El desgaste óseo y articular relacionado con el paso de los años comporta el desarrollo de dolencias como la osteoartritis, caracterizada por la inflamación y la disminución de los movimientos en las articulaciones. La edad, sin embargo, ya no es el principal factor clave y deja paso a la obesidad y a las lesiones en las articulaciones como causas cada vez más frecuentes. Los expertos señalan que esto es así debido al aumento de la práctica deportiva sin la protección adecuada de las articulaciones, así como al creciente problema de la obesidad.
Imagen: Jonas Forth
La osteoartritis es la forma más común de artrosis, hasta ahora asociada en general a personas mayores. Es una enfermedad articular que se manifiesta cuando el cartílago localizado entre los huesos se descompone y desgasta, de forma que estos rozan entre sí y causan dolor, hinchazón y pérdida de movimiento. Los principales factores de riesgo son: edad avanzada, obesidad y lesiones en las articulaciones en personas de todas las edades. Si se desarrolla por alguno de estos motivos, se considera que la artrosis es secundaria. Cuando los motivos se desconocen -por causas idiopáticas-, se denomina primaria.
Lesiones de rodilla
La afectación en personas jóvenes es cada vez más evidente, según un nuevo trabajo llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Pittsburgh (EE.UU.), publicado en la revista «American Journal of Sports Medicine». El estudio ha vinculado el desarrollo temprano de la osteoartritis con lesiones graves de rodilla relacionadas con el deporte, como el desgarro del ligamento cruzado anterior (LCA). Este desgarro puede causar destrucciones en las células del cartílago adyacente, suficientes como para provocar fracturas del hueso o del cartílago y, en consecuencia, la muerte en cascada de células cartilaginosas alejadas de la zona de impacto.
El 50% de las personas que hayan sufrido rotura del LCA desarrollarán artrosis en un plazo de cinco a diez años, según los investigadores. «Una persona joven que someta la articulación a una fuerza excesiva o en caso de lesión estructural, como puede ser la de los ligamentos cruzados, puede sobrecargar la articulación y llegar a desarrollar artrosis», confirma Pere Benito, jefe del servicio de Reumatología del Hospital del Mar (Barcelona).
El 50% de las personas que hayan sufrido rotura del ligamento cruzado anterior desarrollarán artrosis en un plazo de cinco a diez años
Otros trabajos presentados en la reunión anual de 2009 de la Radiological Society of North America también mostraron conclusiones similares. Las personas con altos niveles de actividad física tenían lesiones de rodilla más graves: acumulación de líquido en la médula ósea y lesiones en los cartílagos y ligamentos. Estas lesiones incrementan las probabilidades de desarrollar osteoartritis, según los investigadores.
Los autores del trabajo sospechan que también hay conexión entre el desarrollo temprano de la osteoartritis y la creciente epidemia de obesidad. «La obesidad es la principal causa de desarrollo y progresión de la artrosis en nuestra sociedad», reafirma Benito. El sobrepeso y la obesidad comportan una mayor presión sobre el cartílago, ya debilitado por las lesiones deportivas. La suma de ambos factores acarrea una sobrecarga crónica que acelera el desarrollo de la enfermedad.
Los síntomas y el tratamiento
La primera manifestación de la artrosis es el dolor, que en general se siente con la función y cede con el reposo. «Es el denominado dolor mecánico, que en sus primeras fases puede que no dé señales en una radiografía», explica Benito. Otros síntomas posteriores son la rigidez en una articulación tras estar en reposo durante un tiempo prolongado, la hinchazón o sensibilidad al tacto en una o más articulaciones y la sensación de ruptura o el crujido de huesos al rozar uno contra el otro.
Para el tratamiento, los especialistas combinan en general varios ajustados a las necesidades, el estilo de vida y la salud del paciente. Se centran en el ejercicio, el control del peso, el descanso de las articulaciones, técnicas sin medicamentos, fármacos y terapias complementarias. «El cuidado exige la corresponsabilización del paciente en el tratamiento no farmacológico, además de los cuidados médicos», culmina Benito en este aspecto.
La cirugía también es una alternativa ante estadios finales y graves. La artroplastia (prótesis de rodilla) es la técnica más utilizada en la actualidad, aunque los avances en este campo evolucionan a pasos agigantados. Un estudio reciente realizado en Alemania, publicado en la revista «Arthritis & Rheumatism», mostraba una técnica de reemplazo hormonal para aliviar el dolor. Según la investigación, esta terapia, aplicada directamente al fluido de las articulaciones, puede ayudar a regenerar el tejido dañado de los cartílagos en personas con osteoartritis avanzada.
Irreversible
«Por desgracia, cuando se ha iniciado el proceso, sólo podemos aspirar a detenerlo, no a recuperarlo», lamenta Benito acerca de la reversibilidad de la osteoartritis. La mejor arma pasa por la prevención de lesiones y, en el caso de sufrirlas, una buena recuperación, que debe asumirse con mucho cuidado. «Las lesiones de rodilla son muy variadas y la recuperación dependerá de cada una de ellas», concreta el reumatólogo, que aboga porque en todas debe garantizarse «estabilidad articular, disminución de los requerimientos físicos y mantenimiento de buena fuerza del músculo cuádriceps».
Los investigadores del estudio realizado en la Universidad de Pittsburgh reclaman la necesidad de «darle tiempo a la articulación» para que se recupere. Este tiempo, que depende de la gravedad de cada lesión, se delimita, sobre todo, al calmarse tanto el dolor como la hinchazón. La vuelta a la actividad tras esta primera recuperación debe ser gradual. El ejercicio suave en sí mismo puede ser un buen método para proteger las rodillas de las lesiones, ya que así se fortalecen los músculos del muslo y de las piernas, que suponen un apoyo crucial a la articulación. No obstante, debe tenerse cuidado con la cantidad de ejercicio de alto impacto que se practique.
Según Pere Benito, los estudios observacionales apuntan que en ciertas artrosis, que afectan a las manos o rodillas entre otros, el factor familiar tiene un papel destacado, “lo que no significa que sean hereditarias tal como lo conocemos”. “Significa sólo que en ciertas familias puede haber un mayor riesgo de padecerlas”, matiza. No obstante, las artrosis son enfermedades complejas y dependen de una gran variedad de genes todavía en parte desconocidos. Faltan nuevos estudios genéticos que aporten una verdadera aplicabilidad al tratamiento y a la prevención de estas enfermedades.
Hasta que no se conozca más, los investigadores recomiendan controlar los factores que afectan al estilo de vida, que pueden determinar si una lesión de rodilla acabará en osteoartritis. Una buena alimentación, un buen control del peso y ejercicio moderado son claves en la prevención. “Además, la pérdida de peso, aunque no pueda ser un factor de regeneración del cartílago, es muy importante para mejorar los síntomas dolorosos”, afirma Benito. Recomendaciones comunes para cualquier enfermedad.