¿Prohibir las bebidas energéticas solucionará el problema?
Ya hay muchas comunidades autónomas que tienen los proyectos de ley encima de la mesa, pero no podemos quedarnos solo en la prohibición, hay que ir más allá. Es una medida de salud pública imprescindible, igual que en su día se prohibió la venta de alcohol o tabaco a menores de edad. La prohibición, que valoramos muy positivamente, es un punto de partida. Estamos en guerra contra las bebidas energéticas y todo vale, aunque somos conscientes de que, hecha la ley, seguro que surge la trampa.
Si es un punto de partida, ¿qué otras medidas deberían adoptarse?
La prohibición tiene que ir acompañada de mensajes en las redes sociales y en los medios dirigidos a los menores. Todo lo que sea poner trabas a su consumo y ponérselo difícil a sustancias que no aportan nada es bienvenido. Nuestra misión es dar la batalla.
¿De qué forma se puede llegar mejor a los adolescentes?
No hay soluciones fáciles para problemas complejos, pero ese un reto para todos. A los adolescentes hay que hablarles en su idioma y hacerles cómplices de su salud. Y eso es muy difícil porque no les puedes hablar de lo que les va a pasar dentro de 20 años, les preocupa lo que les ocurrirá esta tarde o el fin de semana. Me parece importante implicar a influencers, ofrecerles modelos de referencia que ellos puedan imitar.
¿Por qué son tan perjudiciales para la salud las bebidas energéticas?
Su consumo en dosis importantes tiene efectos en dos ámbitos. Uno es el sistema nervioso, con la sintomatología que esto origina de nerviosismo, irritabilidad, insomnio, falta de concentración y temblores. El otro ámbito es el sistema cardiovascular, donde da lugar a taquicardias, aumento de la tensión arterial y fatiga.
Los efectos que describe son los de una droga en toda regla.
Efectivamente, es un perfil que se asemeja mucho al de otras sustancias y drogas. La cafeína que contienen estas bebidas es vasoactiva, y junto al azúcar y a la taurina que muchas de las marcas incluyen en su composición, ocasionan los efectos en el sistema nervioso y cardiovascular que describíamos. Además, crean tolerancia y dependencia por su consumo.
¿Hay una cantidad que sea tolerable, como puede haberla, por ejemplo, en el consumo de azúcar?
No nos gustaría dar ese mensaje porque hablamos de bebidas no adecuadas, sobre todo, para nuestros adolescentes, y ya no digamos cuando se toman con alcohol. En estos casos, las bebidas energéticas potencian o enmascaran un poco el efecto pernicioso de alcohol. La cantidad sería cero porque no aportan nada.
¿El término bebidas «energéticas» puede ser equívoco?
Nosotros preferimos llamarlas bebidas estimulantes porque no aportan ninguna energía, como sugiere el término ‘energéticas’. No ofrecen ningún valor nutricional y tienen un gran contenido de azúcar. La sustancia peor que llevan es la cafeína. Hay que tener en cuenta que muchas de estas bebidas se venden en envases de medio litro, con cantidades de cafeína que equivalen a más de dos cafés expreso. Además, en muchos casos incorporan taurina, aparte de otras sustancias exóticas como guaraná, ginseng, etc.
¿Hay un riesgo de adicción?
Como todas las sustancias con este perfil, cada vez se toleran más y se necesita más cantidad para conseguir el mismo efecto. Esa es la base de las adicciones. Estas bebidas son muchas veces la puerta de entrada al consumo de otras sustancias con un perfil mucho más peligroso. Con frecuencia se toman con alcohol y, al enmascarar un poco sus efectos, permiten un consumo mayor de alcohol. Ese es otro de los problemas que vemos muchas veces en los servicios de urgencias. Llegan adolescentes que han consumido una gran cantidad de alcohol y presentan síntomas de intoxicación que aparecen enmascarados por los efectos de estas bebidas estimulantes.
Además de los efectos que ha descrito, ¿el consumo de estas bebidas puede tener consecuencias a largo plazo en los adolescentes que están en pleno desarrollo físico y mental?
En esa etapa el cerebro y la corteza cerebral son todavía inmaduras: sabemos que el sistema nervioso hasta los 20 o 25 años está madurando, se encuentra en pleno desarrollo. Cualquier sustancia con acción bioquímica mediadora entre las neuronas puede causar un daño muy serio a medio y largo plazo, sobre todo, en los adolescentes. Pero, además, cada vez se consumen antes. Hay chavales de diez años que las toman quizá por un efecto imitativo, porque lo ven en sus hermanos mayores.
¿Los padres saben lo que beben sus hijos?
Con frecuencia, no. Hay mucho desconocimiento sobre estas bebidas. Muchos padres no tienen muy claros los términos y confunden bebidas energéticas con bebidas deportivas, de forma que no saben muy bien lo que están dando a sus hijos. Me comentaba el otro día una madre que le llamó la atención que unos monitores que iban de excursión con unos chavales les habían facilitado ellos mismos estas bebidas como si fueran Coca-Cola. Esto demuestra el desconocimiento que hay en la sociedad en general.
¿Puede darse el caso de que los padres incluso crean que les pueden resultar útiles en época de exámenes para ayudar a estudiar a sus hijos?
Sí, han venido a sustituir, en el mejor de los casos, al café que tomábamos todos para estudiar. Estas bebidas tienen una gran cantidad de cafeína y ese es uno de sus efectos: el insomnio. Pero la mayoría no lo toman por eso, sino por las sensaciones euforizantes que proporcionan, por moda, porque es lo que se lleva.
¿Afectan al rendimiento académico?
Evidentemente. Las bebidas energéticas alteran el descanso y producen irritabilidad y ansiedad, lo que dificulta el aprendizaje y el rendimiento académico. La lista de problemas que ocasionan es larga.
¿Esos efectos y los componentes de las bebidas figuran en el etiquetado de las marcas?
No conozco el de todas, pero los componentes como tales creo que están bastante bien etiquetados. Tendría que figurar exactamente la cantidad de azúcar, cafeína y taurina, los gramos que contiene de cada sustancia. Quizá podría ponerse el equivalente en tazas de café de cada envase para que la gente pueda valorar mejor su consumo.
¿Hay alguna bebida alternativa que puedan tomar los menores de edad?
Los niños y los adolescentes deben beber, sobre todo, agua. Tiene que ser la bebida número uno, y después también zumos naturales que no tengan azúcares añadidos, leche, bebidas vegetales e infusiones. Ese sería nuestro cuadro de honor. Las bebidas azucaradas son la epidemia de nuestro día y conviene evitarlas. De hecho, muchos centros educativos han prohibido las máquinas expendedoras de bebidas con azúcar.
¿Las bebidas isotónicas pueden ser una opción?
A los deportistas pueden aportarles algunos de esos iones que pierden con el ejercicio físico, con la sudoración. Algunas de estas bebidas se podrían contemplar, siempre exigiendo la máxima transparencia en su composición y el máximo consenso de los expertos en nutrición. Hay que dar mensajes claros que no estén influidos por una publicidad que mueve muchísimos intereses.