El término atopia indica la predisposición para reaccionar de forma exagerada frente a sustancias o estímulos ambientales que pueden afectar a diferentes partes del organismo, como el aparato respiratorio o digestivo, y la piel. Un ambiente más frío, mayor humedad ambiental, la calefacción o el contacto directo con tejidos como la lana son factores que alteran la piel de una persona atópica. El otoño es también la época en la que los adultos que todavía estaban de vacaciones se reincorporan al trabajo y los niños vuelven al colegio. Estos cambios comportan un cierto estrés emocional, capaz de desencadenar reagudizaciones de la dermatitis atópica. Aunque carece de un tratamiento definitivo, las recomendaciones se centran en controlar y aliviar sus brotes.
Los pacientes con dermatitis atópica pierden un promedio de tres días laborales al año debido al empeoramiento del eccema que caracteriza a esta enfermedad. Su sueño se altera durante medio centenar de noches. Tanto niños como adultos se exponen a esta pruriginosa alteración, pese a que afecta, sobre todo, en la edad pediátrica. Hasta un 18% de los menores de dos años ha sido diagnosticado y un 20% de las consultas de dermatología pediátrica se refieren a la dermatitis atópica. Al llegar a la adolescencia, en dos de cada tres jóvenes cesan las reagudizaciones, que perdurarán en uno de cada cinco adultos.
Un picor intenso
Con el objetivo de concienciar a la población sobre este trastorno cutáneo, una campaña informativa organizada por la Asociación de Familiares y Pacientes de Dermatitis Atópica (ADEA) ha desarrollado coloquios con especialistas en 10 ciudades españolas. Esta iniciativa, «Dermatitis atópica: acércate y aleja los brotes», ha comenzado en el mes de octubre porque en otoño aumentan las consultas médicas por este motivo.
La ADEA pretende concienciar a los españoles de la importancia de prevenir los brotes de esta enfermedad crónica de la piel, que debe tratarse durante toda la vida y que, a pesar de no conllevar riesgos para la supervivencia, perjudica de manera notoria la calidad vital de quienes la sufren. En España, entre un 5% y un 10% de la población padece dermatitis atópica, un trastorno caracterizado por un intenso picor y por la aparición de lesiones en la piel.
Remedios sólo paliativos
La crema hidratante sólo sirve para tratar la sequedad de la piel y no debe utilizarse en lesiones activas porque puede empeorarlasAunque los tratamientos controlan los síntomas, ningún remedio es capaz de curar la dermatitis atópica. Por su condición de enfermedad inflamatoria crónica, esta afección cutánea cursa con brotes y se origina porque el sistema inmunitario responde de forma exagerada a una serie de estímulos externos, ya sean por sudoración, contacto con sustancias irritantes o acción infecciosa por parte de gérmenes.
El principal síntoma durante las reagudizaciones es un intenso picor que lleva al paciente a rascarse y causa en su piel unas lesiones con forma de placas rojas. También es frecuente el rubor local con hinchazón y calor. Tras la remisión, y una vez tratada la inflamación visible, las zonas de piel afectadas recuperan una apariencia externa normal. Sin embargo, desde el punto de vista inmunológico, persiste la inflamación subclínica que, a largo plazo, propicia la aparición de nuevos brotes ante la presencia de cualquier desencadenante.
Prevenir, reducir y espaciar los brotes es fundamental. A pesar de la acción beneficiosa de los tratamientos, hay que afrontar la dermatitis atópica desde la perspectiva de un control a largo plazo de la inflamación subclínica.
Prevenir una causa desconocida
El secretario general de ADEA, José Diniz Almeida, considera que la dermatitis atópica, «como todas las enfermedades crónicas en las que no peligra la vida», puede conllevar una cierta relajación en los hábitos de los pacientes durante los periodos en los que no sufren brotes. Entre los errores más frecuentes de enfermos y familiares destaca la idea, muy extendida, de que las cremas hidratantes palían los síntomas cuando se manifiesta la enfermedad: «La hidratación sólo sirve para tratar la sequedad de la piel, no debe ser utilizada sobre las lesiones activas de la enfermedad porque puede incluso empeorarlas».
Puesto que hasta ahora no ha sido posible explicar la causa de su aparición, la razón que se esgrime con frecuencia es la acción de un componente genético. Cuando uno de los progenitores padece la enfermedad, los hijos tienen un 40% de probabilidades de sufrirla. La cifra se eleva al 80% cuando los dos progenitores tienen dermatitis. Se cree que el estilo de vida occidental es determinante (exceso de higiene, humedad, calor, maternidad en edades avanzadas), pero también las alergias alimentarias (huevo, leche de vaca, cereales o fruta) influyen de forma negativa en el desarrollo de la enfermedad, sobre todo, en los niños más pequeños.
El último descubrimiento relacionado con la enfermedad constata que determinados estados emocionales, como el estrés, pueden afectar a su evolución. Las pieles atópicas son más susceptibles de padecer infecciones cutáneas producidas por virus, hongos, bacterias u otras sustancias tóxicas. Se conoce que la dermatitis atópica altera la estructura de las grasas superficiales de la epidermis debido a la respuesta del sistema inmunitario de los enfermos. De esta forma, las células que constituyen la epidermis (queratinocitos) se renuevan más rápido de lo normal y provocan la pérdida de agua en la piel, que deriva en sequedad intensa y descamación.
La presidenta de ADEA, Mercedes González, explica desde su experiencia como paciente que, en los casos graves, «las personas se sienten limitadas para desempeñar muchas de sus actividades diarias, como el deporte». González aconseja usar siempre ropa de algodón, sin tintes.
La dermatitis atópica puede tener un gran impacto en la calidad de vida del paciente. Se ha descrito que influye en el entorno laboral y en la relación con la pareja y los amigos. Es, además, una enfermedad visible. Según la encuesta ISOLATE, llevada a cabo entre pacientes con dermatitis atópica, estos asumen que, durante un brote, su rendimiento laboral disminuye en un 10%. El 27% de los encuestados manifestó haber sido objeto de intimidación o burla debido a su eccema y un 10% dio cuenta de haber sufrido algún tipo de discriminación en el trabajo.
Uno de cada siete afectados piensa que su trayectoria profesional se ha obstaculizado por la dermatitis, mientras que el 20% de los adolescentes y adultos considera que la enfermedad les ha dificultado encontrar pareja. Cuando los síntomas son evidentes, el impacto psicológico también es importante: puede causar pérdida de confianza, rabia, frustración o vergüenza. Por estos motivos, es necesaria una mayor y mejor información acerca de esta dolencia cutánea, dirigida tanto a médicos como a enfermos.