La quimioterapia es un tratamiento con sustancias químicas que se administra para superar la tuberculosis, algunas enfermedades autoinmunes y el cáncer, aunque este término se asocie más a enfermedades neoplásicas. A pesar de los beneficios que aportan estos medicamentos citostáticos, sus efectos secundarios no son nada despreciables. Si no se controlan de manera adecuada, perjudican gravemente la calidad de vida. Los vómitos y las náuseas son dos de las consecuencias más habituales, que afectan al 50% de los pacientes.
Imagen: Jenny Mealing
Las náuseas son sensaciones desagradables, controladas por el sistema nervioso, que se manifiestan en la parte posterior de la garganta, a intervalos, y pueden culminar con vómitos. A pesar de lo aparatoso del episodio, no es más que una protección natural del propio cuerpo, que permite protegerlo de tóxicos o venenos. Junto con la alopecia, las náuseas y los vómitos siempre han sido los principales miedos de la quimioterapia. Tener bajo control los dos últimos es el objetivo de la publicación «¡Siéntete bien! Náuseas y vómitos bajo control», editada por la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), el Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama (GEICAM), la Federación de Mujeres con Cáncer de Mama (FECMA) y el grupo de investigación Solti.
El control de estos dos efectos secundarios «ayuda a mejorar la calidad de vida del paciente, que es muy importante», indica Laura García Estévez, del Centro Integral Oncológico Clara Campal (Madrid) y una de las autoras del libro.
Si bien una de las principales preocupaciones de los tratamientos oncológicos se centra en la eficacia, hay otras inquietudes por minimizar sus efectos secundarios, sobre todo, las náuseas y los vómitos. No controlarlos o subestimarlos puede perjudicar la calidad de vida del paciente y traducirse en trastornos metabólicos, disminución nutricional y anorexia, deterioro del estado mental y físico, interrupción del tratamiento antineoplásico y alteración de la capacidad funcional.
La publicación, que ayuda a afrontar un problema real y frecuente, se centra en mujeres con cáncer de mama que reciben tratamiento, «aunque los consejos pueden extrapolarse a otros cánceres», como asegura García Estévez, siempre y cuando utilicen «la misma quimioterapia que en el cáncer de mama». En los tratamientos que administran fármacos como el platino, que son muy emetizantes (provocan muchas náuseas y vómitos), hay que extremar más las precauciones, añade esta experta.
Tres tipos de náuseas
En un tratamiento quimioterápico, las náuseas y vómitos pueden ser anticipatorios, agudos o retardados. Los primeros, que padecen el 29% (náuseas) y el 11% (vómitos) de los pacientes, se desarrollan antes o durante la quimioterapia, son consecuencia de los primeros olores tras el tratamiento: el olor de la habitación o del alcohol, entre otros. Los agudos son los más comunes y se dan durante las 24 horas posteriores al inicio de la quimioterapia. Dependen, sobre todo, del tipo de fármaco, de la hora de la administración y de la dosis. Las náuseas y vómitos retardados, también llamados crónicos, se detectan un día después de haber recibido el tratamiento.
Además de los tratamientos médicos, algunas terapias complementarias pueden aliviar al paciente
Sin embargo, no todos los pacientes sufren estos molestos síntomas. Las causas más habituales, además de los medicamentos citostáticos, son la aplicación de radioterapia al tracto gastrointestinal, al hígado o al cerebro, así como el crecimiento de tumores en estas regiones o la hipercalcemia (aumento de la cantidad de calcio en la sangre), la deshidratación o el exceso de agua en los tejidos, el estreñimiento, infecciones o problemas renales y ansiedad.
Terapias complementarias
La evidencia empírica ya ha dado información muy valiosa a los oncólogos y hoy en día se dispone de diversos tratamientos antieméticos que han mejorado mucho la situación, en comparación con años atrás. Los más conocidos son los antagonistas de la serotonina, los inhibidores del receptor NK-1 y los corticoesteroides. Sin embargo, queda mucho camino por recorrer.
Además de estos tratamientos médicos, algunas terapias complementarias, que no los sustituyen, pueden aliviar al paciente. Tienen más probabilidad de ser efectivas, aunque todavía con poca evidencia clínica que lo sostenga, la acupuntura, la acupresión (similar a la acupuntura pero con presión manual o con los codos), musicoterapia, técnicas de relajación, información y educación y el uso terapéutico del cannabis (aprobado en Cataluña para personas que no responden al tratamiento habitual, no así en el resto de comunidades autónomas).
Otras terapias alternativas, sin eficacia científica demostrada, son la hipnosis, el ginger (planta de alta tradición medicinal), la aromaterapia, el ejercicio y la relajación. García Estévez no duda de las bondades de este tipo de tratamientos: «Ayudan a relajar a la mujer antes o después de la quimioterapia». Esto ya reporta un gran beneficio. Respecto al cannabis, asegura también que, en general, favorece el control de los efectos de las náuseas.
Alimentación y ejercicio
La actuación de los pacientes para reducir estos desagradables síntomas tiene un papel clave, sobre todo, en la alimentación y en la actividad física. «Hay diversos trucos caseros para evitar las náuseas y vómitos, que ayudan a sobrellevar la quimiorerapia», afirma Estévez. Las recomendaciones más habituales se centran en comer y beber despacio y en pequeñas cantidades a lo largo del día, evitar comidas dulces, ricas en grasas o fritos, así como con aromas muy fuertes, y tomar alimentos fríos o a temperatura ambiente. También se aconseja comer antes de recibir la quimioterapia y esperar al menos una hora antes de volver a comer o beber tras la sesión.
Respecto a las bebidas, las frías y con gas mejoran, en parte, la sensación de náuseas, en especial, si se toman en cantidades pequeñas pero frecuentes. Si bien una hidratación adecuada puede ayudar a reducir la sensación desagradable, un exceso causa, a menudo, el efecto contrario.
En cuanto al ejercicio físico, depende de cada persona. El reposo es bueno para mejorar síntomas de cansancio e incluso de náuseas y vómitos, pero cuando el paciente está bien, la actividad física le beneficia: dar paseos, natación o gimnasia acuática son las actividades más aconsejadas.
La figura de un fisioterapeuta ayudará a decidir qué ejercicio es el más adecuado en cada caso. Aunque no está demostrado que la actividad deportiva evite las náuseas y los vómitos tras la quimioterapia, ayuda a reducir la sensación de cansancio que provoca.
Del 21 al 28 de junio se celebra la Semana Europea contra la Leucemia. Cerca de 5.000 personas enferman cada año en España. El 75% de los niños, principales víctimas de este tipo de cáncer, y la mitad de los adultos consiguen superar la enfermedad. La leucemia es consecuencia de la producción excesiva de glóbulos blancos. Hoy en día, el principal tratamiento es el trasplante de médula ósea, que permite su curación al sustituir las células defectuosas por otras procedentes de un donante sano.
Sin embargo, conseguir un donante compatible es muy difícil. Por este motivo se creó en 1991 el Registro Español de Donantes de Medula Ósea, REDMO, una iniciativa de la Fundación Internacional Josep Carreras, que recoge información de los donantes españoles y está en contacto con otros registros alrededor del mundo. Esta dificultad de donantes se supera gracias a los tratamientos con células madre, que eluden los problemas de compatibilidad.
Con este tratamiento, la evolución de la enfermedad ha mejorado en los últimos años. Los pacientes más jóvenes entran en fase de remisión inicial de la leucemia tras la quimioterapia, pero un número importante sufre recaída. El trasplante de células madre ataca las células originarias del tumor.