Grupos de riesgo alimentario

No todas las personas responden igual ni sufren las mismas consecuencias tras ingerir contaminantes alimentarios, por lo que deben seguirse indicaciones especiales
Por Maite Pelayo 24 de junio de 2010
Img ancianos comida

No es raro que, en determinadas situaciones, aunque un grupo de personas haya comido lo mismo, algunas sufran una toxiinfección alimentaria y otras no. Las consecuencias tampoco son iguales para todas. Hay quienes sufrirán leves molestias gastrointestinales, mientras que para otras la situación puede complicarse hasta tal punto, que necesiten hospitalización. La gravedad de la toxiinfección dependerá de varios factores, como el microorganismo o contaminante, su cantidad y proporción respecto al total de alimento ingerido y el estado de salud. El cuerpo debe enfrentarse a una agresión externa y no todos los organismos responden igual, por ello serán, en mayor o menor medida, capaces de rechazar este agente patógeno.

Imagen: Klearchos Kapoutsis

Algunos grupos de población son más susceptibles y vulnerables a los peligros alimentarios, por lo que deben extremar las precauciones. Son los denominados grupos de riesgo, personas que, por diferentes motivos, pueden tener menor capacidad de defensa frente a un agente higiene alimentaria que deberán respetar en todo momento, éstas son las principales pautas que se deben seguir en cada caso.

  • Bebés y niños pequeños. Su organismo aún está en desarrollo y, por tanto, los tóxicos, además de tener un mayor efecto sobre sus tejidos en formación, son más difíciles de eliminar a través de unos órganos todavía en fase de maduración. La consecuencia directa es que estos pueden acumularse, con repercusiones más graves que en un adulto. Por otro lado, su sistema inmunológico (respuesta contra las infecciones) todavía está inmaduro y sin funcionar a pleno rendimiento, por lo que en ocasiones es incapaz de hacer frente a una infección potencial. Sus características les hacen más susceptibles a la deshidratación, de ahí que en caso de toxiinfección alimentaria requieran, en su mayoría, consulta médica. Poner los medios necesarios para evitar su posible desarrollo a través de la higiene y la desinfección, sobre todo de la cocina y de todos sus elementos (superficies y encimeras, aparatos, utensilios…), el lugar donde se preparan los tercera edad debido a un organismo predispuesto por un sistema inmune debilitado, enfermedades crónicas asociadas y unas funciones vitales en general más deterioradas. Este grupo, además, tiene factores añadidos, como la disminución de sus funciones perceptivas (vista, gusto y olfato) y de memoria que, junto con la menor movilidad, que limita sus compras, y a menudo un menor poder adquisitivo, agravan la situación. Estas circunstancias se desarrollan cuando es el anciano quien gestiona su hogar y, como consecuencia, es el responsable de su alimentación diaria. Estas personas deberán ser conscientes de su situación y poner los medios para minimizar el riesgo alimentario. Su entorno cercano deberá transmitirles su inquietud al respecto y supervisar su alimentación siempre que sea posible.

    Disponer de alimentos frescos, vigilar la higiene general de la cocina, sobre todo el estado y buen funcionamiento de la nevera, así como evitar que las sobras de comidas se conserven durante un tiempo excesivo son algunos de los puntos en los que se deberá incidir en el caso de pertenecer a este grupo o tener a alguno de sus miembros a cargo.

  • Embarazadas. Deben comer «doblemente saludable». El bebé en gestación será, en ocasiones, muy vulnerable a ciertas sustancias u organismos que podrán alterar su buen desarrollo. Contraer algunas enfermedades de transmisión alimentaria, como la metales pesados que influirían de forma negativa en el desarrollo del embrión. Respecto a las frutas y verduras crudas, se deberán extremar las precauciones de higiene y cuidar su lavado y desinfección.

    También durante el periodo de lactancia es fundamental que la dieta de la madre sea completa, equilibrada y saludable, sobre todo, respecto a los posibles contaminantes químicos que pueden transmitirse al bebé a través de la leche.

  • Enfermos crónicos o con patologías inmunodepresoras. Un gran abanico de afecciones, desde diabetes hasta sida o procesos cancerosos, se engloban en este grupo. Un facultativo orientará sobre la alimentación más adecuada para afrontar la situación. Ésta, además de proporcionar los nutrientes y energía necesarios en cada caso, nunca deberá ser vía de transmisión de ningún agente biológico o químico potencialmente dañino, dadas las posibles graves consecuencias. Deberán cumplirse en todo momento unas estrictas medidas de higiene alimentaria para minimizar este riesgo.

ALERGIAS E INTOLERANCIAS ALIMENTARIAS

Las personas alérgicas e intolerantes conforman un grupo de riesgo especial, ya que un alimento que para el resto de la población es saludable, sin contaminantes de naturaleza aditivos alimentarios, sobre todo conservantes, por lo que sería recomendable una alimentación basada en alimentos frescos sin procesar. Un riguroso etiquetado que detalle todos los ingredientes resulta indispensable para evitar una reacción adversa.

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