. Después de un enjuague suficiente -y secado con toalla de papel desechable- se consigue la eliminación de sustancias de desechos orgánicos e inorgánicos de toda la superficie de la piel. Los expertos aseguran que, a pesar de que los jabones no tienen efecto antimicrobiano, sólo con el arrastre ya se disminuye la carga bacteriana que se halla en la capa más superficial de nuestra piel.
En el caso de los profesionales sanitarios se recomienda usar un jabón con antiséptico (con clorhexidina, triclosán, el cloroxilenol, el hexaclorofeno o compuestos iodóforos) o, en su defecto, después del lavabo de manos utilizar una solución antiséptica alcohólica para fricción de las manos. Los antisépticos son sustancias con capacidad bactericida (muerte del patógeno) o bacteriostática (suspenden su multiplicación aunque mantiene su viabilidad) frente a multitud de microorganismos y, bien utilizados, ayudan a eliminar la carga bacteriana residente o transitoria de la piel de las manos de los profesionales sanitarios.
Más que nunca, esta campaña que fomenta la correcta higiene de manos en los centros de asistencia sanitaria, y que va dirigida tanto a los profesionales que trabajan como a los mismos pacientes y familiares, es de primordial importancia con la nueva crisis sanitaria que hace semanas que mantiene en vilo a la población mundial: la epidemia de la gripe A. Y como en la gripe estacional que nos visita cada año, la prevención resulta clave para la reducción del número de infecciones. Por este motivo, la OMS recalcar el gran valor que tiene seguir un adecuado lavado de manos, con agua y jabón, para frenar la expansión del virus.
Ante la sospecha de sufrir la enfermedad, los expertos insisten en seguir una serie de recomendaciones para intentar controlar la infección, como son: respetar las medidas de higiene, estornudar o toser dentro de un pañuelo de un solo uso y tirarlo seguidamente en una bolsa de plástico y, después, antes del contacto con otro individuo, una higiene a conciencia de las manos. Si se está en una sala de espera de un centro sanitario lo mejor es separase del resto de personas unos tres metros aproximadamente. Hay que tener en cuenta que una persona con la gripe A puede contagiar la enfermedad desde antes de presentar los primeros síntomas hasta siete días después.