Todavía se enfrentan a espacios de desigualdad. Los jóvenes con discapacidad se sienten como el resto de personas de su edad, pero no siempre pueden expresarse, vivir o divertirse de la misma manera. Para ello, necesitan más autonomía, independencia económica, reconocimiento y mejora de la accesibilidad. No son exigencias, sino unos derechos que reclaman como ciudadanos.
En especial, la autonomía es uno de los principales anhelos de los jóvenes con discapacidad. Vivir de manera independiente en su propia vivienda, sin necesidad de contar con los cuidados de sus familiares en todo momento. Pero para lograrlo requieren las condiciones adecuadas. Por primera vez, un informe pionero ha analizado sus preocupaciones, necesidades y expectativas. «Los jóvenes con discapacidad en España» recopila «la realidad de las personas con discapacidad entre 15 y 30 años».
La vivienda y el empleo son dos pilares fundamentales para su independencia
Su elaboración ha recaído en el CERMI, que defiende los derechos de las personas con discapacidad. Las conclusiones desvelan que la vivienda y el empleo son dos pilares fundamentales para su independencia. En su caso, no obstante, ambos deben complementarse con las adecuadas medidas de accesibilidad. Son las personas discapacitadas alrededor de 30 años quienes, en su mayoría, detectan estas carencias.
En el caso de la vivienda, cada vez más entidades públicas y privadas fomentan el acceso a una vida independiente, aunque no es una tarea fácil. Los programas, en general, están coordinados por uno o varios asistentes sociales que visitan de manera periódica el inmueble para ayudar en su organización y gestión, desde la limpieza doméstica hasta el pago de facturas o reparto de tareas, en los casos de viviendas compartidas.
En materia de empleo, la alta inactividad caracteriza a este grupo debido a la falta de oportunidades laborales, la oferta de empleos «poco cualificados y mal remunerados» y las posibilidades de inserción laboral según sus propias variables personales, como la edad o el nivel cultural. «Apenas un tercio de los jóvenes con discapacidad ha trabajado alguna vez o trabaja en la actualidad», detalla el estudio. Por sexos, las mujeres tienen más dificultades para encontrar un trabajo.
Educación inclusiva
Otro dato del citado informe se refiere a la educación. Asegura que los niveles educativos de las personas con discapacidad entre 16 y 30 años son inferiores a los de los jóvenes sin discapacidad de su misma edad. Detecta «signos de estancamiento» en la inclusión de las personas con discapacidad en los mismos espacios que la población general, aunque reconoce «evidencias de una mejora» en los últimos años.
«Poner a todos los alumnos con diferentes tipos de discapacidad en una clase separada equivale a ignorar sus necesidades específicas» y a «una continuación en la diferenciación»
La educación inclusiva es una de las reclamaciones que ha cobrado más fuerza en los últimos años desde organizaciones como FEAPS o COCEMFE. El Foro Europeo de la Discapacidad, del que forma parte FEAPS, hizo público hace un año su Declaración sobre la Educación Inclusiva, que recoge una interpretación del Artículo 24 de la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de Naciones Unidas. Este artículo establece la necesidad de que los Estados cuenten con la participación activa de las personas con discapacidad, incluidos los niños, en el desarrollo y la aplicación de la Convención, así como otros procesos de toma de decisiones sobre cuestiones relativas a ellas.
Este documento pide que se facilite el acceso no sólo a las escuelas y universidades, «sino también a todas las demás oportunidades de educación desde una perspectiva de aprendizaje permanente». Enmarca la educación inclusiva en un proceso de transición, así como la adaptación de las buenas prácticas y competencias en relación con la educación especial, que servirían de inspiración para las nuevas herramientas pedagógicas. «Poner a todos los alumnos con diferentes tipos de discapacidad en una clase separada de los demás alumnos equivale a ignorar sus necesidades específicas» y «una continuación en la diferenciación», expone.
Por su parte, la Federación de Asociaciones de Personas con Discapacidad Física y Orgánica de la Comunidad de Madrid (FAMMA COCEMFE Madrid) ha reclamado con insistencia en los últimos meses medidas inclusivas en la educación de las personas con discapacidad «para lograr un mayor y mejor desarrollo en la formación». Su objetivo es impulsar la competitividad de este grupo para mejorar su acceso al mercado laboral y, en definitiva, lograr una mayor integración social.
Las personas con discapacidad intelectual concentran los peores indicadores en el área educativa y laboral, frente a las personas con deficiencias visuales, auditivas y osteoarticulares (dificultad en el movimiento), cuyos indicadores se acercan más a los de la población general.
De la misma manera, las personas con discapacidad auditiva alcanzan las mejores cifras en tasas de actividad y paro, similares a las del resto de la población, mientras que las discapacidades relacionadas con la comunicación y la interacción implican a menudo inactividad laboral y desempleo.