Dieta y medicamentos

Una adecuada selección de alimentos y plantas regula la función hepática y ayuda a depurar los residuos tóxicos acumulados por la toma de fármacos
Por Maite Zudaire 13 de mayo de 2010
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La toma simultánea de diversas medicinas cuando se sufre una enfermedad crónica y degenerativa, como una dolencia cardiaca, de articulaciones u otras, así como el abuso de ciertos medicamentos que no requieren receta, sobrecarga la capacidad funcional del hígado. Una adecuada selección de alimentos y plantas depura la sangre y el hígado, el órgano purificador del cuerpo por excelencia. Esta nueva dieta ayuda a mejorar las sensaciones vitales, reducir las molestias y eliminar los tóxicos acumulados.

Ciertos medicamentos, como el paracetamol, resultan más tóxicos que otros para el hígado, por lo que su uso cotidiano o su abuso ante el más mínimo dolor compromete todavía más la función hepática. Se provoca también hepatotoxicidad si se consume alcohol durante el tratamiento con determinados fármacos o si se toman sin cuidado y en exceso determinados complementos dietéticos y plantas tóxicas para el hígado. Se estima que el 10% de las hepatitis agudas en adultos se deben a efectos secundarios de agentes farmacológicos, al igual que entre el 15% y el 30% de las hepatitis fulminantes.

Las consecuencias más leves de una sobrecarga hepática acarrean distintos síntomas: prurito o picor en la piel, dolor de cabeza, fatiga o malestar digestivo con pérdida de apetito, dolor, náuseas y vómitos. Las personas que ya adolecen de enfermedad hepática derivada de la hepatitis B o C o del abuso del alcohol, son más proclives a sufrir hepatopatía tóxica por mal uso de ciertos medicamentos y preparados de herboristería.

Dieta sana para hígado y vesícula

En un artículo divulgativo titulado «Los medicamentos y el hígado», que facilita el Hepatitis C Support Project (HCSP), se informa de cómo al tomar medicamentos que el hígado procesa «es normal tener un poco elevadas las enzimas hepáticas -alaninaminotransferasa (ALT) o transaminasa glutámico-pirúvica (GTP) y aspartato aminotransferasa (AST) o transaminasa glutámico-oxalacética (GOT)-«. Estos no son los únicos indicadores de que algo pasa en el hígado, pero unos valores elevados advierten de que se debe atender a este órgano vital.

Picor en la piel, dolor de cabeza, fatiga o malestar digestivo son consecuencias leves de una sobrecarga hepática

En el ser humano, la secreción biliar -que se forma en el hígado y se acumula en la vesícula- es una ruta clave de eliminación de muchos xenobióticos o compuestos externos al organismo que interaccionan con él, entre ellos, los residuos de los medicamentos y los tóxicos (pesticidas, metales pesados) acumulados en alimentos, agua y bebidas.

La dieta debe ser el primer factor que se revise para identificar los tóxicos y seleccionar los alimentos, complementos dietéticos y plantas que resulten armonizadores del hígado y de la vesícula biliar. Por ello, en una dieta que equilibre y purifique no pueden faltar los siguientes alimentos que ayudan a regular y crear las condiciones idóneas de homeostasis para mejorar la función hepática, como son:

  • Cereales integrales como el trigo y un derivado, el bulgur (trigo partido).

  • Legumbres variadas, sin que falten la soja (amarilla y verde) y los guisantes.

  • Verduras de color verde (acelga, achicoria, lechuga, espinacas…), brotes o germinados y verduras de tallo (puerro, apio, cardo).

  • El sabor ácido suave por medio de alimentos obtenidos por fermentación láctica, entre ellos, hortalizas (col o repollo, coliflor, cebolleta, nabo, rábano, zanahoria) que transforman sus azúcares en ácido láctico.

  • Las cocciones suaves: al vapor, hervidos durante corto tiempo, escaldados…

Alimentos que desequilibran

Los hábitos irregulares de ingesta de alimentos afectan a la sincronización de numerosos ritmos circadianos, como los relacionados con las funciones digestivas y metabólicas. El hígado participa en ambas. Además, la práctica común de no comer algo caliente durante las cenas (predominio de bocadillos, embutidos, quesos, ensaladas) y la tendencia a picotear más que a tomar una verdadera comida son causas de trastornos digestivos. A esto se añade la elevada ingesta de azúcares, cafeína y alcohol, los tres componentes nocivos para el hígado, una práctica más frecuente entre trabajadores a turnos o en horario nocturno.

En una dieta sana para el hígado y la vesícula se ha de prescindir de los siguientes alimentos, bien porque son más costosos de digerir y ralentizan su funcionamiento o porque debilitan su condición al resultar tóxicos:

  • Alimentos grasos: huevos fritos o en tortilla muy aceitosos, embutidos, quesos curados y cremosos, nata, mayonesa y salsas grasas, ahumados, precocinados (croquetas, empanadillas, pizzas).

  • Azucarados: azúcar y dulces con azúcar añadido.

  • Bebidas alcohólicas, aunque sean bebidas de baja graduación, son alimentos contraindicados para la salud del hígado. Más si su función está saturada para favorecer la depuración del organismo de tanto medicamento.

FITOTERAPIA SEGURA

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Aunque algunas plantas medicinales son beneficiosas para el hígado, otras que forman parte de la composición de complementos dietéticos, infusiones y demás fórmulas pueden resultar muy tóxicas para este órgano vital. Ramon Planas Vilà, jefe del Servicio de Aparato Digestivo del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol, de Badalona, asegura que “determinadas hierbas pueden resultar muy perjudiciales, como pie de paloma, borraja, cineraria, nomeolvides, hierba cana o senecio áureo”.

Este gastroenterólogo asevera que “no es que no puedan tomarse estos remedios, pero es preciso un control médico, conocer su composición precisa, procedencia, comprobar que las hierbas se hayan sometido a los reglamentos de consumo y comprobar siempre la fecha de caducidad”. En el artículo “Los medicamentos y el hígado”, se subraya cómo, en marzo de 2002, la Administración Federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) difundió una advertencia sobre el uso de la planta kava kava, cuya venta está prohibida en Francia, Alemania y Suiza.

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