Durante los diez días de estancia en los que transcurren estos campamentos, concebidos sobre todo como unas vacaciones con las actividades de ocio típicas de las estancias de verano, el personal médico (diabetólogos y pediatras) y de enfermería, dietistas-nutricionistas y monitores, proporcionan conocimientos sobre la enfermedad y organizan acciones de aprendizaje que complementan la educación previa.
El objetivo es capacitar a los niños para resolver los problemas cotidianos derivados de la diabetes, como el hecho de adaptar su alimentación a situaciones especiales como una hipoglucemia, de controlar su glucemia y de analizar sus síntomas, entre otros, lo cual les facilita la adquisición de una mayor confianza y autonomía para el control de su enfermedad. Cada verano, desde hace más de 25 años, se desarrollan en Cataluña los campamentos y colonias para niños y jóvenes con diabetes de entre 7 y 17 años.
La actividad está organizada por la Asociación de Diabéticos de Cataluña, con el soporte y el patrocinio del Consejo Asesor sobre la Diabetes del Departamento de Salud de la Generalitat de Cataluña, la Asociación Catalana de Diabetes y la colaboración de varios centros hospitalarios.
Los tres pilares del tratamiento
La alimentación, la actividad física y el control de la medicación son los tres pilares elementales sobre los que se sostiene el tratamiento de la diabetes tipo 1, también llamada diabetes insulinodependiente, que afecta a los niños y jóvenes que acuden a los campamentos. Con respecto a las pautas alimentarias, se respeta la pauta calórica habitual de cada participante, que se ajusta al tratamiento con insulina y a la actividad física prevista durante los días de estancia. El equipo de dietistas-nutricionistas es el responsable de la planificación de los menús diarios, así como del cálculo de raciones de alimentos que precisa comer cada niño.
El tratamiento de la diabetes también incluye un proceso educativo personalizado que permite al enfermo gestionar su enfermedad
Forma parte de los objetivos educativos que cada uno de los niños se familiarice con las cantidades que le corresponden en cada comida y con los intercambios de alimentos en función de su contenido en hidratos de carbono. Los niños aprenderán, por ejemplo, la porción de pan que puede sustituir a un cazo de pasta o arroz o las cantidades equivalentes de las distintas frutas según su mayor o menor contenido en azúcares.
En lo relativo al ejercicio, cada día se realizan un mínimo de dos a tres horas de actividad física deportiva, que suele alternar excursiones más largas con actividades deportivas de una mañana o una tarde (rafting, gincanas, juegos, bicicleta, etc.). Los cambios en el tratamiento con insulina son decisión del equipo médico y se comentan con los niños y jóvenes participantes, para implicarlos en la toma de decisiones.
El personal médico y de enfermería es el responsable del control metabólico y de las posibles incidencias con la medicación, así como de la modificación de las pautas de tratamiento durante estos días en función, sobre todo, de la actividad física programada. Se realizan un mínimo de tres controles glucémicos capilares diarios, así como de glucosuria (glucosa en orina) y cetonuria (cuerpos cetónicos en orina, cuando el aporte de glucosa es escaso), si se considera conveniente. También, para una mayor seguridad, se establece un contacto previo con los hospitales más cercanos para ponerles en conocimiento y alerta ante posibles situaciones críticas.
Plan de alimentación por raciones
En los campamentos se suelen realizar cinco comidas al día con una pequeña ingesta prevista por la noche antes de ir a dormir. Cada comida tiene asignado un número de raciones de hidratos de carbono (HC) que se ajusta a las necesidades del niño. El menú también incluye variedad de verduras u hortalizas, alimentos proteicos (carne, pescado, huevos) y fruta en los postres.
Los hidratos de carbono son los nutrientes responsables de elevar la glucemia en sangre y, por lo tanto, son los componentes nutricionales de los alimentos que hay que contabilizar y tener más ajustados. Las principales fuentes de hidratos de carbono en nuestra alimentación son los cereales y sus derivados (arroz, pasta, pan, galletas, cereales de desayuno, barritas de cereales, etc.), las legumbres, los tubérculos como la patata, las frutas, la leche y el yogur.
En la propuesta alimentaria para las personas con diabetes, igual que para el resto de población, es conveniente respetar un mínimo del 50% del total calórico proveniente de los hidratos de carbono. A modo de ejemplo, suponiendo que una niña tenga unos requerimientos calóricos de 2.000 kcal/día, se calcula que al menos 1.000 kcal deben ser aportadas por los hidratos de carbono. Dado que 1 gramo de hidrato de carbono aporta 4 Kcal, a lo largo del día serán necesarios 250 g de hidratos (1000/4), repartidos en cinco o seis ingestas.
En el año 1991, la Asociación Catalana de Educadores en Diabetes consensuó unas tablas de equivalencias de alimentos según su contenido en hidratos de carbono, donde cada ración de alimentos (de una cantidad determinada) tenía como equivalente la cantidad de 10 g de hidratos de carbono. Los valores corresponden al peso neto del alimento en crudo (si es cocido, se indica). En la tabla se expresa la cantidad, redondeada, de alimento equivalente a 1 ración, 10 gramos, de hidratos de carbono. Algunos alimentos están redondeados con la finalidad de facilitar el intercambio.
Retomando el ejemplo anterior, convirtiéndolos en raciones los 250 g de hidratos que necesita la niña, obtenemos 25 raciones de 10 g que se podrían distribuir de la siguiente manera a lo largo del día:
- Desayuno (20% de los HC del día): 5 raciones
- Media mañana (10%): 2,5 raciones
- Comida (30%): 7,5 raciones
- Merienda (10%): 2,5 raciones
- Cena (25%): 6,5 raciones
- Recena: antes de acostarse (5%): 1 ración
Para una mejor comprensión, es preciso traducir el sistema de intercambio de hidratos de carbono a cantidades concretas de alimentos que el niño pueda consumir en las distintas comidas previstas del día, aunque la mayoría de jóvenes acaban conociendo a la perfección las equivalencias de raciones y cantidades:
- Desayuno (5 R): 1 taza de leche semidesnatada con 30 g de cereales del desayuno sin azucarar + 1 manzana (200 g)
- Media mañana (2,5 R): 50 g de pan con aceite de oliva y jamón
- Comida (7,5 R): 60 g (crudo) de macarrones con salsa de tomate y filete de lenguado al horno con ensalada y 30 g de pan. Postre: melocotón (200 g)
- Merienda (2,5 R): 30 g de pan con aceite de oliva y queso y 1 kiwi
- Cena (6,5 R): 150 g de patata con 2-3 alcachofas y tortilla francesa con 30 g de pan. Postre: 200 g de melón
- Recena: antes de acostarse (1 R): 1 vaso de leche
La educación alimentaria que se imparte en los campamentos es importante que continúe en la consulta del médico, del educador y del dietista-nutricionista, con el fin de que el niño, luego adulto, adquiera la mayor autonomía a la hora de confeccionar su propio menú equilibrado. El objetivo del sistema de intercambio por raciones es permitir variar al máximo la dieta sin que se modifique sustancialmente el aporte de hidratos de carbono por comida, de manera que no habrá cambios apreciables en la glucemia.
La diabetes es una enfermedad crónica que requiere la adopción de determinados hábitos que deberán mantenerse de por vida. Su tratamiento incluye intervenciones sobre la alimentación, la actividad física y la medicación, mediante la vigilancia de las glucemias (los niveles de glucosa en sangre) y un individualizado proceso educativo que permita al individuo gestionar su enfermedad, con el objetivo de minimizar complicaciones y garantizar un adecuado estado nutricional.
En el caso de niños y adolescentes, el objetivo final es conseguir niveles de glucemia adecuados y un normal crecimiento y desarrollo, evitando demasiadas hipoglucemias. Para lograrlo es necesaria una educación que promueva la decisión basada en los resultados. Para ello, los planes de alimentación tienen que ser individualizados con una cierta flexibilidad en los regímenes de insulina, que se adapten a horarios irregulares en función de los cambios de apetito y de los niveles de actividad.
En los campamentos, el ambiente distendido, en contacto con la naturaleza y lejos de las potenciales tensiones hospitalarias y familiares, así como la convivencia con otros chicos y chicas también con diabetes, permite a los niños y jóvenes conseguir una mejor adaptación del tratamiento a la actividad de cada día, favoreciendo el desarrollo personal, mejorando la autonomía y el autocontrol de la diabetes.
Los objetivos y las actividades concretas se establecen en función de las características y necesidades de cada grupo de edad, aunque de forma general podemos afirmar que se persigue:
- Promover la autoestima y la autonomía, así como potenciar la convivencia y la solidaridad con los compañeros.
- Reforzar la capacidad para resolver situaciones conflictivas producidas por la diabetes (hipoglucemias, cetonurias, etc.).
- Evidenciar la importancia del aumento de conocimientos y habilidades para la mejora del control y para una mejor participación en las actividades propias de la edad.
- Destacar los efectos positivos del ejercicio físico regular sobre el control metabólico, así como los riesgos de una actividad mal programada.
- Iniciar los niños y adolescentes en diferentes actividades lúdicas y deportivas.