El ruido afecta tanto a la salud como al comportamiento individual y social de la persona. La contaminación acústica en el ámbito laboral es aún más preocupante, puesto que tiene efectos a largo plazo, y el corazón es una de sus principales víctimas. La exposición continuada al ruido puede generar hipertensión arterial y arteriosclerosis, además de alteraciones de la agudeza visual, trastornos de sueño, cansancio y estrés que pueden aumentar el riesgo de accidente laboral y disminuir el rendimiento profesional. En este artículo se describe cuál es la situación del ruido en España y qué efectos provoca en la salud.
España: un país ruidoso
La exposición constante al ruido laboral puede ocasionar alteraciones cardiacas a largo plazo, sin que las personas afectadas aprecien síntomas de enfermedad. Uno de los principales motivos podría ser que la exposición constante a muchos decibelios (dB, la unidad de medida de la intensidad del sonido) causa modificaciones en el comportamiento, cansancio y estrés. Todos estos aspectos, a su vez, comportan problemas psicofísicos que pueden acabar en complicaciones cardiovasculares, según investigadores de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM).
Se calcula que en torno a 10 millones de personas en España soportan unos niveles medios de 65 dB, límite máximo sonoro marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Para comprender qué representa esta cifra, se puede comparar con el nivel medio de decibelios en una conversación normal entre dos personas a un metro de distancia, que oscila de 50 a 55 dB.
El ruido prolongado es dañino para la salud
La investigación de la UPM se centró en el campo de la aeronáutica militar, una profesión cuya exposición al ruido es más que evidente. El hecho de que la mayor discapacidad laboral en este sector responda a patologías cardiovasculares hizo pensar a los expertos que el ruido es un factor de riesgo para la salud del corazón, ya que es esta energía (el ruido es transporte de energía) el contaminante más frecuente en aviación.
La exposición continuada al ruido puede causar aumento de la frecuencia respiratoria, hipertensión arterial y arteriosclerosis
En el estudio de la universidad madrileña, los investigadores detectaron que la dosis de ruido a la que están expuestos los trabajadores supera el 100% del valor límite umbral permisible (el nivel equivalente para una jornada de trabajo de seis horas es superior a 85 dB). Los resultados muestran que la emisión sonora de baja frecuencia a niveles superiores a 100 dB causa efectos no auditivos que, al incidir como presión en el cuerpo, pueden causar alteraciones en el corazón sin que se noten síntomas.
En 2005, los resultados de otro trabajo realizado por científicos de la Universidad Charité en Berlín (Alemania), que implicó a 32 hospitales, provocaron que se piediera a las autoridades la disminución del nivel decibélico laboral a partir del cual es obligatorio llevar protección auditiva. El valor actual de 85 dB, implantado en la mayor parte de Europa occidental, debería rebajarse, en su opinión, hasta un valor entre 65 y 75 dB (en España, los valores límites de exposición diaria están fijados en 87 dB como nivel diario equivalente y 140 dB como valor pico).
Los investigadores destacaron que esta necesidad de reducción cobraba más importancia en pacientes con alguna enfermedad cardiovascular. Y es que, igual que el trabajo español, el germano constataba que la exposición crónica al ruido está asociada con un incremento de leve a moderado del riesgo de ataque cardiaco, aunque señalaba que la exposición debía ser a largo plazo. Los resultados del estudio alemán confirmaron que el ruido podría aumentar el estrés y el malhumor, lo que conduciría a incrementos en los niveles de adrenalina y noradrenalina asociados con un aumento de la presión arterial y lípidos plasmáticos. En resumen, por el estrés y el cansancio.
Cómo el exceso de ruido perjudica a todo el organismo
El ruido puede ocasionar efectos perniciosos en varios órganos del cuerpo. La primera consecuencia de la exposición diaria y continuada al ruido es la pérdida de sensibilidad o una disminución de la capacidad auditiva, tanto temporal como permanente. La segunda se origina tras años de exposición prolongada a niveles superiores a 75 dB, sonidos de corta duración a más de 110 dB o por acumulación de fatiga auditiva sin tiempo de recuperación.
Además de la pérdida auditiva, la exposición continuada al ruido puede causar un incremento de la frecuencia respiratoria, hipertensión arterial y arteriosclerosis, alteraciones de la agudeza visual, aumento de la incidencia de úlceras gastroduodenales, trastornos de sueño, cansancio e irritabilidad. Además, la exposición al ruido durante mucho tiempo disminuye la coordinación y la concentración y, por tanto, aumenta la probabilidad de sufrir accidentes en el entorno laboral. Puede provocar una pérdida del rendimiento laboral e incrementar el absentismo (acusado por los trastornos del sueño, que limitan la capacidad de rendir al día siguiente).
Cuando un individuo acostumbra a estar rodeado por el ruido, llega un momento en el que parece que solo percibe el instante en el que el sonido desaparece. Llegar a este estado de habituación del sonido es peligroso, porque el daño se genera de forma inconsciente. En este punto, el organismo ya produce mecanismos que acabarán por afectar seriamente a la salud, como es la disminución de la sensibilidad del oído, que lleva a la persona a no oír ruidos desagradables innecesarios, pero tampoco otros que sí debería escuchar.
Mediante un segundo mecanismo, las capas corticales del cerebro se habitúan -síndrome de adaptación- y esto propicia que se oiga el ruido sin darse cuenta. Las consecuencias que origina son: aumento de la frecuencia cardiaca, del flujo sanguíneo o de la actividad cerebral, entre otros.