Son numerosos los pequeños inversores con minusvalías, debido a la situación de pérdidas de la Bolsa española. En este contexto, surgen dudas acerca del camino que se debe seguir: vender o mantenerse en posiciones compradoras hasta que lleguen tiempos mejores para las plazas bursátiles. La decisión final depende del perfil del ahorrador, el plazo de permanencia de su inversión y, sobre todo, del grado de liquidez que necesite tener en los próximos meses.
Deshacerse de las acciones
Desde el 1 de enero de 2010, la Bolsa española ha bajado en torno a un 18%, lo que implica que un gran número de pequeños inversores tienen pérdidas. Las minusvalías de algunos valores contratados son superiores a las obtenidas por el índice español de referencia y se acercan al 50%. Ante este escenario tan poco indicado para sus intereses, numerosos ahorradores se preguntan qué hacer, si deben vender o mantener sus posiciones. La respuesta es de especial relevancia para quienes necesiten dotarse de liquidez a corto o medio plazo. Además de la citada necesidad de dinero en efectivo, la estrategia que deben seguir depende, sobre todo, de su perfil como inversores y del plazo al que vayan dirigidas sus inversiones.
Cuando la cartera de valores se encuentre en situación de minusvalías, una de las opciones del inversor es vender todas sus acciones y situarse en posición de liquidez para olvidarse durante un tiempo de la Bolsa y centrarse en otras opciones de ahorro. Es una elección conservadora que evita pérdidas mayores. A cambio, impide que, en caso de una hipotética recuperación del valor, el inversor recupere parte o todo el capital perdido, así como situarse en posiciones positivas.
Vender las acciones es una elección de corte conservador que evita pérdidas mayores
En esta estrategia, hay dos herramientas válidas para atajar el problema:
Vender de manera instantánea para hacer nuevas compras cuando la Bolsa proporcione los primeros signos de una escalada alcista, y recuperar así lo perdido.
Realizar ventas parciales para dotarse de liquidez, pero a la vez, disponer de acciones ante una posible recuperación de los mercados bursátiles.
Mantenerse «comprados»
Los pequeños inversores pueden decidir no vender sus acciones y resistir hasta que la Bolsa gire y puedan contrarrestar sus pérdidas, en un plazo de tiempo más o menos razonable. Esta alternativa es una buena opción, siempre que se dirija al medio o largo plazo, ya que, con frecuencia, en unos años el valor cotiza como mínimo al precio de compra. A no ser que se esté posicionado en valores de alto componente especulativo.
Otra posibilidad es acogerse a valores que retribuyen a sus accionistas con dividendos, con una rentabilidad media anual de entre un 3% y un 8%. Si un inversionista pierde un 10%, sólo a través de este pago puede recuperar sus pérdidas en unos años, así como disponer de liquidez de forma regular, ya que los dividendos se pagan con periodicidad trimestral, semestral o anual. Esta medida es eficaz para los ahorradores que destinan su inversión al medio y largo plazo, y a valores con sólidos fundamentos empresariales.
A través del pago por dividendos, los inversores pueden recuperar sus pérdidas en unos años, así como disponer de liquidez de forma regular
Los inversores que operan en el corto plazo, si entran en minusvalías, no tienen otra solución que vender para optar por otro valor con mejores expectativas técnicas y fundamentales. Así compensarán las pérdidas. Esta alternativa es más peligrosa y puede ocasionar continuos «goteos» en la pérdida de capital. Por ello, sólo está indicada para ahorradores con gran experiencia habituados a operar en los mercados y que, si bien pueden tener unas malas operaciones bursátiles, pueden contrarrestarlas con otras de diferente signo.
Una tercera vía, también de notable riesgo, es aprovechar las bajadas en la renta variable para hacer nuevas compras con las que poder obtener mayores beneficios en el futuro. También se dirige a plazos de permanencia que se sitúan en intervalos temporales medio y largo. Se basa en los denominados «valores hucha», que tienen un comportamiento defensivo, con una tendencia alcista no muy pronunciada: pocas ganancias, pero constantes.
Hay otras situaciones en las que la Bolsa experimenta un brusco cambio de tendencia y el precio de las acciones tiende a buscar sus mínimos en la cotización. Entonces la inversión puede perder el 50% de su capital, e incluso más. En este caso, lo más prudente es vender lo antes posible las acciones compradas y esperar al mercado desde una situación de liquidez.
Aunque se pierda parte del capital, la sangría económica puede ser mayor y es preferible perder en los parqués unos cuantos euros, antes que quedarse sólo con la mitad de lo invertido, entre otras situaciones. Unos buenos reflejos para anticiparse a las situaciones y una decisión firme al colocar su orden de venta son las herramientas adecuadas para combatir este escenario.