¿Qué es la intolerancia a la lactosa?
La intolerancia no es una alergia. No hay que confundirla con ser alérgico a las proteínas de la leche (lactoglobulinas, lactoalbúmina y caseína).
🤔 Cuándo sucede
La intolerancia llega cuando los niveles de lactasa no son suficientes para digerir la cantidad de lactosa que se ha consumido. Esto hace que la lactosa llegue íntegra al colon, lo que supone que las bacterias de esta zona comiencen a descomponerla y se generen gases y ácidos procedentes de esa fermentación, que pueden provocar dolor, hinchazón, flatulencias, vómitos o diarreas.
🤔 Hay de dos tipos
La intolerancia puede ser primaria o secundaria.
- La primaria tiene una causa genética y es crónica. Es decir, que según pasan los años la capacidad para digerir la lactosa disminuye.
- La segundaria aparece de forma transitoria y suele ser reversible. Por ejemplo, puede aparecer por virus, bacterias, el uso de algunos fármacos o enfermedades crónicas.
🤔 Hay de distintos grados
La intolerancia a la lactosa afecta a las personas en distintos grados. Por ello, los expertos aconsejan no eliminar todos los lácteos, sino que es conveniente que cada afectado conozca su nivel de tolerancia, los lácteos que mejor le sientan y en qué cantidad.
🤔 Cómo se diagnostica
El diagnóstico se realiza por medio de la prueba del hidrógeno en el aliento, en la que se ofrece al paciente una dosis de lactosa y se detecta el hidrógeno producido por la flora intestinal.
¿Verdadero o falso?
❌ La lactosa es perjudicial para la salud
FALSO. La lactosa es un azúcar natural que se encuentra en la leche de todos los mamíferos. Está formada por la unión de glucosa (que se puede encontrar en otros alimentos) y galactosa (exclusiva de la lactosa), dos azúcares simples que el cuerpo utiliza como fuente de energía.
Es un nutriente de vital importancia para los recién nacidos, ya que el 7,2 % de lactosa que contiene la leche materna aporta al bebé hasta el 50 % de la energía que necesita. Pero, además, este nutriente desempeña un papel fundamental en la absorción del calcio y el hierro, favoreciendo el crecimiento de niños y niñas y evitando enfermedades como el raquitismo.
La lactosa, junto con otros azúcares de la leche, también favorece la colonización del intestino, manteniendo en la zona un ambiente ácido y evitando el crecimiento de hongos, parásitos o bacterias.
❌ La leche sin lactosa no tiene azúcar
FALSO. Tiene la misma cantidad de azúcar que la leche normal (1 g equivale a 4 kcal), simplemente se trata de otro tipo de azúcar.
Para poder digerir la lactosa se necesita la acción de una enzima llamada lactasa, que se encuentra en el intestino delgado. La lactasa rompe la unión que forman los dos azúcares (glucosa y galactosa) de la lactosa, para que se pueda digerir. Para elaborar leche sin lactosa se añade la enzima lactasa.
✅ Tras la lactancia disminuye la producción de lactasa
VERDADERO. Este es el motivo por el que muchas personas tienen problemas para digerir la lactosa. Tras la lactancia se produce una disminución normal de la actividad de la lactasa, pero unas personas tienen más deficiencia que otras.
Normalmente los síntomas de la intolerancia a la lactosa no suelen aparecer hasta que la actividad de la lactasa se sitúa por debajo del 50 %. Por ello, algunas personas siguen teniendo capacidad para digerir la lactosa después de la lactancia y otras, por el contrario, van perdiendo esta capacidad con la edad. Dependiendo de la cantidad de lactosa que tomen, sufrirán más o menos molestias intestinales.
❌ Una dieta sin lactosa es más saludable
FALSO. Según un estudio de la Academia Española de Nutrición y Dietética (AEND), el 61 % de las personas que siguen una dieta sin lactosa lo hacen sin que se lo haya recomendado un médico. Pero si no se tiene intolerancia, eliminar la lactosa de la dieta no aporta ningún beneficio extra: no mejora la digestión, ni es bueno para el asma o para adelgazar.
Es más, la lactosa es fundamental para absorber el calcio, por lo que eliminarla sin consultar con el médico y, sobre todo, en los niños, puede suponer un déficit de nutrientes que son fundamentales para el crecimiento y desarrollo de los huesos y los músculos.
✅ Eliminarla sin motivo puede hacernos intolerantes
VERDADERO. Aunque los científicos reconocen que aún queda mucho que estudiar, ya hay investigaciones que sugieren que la producción de lactasa en el intestino depende de nuestro consumo habitual de lactosa. Por eso, tomar de forma habitual productos sin lactosa sin tener intolerancia podría hacer que nuestro organismo deje progresivamente de producir lactasa y, al final, convertirnos en intolerantes.
✅ No solo los lácteos la contienen
VERDADERO. La lactosa está presente en otros alimentos que no son la leche y sus derivados. Por su textura y sabor, también se usa como aditivo por la industria. Por ejemplo, se suele añadir a la cerveza para reducir el amargor, también se emplea en la elaboración de panes, bollería, sopas preparadas, purés, salsas, carnes procesadas (jamón cocido, pavo, salchichón o mortadela) y en algunos fármacos (en ciertos comprimidos, polvos o cápsulas).
❌ Si se hierve la leche, desaparece
FALSO. Hace años se pensaba que al hervir la leche se hacía más digestible, pero el calor no separa los componentes de la lactosa, por lo que no la elimina.
❌ Los quesos curados no tienen lactosa
FALSO. La lactosa está en la leche, pero también en sus derivados, como el yogur o el queso. La gran mayoría de las personas intolerantes puede ingerir pequeñas cantidades de lactosa, por lo que pueden tolerar un trozo de queso. Para ellos, los quesos curados –como el cheddar, comté, Idiazábal o manchego– son una opción buena, ya que durante el proceso de curación se elimina una gran parte de esa lactosa. Pero algo queda, por lo que no se recomiendan para las personas que tienen una intolerancia más severa.
✅ El yogur es un aliado para los intolerantes
VERDADERO. Para la mayoría de las personas intolerantes, no es lo mismo tomar un yogur (que contiene 4 g de lactosa) que un vaso de leche (12 g). Por ello no se recomienda suprimir los lácteos en su totalidad, ya que las leches fermentadas se toleran mejor y pueden ser una alternativa para las personas con intolerancia leve.