La lumbalgia es una afección reumática que provoca dolor de espalda entre las últimas costillas y la zona glútea, relacionada con degeneración del disco vertebral, artrosis de las vértebras, fracturas por osteoporosis o escoliosis. A menudo, estas situaciones se generan a largo plazo, debido al mal trato al que se ha sometido la zona baja de la espalda durante un tiempo prolongado. Los especialistas aseguran que, en buena parte, el tratamiento se basa en la educación, tanto para resolverlo como para evitar que aparecezca de nuevo. Este artículo explica el papel del sedentarismo y la mala postura en el desarrollo de lumbalgia y qué recomiendan – y qué no- las guías de tratamiento.
El estudio EPISER, auspiciado por la Sociedad Española de Reumatología (SER), puso de manifiesto ya hace unos años que la incidencia de lumbalgia entre la población española era del 15%, y que hasta el 80% padecerá un episodio en algún momento de su vida. Así, la lumbalgia ocupa el segundo lugar entre las enfermedades reumáticas que provocan una peor calidad de vida respecto a las limitaciones físicas, después de la artrosis de rodilla. Sea cual sea su origen, hay siempre una inflamación que se resuelve con el tiempo. Pero por ser un proceso lento, es muy fácil lesionarse la espalda de nuevo. Por este motivo, hay que llevar un buen tratamiento que la convierta en episódica y no recurrente, crónica e, incluso, discapacitante. Además, como afecta a gran parte de la población activa, es la segunda causa más común de absentismo laboral en los países desarrollados.
Lumbalgia con sedentarismo y mala postura
Uno de los principales factores de riesgo de desarrollar lumbalgia es desempeñar un trabajo sedentario, que favorece adoptar malas posturas y puede derivar en dolor de espalda o de cintura. A este factor hay que sumarle que muchas personas pasan gran parte de su tiempo de ocio ante la pantalla de un ordenador o de la televisión. Y, poco a poco, la mala posición se convierte en hábito y aumenta el riesgo de padecer la enfermedad. También, como la mayoría de las molestias se controlan al tumbarse o descansar, muchas personas optan por dejar pasar el problema.
Para acelerar la recuperación, hay que evitar el reposo en cama y mantener el grado máximo de actividad física que el dolor permitaLa lumbalgia afecta más a las mujeres, y a ello, se le une el conocido carácter femenino de la osteoporosis. Cumplidos los 55 años, los defectos posturales junto con proceso menopáusico -se reduce la capacidad del organismo para absorber el calcio- pueden acarrear más problemas a largo plazo, ya que está descrito que permanecer con posturas incorrectas de forma prolongada puede provocar microfacturas óseas.
La Sociedad Española de Reumatología también destaca las labores domésticas como posibles desencadenantes del dolor lumbar. De esta manera, la entidad invita a arrodillarse o doblar las rodillas para ajustar la ropa de cama, subirse a una altura adecuada para limpiar los objetos que estén por encima del hombro y repartir la carga entre ambos brazos tras volver de la compra. Es aconsejable descansar una pierna en una pequeña tarima al planchar y evitar las almohadas muy altas o dormir sin ellas. Es mejor dormir de lado o boca arriba.
Guía oficial de tratamiento para la lumbalgia
Hay muchos estudios que tratan de definir la terapia más adecuada para la lumbalgia, aunque el mejor tratamiento se ajusta a las necesidades del afectado. En la actualidad, solo hay una guía oficial en España que propone el abordaje de esta sensación molesta de manera eficaz y que está reconocida por las principales sociedades españolas relacionadas. Es la versión española del Programa Europeo COST B13, que incluye pautas para la lumbalgia aguda (si dura menos de 4 semanas), la forma crónica (si se prolonga más de 12 semanas) y su prevención.
Para acelerar la recuperación y reducir el riesgo de que este mal se repita en el futuro, las guías aconsejan evitar el reposo en cama y mantener el grado máximo de actividad física que el dolor permita. Si bien no se sugiere el ejercicio en plena crisis, sí cuando se alarga más de seis semanas. La SER se aventura a apuntar deportes específicos, aunque en la guía COST B13 no se decantan por ninguna actividad física en concreto.
Respecto a la terapia farmacológica, los medicamentos más eficaces son analgésicos, antiinflamatorios o relajantes musculares durante tres meses. A partir de ahí, si se prolonga, se puede optar por neurorreflejoterapia (grapas quirúrgicas que estimulan las fibras nerviosas relacionadas con los nervios implicados en el dolor) o por acudir a una «escuela de la espalda«, es decir, centros donde enseñan al paciente a manejar de manera activa su problema.
Si el malestar va más allá de los tres meses o cuando hay señales de mal pronóstico (un círculo vicioso que no permite superar la situación) también puede ser oportuno el tratamiento psicológico, o ante hernia discal, la posibilidad de intervención quirúrgica.
Recomendaciones para prevenir la lumbalgia
Para ayudar a prevenir la lumbalgia, la SER recomienda llevar a cabo actividades como caminar por terreno llano al menos una hora cada día, mantener una higiene postural adecuada y practicar ejercicio, sobre todo natación (mejor el estilo de espalda) y bicicleta estática con el manillar elevado. Diez minutos al día de ejercicio deberían ser suficientes para prevenir el dolor de espalda y fortalecer los músculos, siempre y cuando no se practique en plena crisis. Si el trabajo se realiza sentado, es importante contar con una silla con respaldo cómodo y recto a la altura del escritorio, levantarse cada dos horas, hacer movimientos y caminar un poco por la estancia.
Por otro lado, hay métodos que desde las guías de tratamiento no se aconseja: electroterapia; algunos procedimientos físicos como tracción, corsés y fajas lumbares, manipulaciones vertebrales, acupuntura o reposo en cama; infiltraciones esclerosantes, de toxina botulínica y ozonoterapia; y cirugía para lumbalgia inespecífica.
Según la guía europea, no hay fundamento científico para el uso de suelas, plantillas o sillas y colchones con fines preventivos, si bien es cierto que los síntomas persistentes pueden mejorar más con un colchón de firmeza intermedia que con uno muy firme. Tampoco hay, por ahora, evidencia científica que avale la quiropráctica. Por otro lado, el ejercicio físico regular es la práctica con mayor efecto preventivo.
Un estudio de la Universidad de Salt Lake City (EE.UU.) asegura que el dolor persistente en la región inferior de la espalda puede tener un factor genético. Se ha establecido el factor hereditario en el hecho de que las personas con un familiar cercano, como un padre, hermano o hijo, con dolor de espalda son más de cuatro veces más propensas a desarrollar este síntoma, aunque no determine su desarrollo final.
No es el primer estudio en descifrar evidencias en este campo. En 2005, un trabajo realizado con gemelos en el Hospital Saint Thomas de Londres (Reino Unido) demostró que el factor más importante de este mal está en los genes, aunque falta saber cuáles son los implicados. Así, los especialistas instan a las personas con antecedentes a que sigan con atención las recomendaciones para protegerse de las lesiones y el dolor de espalda.