Un equipo de la Universidad Politécnica de Valencia está aplicando principios de ingeniería genética para obtener herramientas de detección de plaguicidas en vegetales. Hasta ahora ya han obtenido veinte anticuerpos para identificar una veintena de los plaguicidas más comercializados, así como la técnica para su producción. Rapidez, eficacia y menor coste son las ventajas de la nueva tecnología frente al método de detección convencional.
Hasta ahora, el uso de anticuerpos ya se ha investigado y aplicado en sectores como la biomedicina o el medio ambiente, explica Juan José Manclús, investigador del Grupo de Inmunología de Universidad Politécnica de Valencia (UPV). «Lo innovador de nuestro trabajo es la aplicación, por primera vez, de anticuerpos a la detección de plaguicidas y el desarrollo de una técnica novedosa para obtener de forma más fácil y económica los anticuerpos».
Investigadores de la UPV desarrollan kits económicos y sencillos para la detección de plaguicidas en frutas y vegetales frescos destinados a agricultores, empresas agroalimentarias o industria química.
Juan José Manclús, investigador del programa Ramón y Cajal, lidera este proyecto en el que han participado, además, científicos del Laboratorio Agroalimentario de la Generalitat Valenciana. El proyecto tiene como último objetivo la obtención de herramientas sencillas y de bajo coste para la detección de plaguicidas en vegetales y frutas, y «evitar así el uso de animales para obtener los anticuerpos». A cambio, los investigadores proponen obtenerlos in vitro, con bacterias, gracias a técnicas de ADN recombinante.
Kits de detección más baratos y eficaces
«El método tradicional de detección de plaguicidas, pesticidas y fungicidas en los vegetales son las técnicas de cromatografía», detalla Manclús. Pero esta técnica tiene «algunas limitaciones». «Hay plaguicidas difíciles de detectar con ella y a veces se necesita analizar un gran número de muestras». A todo ello debe añadirse la necesidad de que el análisis se realice en laboratorios que dispongan del instrumental necesario -lo que supone tiempo y coste de traslado- y que las muestras deben analizarse una a una.
La biotecnología tiene en los anticuerpos -moléculas producidas por el sistema inmunitario para encajar perfectamente con un antígeno, sea éste cual sea- una de las principales bazas a la hora de desarrollar sistemas de detección más baratos y eficaces.
El sistema inmunitario puede producir literalmente millones de distintos anticuerpos, cada uno especifico para reconocer única y exclusivamente un determinado antígeno. Esto permitiría obtener, en el caso de los plaguicidas, un anticuerpo específico para cada uno de ellos, capaz de reconocer la sustancia al entrar en contacto con ella. Es un método de detección eficaz y específico.
El problema es que la obtención de anticuerpos se basa normalmente en el uso de animales -que producen el anticuerpo tras habérseles inyectado la sustancia de interés- y con el cultivo de células productoras de anticuerpos, un proceso lento y con un alto coste, mucho más que el que propone el equipo de Manclús, clonar los anticuerpos una vez identificados y aislados con bacterias. De esta forma, se espera poder disponer de kits de detección basados en anticuerpos de forma rápida, sencilla y económica. Estos kits, además, podrían ser utilizados en cualquier lugar por agricultores, cooperativistas, empresas agroalimentarias, expendedores de pesticidas, laboratorios o cualquier agente interesado en controlar la presencia de pesticidas en los vegetales y frutas frescos.
Jaque a los pesticidas
La disponibilidad de instrumentos de detección de plaguicidas sencillos y de bajo coste permitirá mejorar el control sanitario de los alimentos que llegan al mercado, que hoy por hoy se lleva a cabo con controles rutinarios realizados al azar. «De otra forma seria imposible», asegura Manclús.
Desde 1996 la Unión Europea realiza cada año un amplio estudio de monitorización y control en todos y cada uno de los Estados miembro, con el objetivo de comprobar que se respeta las normativas existentes y no llegan al consumidor productos frescos con residuos de pesticidas. ¿Resultados? Según el estudio de 2000, dado a conocer en 2002, en el 60-61% de los productos no se hallaron residuos de pesticidas y en el 35% se hallaron cantidades inferiores a los niveles máximos permitidos. En una media del 4,5% (un 4,3% el año anterior) de las muestras se hallaron niveles superiores a los permitidos, aunque, indicaban, no suponían un riesgo para la salud si eran ingeridos. En el 15% de las muestras que presentaban residuos, se trataba de más de un pesticida, y en un 3% de las muestras se hallaban residuos de cuatro o más productos, los más comunes fungicidas e insecticidas.
Las muestras recogidas para el programa del control (unas 45.000) provenían de detallistas, mercados, industrias agroalimentarias y un largo etcétera de fuentes de elaboración o distribución. En definitiva, todos los puntos de la cadena de producción por donde pueden pasar vegetales, cereales y frutas antes de llegar al consumidor. La localización y rastreo de un producto con residuos permite así llegar hasta el infractor.
A la vista del incremento de infracciones detectadas, la Comisión Europea reconocía en esos resultados que el control de residuos de plaguicidas y pesticidas en alimentos debe ser mejorado. Razones no faltan. La prudencia frente a posibles efectos negativos sobre la salud humana de estos productos químicos y la posibilidad de que se acumulen en el organismo, pero también los efectos para el medio ambiente derivados de su abuso o su entrada en la cadena alimentaria a través de otras vías como el ganado, por ejemplo, o el agua. En este sentido, las herramientas derivadas de este proyecto de la UPV pueden ayudar a implementar controles más exhaustivos a un menor coste, y mayor seguridad para el consumidor.
PREVENCIÓN EN CASALos residuos de pesticidas en los alimentos se encuentran normalmente a niveles muy bajos como para suponer un problema sanitario. Sin embargo, para evitar mayores riesgos, los expertos recomiendan siempre practicar una serie de normas. La principal, lavar siempre las frutas y vegetales con agua corriente (es más eficaz el agua corriente que dejar los vegetales sumergidos por un periodo de tiempo). También, desechar las primeras hojas que envuelven vegetales como la col o la lechuga, ya que pueden haber absorbido más pesticidas, y pelar las frutas o vegetales (aunque debe tenerse en cuenta que se pierden los nutrientes que están en la piel).
Otra de las recomendaciones es alimentarse con una buena variedad de vegetales y frutas, ya que reduce la posibilidad de exponerse a un solo pesticida y, de cualquier forma, indican, es mayor el riesgo que implica para la salud el no tener una alimentación equilibrada.