La fotografía digital tal vez sea el más complejo de todos los ámbitos que abarcan las nuevas tecnologías. En él conviven sistemas diferentes que se entremezclan para crear híbridos con las más variadas funcionalidades. Escoger un modelo en este contexto no es sencillo y menos si se tiene en cuenta que las diferencias de precios entre las diversas tecnologías pueden resultar abismales. Es fundamental tener claro el uso que se dará a la cámara.
Imagen: David Goehring
El primer requisito antes de comprar cualquier cámara digital es no fijarse únicamente en el número de megapíxeles de resolución del dispositivo en cuestión. No es un dato que aporte nada especial e, incluso, un exceso de resolución puede perjudicar la imagen captada. Como referencia, diez megapíxeles es suficiente, ya que cifras superiores se destinan para fotografías que se quieran imprimir en un póster o colocar en una valla publicitaria.
El reino de las cámaras compactas
Si se quiere una cámara para hacer fotografías ocasionales y retratos familiares que se guardarán en un disco duro o se colgarán en una red social, blog o servicio de álbumes en Internet, la opción adecuada es comprar una cámara compacta de rango medio, que puede costar entre 200 y 300 euros. Son modelos populares, como los de la gama Ixus de Canon, solventes y cómodos de llevar, dado su pequeño tamaño. La resolución es suficiente y cuentan con una serie de opciones predeterminadas para obtener imágenes de calidad aceptable.
Las cámaras compactas son idóneas para personas mayores u otras que prefieren no cargar con peso y no desean aparatos complicados en exceso. Permiten tener siempre a mano un dispositivo para tomar buenas capturas.
Si se desea regalar una cámara a una persona que no ha tenido antes contacto con la fotografía digital, también conviene optar por una compacta. Son la forma más barata y sencilla de conocer estos modelos sin necesidad de aprender conceptos complejos. Si la persona tiene interés por ampliar sus conocimientos técnicos y las utilidades de la cámara, podrá adquirir un modelo de mayor calidad, aunque más caro.
Si se tienen ciertas ambiciones artísticas pero no se quiere gastar demasiado dinero, o no se desea adquirir mayores conocimientos técnicos, el rango de cámaras compactas avanzadas son una elección acertada. Aunque su precio es superior, destacan por una mayor calidad óptica y mejores sensores y estabilizadores de imagen. Su coste medio sube unos 200 euros, pero con práctica se pueden conseguir fotografías para imprimir y enmarcar.
La liga de las réflex
Si se desea mejorar y se tiene vocación por la fotografía, se debe apostar por los modelos que permiten intercambiar la parte óptica. Esto implica adquirir conocimientos de óptica y de programas de retoque digital, ya que la imagen se podrá editar para mejorarla. También supone una inversión monetaria superior. Por otro lado, pesan bastante más que las compactas y pueden resultar incómodas al transportarlas.
Si se dispone de presupuesto suficiente, la opción adecuada son las réflex digitales de última generación. Es posible comprar por separado el cuerpo de la óptica -la cual se diferencia de las ópticas analógicas en que se puede manejar de modo eléctrico- para luego escoger el diseño que más convenga. Además, estas cámaras cuentan con numerosas prestaciones, como una buena pantalla en alta definición para ver las capturas, controles automáticos y manuales para que el usuario determine los parámetros, sensores más grandes y de calidad superior, visores ópticos, etc.
Los modelos con un precio inferior a 1.500 euros son menos interesantes. La opción económica consiste en comprar el cuerpo y buscar luego una óptica asequible o bien optar por el rango bajo de las cámaras réflex, con modelos a precios similares a los de las compactas avanzadas. Es el caso de los modelos Nikon D3000 o D5000.
Parámetros ópticos
Al adquirir la óptica conviene estudiar si sus parámetros se adaptan tanto al tipo de foto que se desea hacer como al cuerpo de cámara al cual se ensamblará. Los mismos se pueden leer en la parte frontal de la lente. Un rango focal -se mide en milímetros- con los valores bajos es idóneo para fotos panorámicas. Si en cambio estos son más altos, la óptica es útil para capturar imágenes de objetos lejanos. El zoom óptico -no confundir con el zoom digital-, que se indica con un número seguido del signo «x», representa el nivel de acercamiento que alcanza el objetivo y está en relación directa con el rango focal. Cuanto más amplio sea este último, mayor será el número de aumentos del zoom.
Otro valor imprescindible es el valor «f» de la sensibilidad lumínica. Cuanto menor sea -no hay nada más bajo que 1.2-, mayor sensibilidad tendrá la óptica. En función del sensor del que se disponga en el cuerpo de cámara, se precisará de un valor u otro. Interesará jugar con menos sensibilidad lumínica si el sensor es muy grande -para que las capturas no tengan exceso de luz y, por tanto, de ruido-. Si los valores de «f» son muy elevados y el sensor poco sensible, la cámara tardará más tiempo en captar luz para la imagen y se notarán en ella los temblores, por lo que convendrá usar un trípode en condiciones de baja luminosidad.
Una tercera alternativa son las nuevas cámaras conocidas como híbridas, porque tienen un tamaño y un peso cercano al de una compacta pero es posible intercambiar la óptica, de una calidad mejor que la de las compactas. Su ventaja principal es que son cómodas de transportar, sin perder calidad en exceso respecto a las réflex, si bien su precio en ocasiones se dispara, sobre todo, en comparación con las réflex de gama baja. Muchas de ellas utilizan la tecnología SLT de espejo translúcido.
Otro inconveniente de las cámaras híbridas es la escasa oferta de ópticas intercambiables, en especial, porque se carece de un acuerdo unánime entre fabricantes. Un consorcio del que forman parte Olympus, Kodak, Leica, Fuji, Panasonic, Sanyo y Sigma fabrica algunos modelos compatibles, mientras que Sony y Samsung, que apuestan fuerte y con éxito por este estándar, han creado sus propios formatos.