El acoso escolar o bullying es uno de los grandes riesgos para la salud psicológica de niños y adolescentes. Es una situación de violencia constante, física o psicológica, llevada a cabo por un escolar o un grupo de escolares contra otro alumno que no puede defenderse. Es una forma de maltrato que, según algunos estudios, afecta aproximadamente a uno de cada cuatro escolares en España.
El bullying tiene su principal escenario en los centros escolares. Esta agresión física o psicológica se desarrolla en los pasillos de los colegios, en los patios, a la salida de clase… Pero los expertos alertan de que aumentan los casos de «ciberbullying». Según Joaquín Mora-Merchán, profesor de psicología de la Universidad de Sevilla, el «ciberbullying» o ciberacoso es «cualquier forma de agresión intencional y repetida que genere abusos de poder a través de las nuevas tecnologías, como el correo electrónico, los chats, los móviles o las redes sociales, entre otros».
Según el estudio «Juventud y Violencia», de la Fundación Pfizer, el 11,6% de los adolescentes entre 12 y 18 años ha sufrido maltrato psicológico a través de la Red y un 8,1% lo ha sufrido a través del móvil. Debido al aumento de este tipo de casos, el Instituto Nacional de Tecnologías de la Comunicación (INTECO) ha publicado la «Guía legal sobre ciberbullying y grooming» (acoso realizado por un adulto), en la que se ofrecen consejos a progenitores. El Equipo Multidisciplinar de Investigación sobre Ciberbullying (EMICI) del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia (LAECOVI) ha elaborado también un protocolo de actuación para que padres y profesores sepan cómo deben actuar ante estos casos.
Del correo electrónico al vídeo difamatorio
Hablar de qué buscan y hacen los hijos en Internet debe formar parte de las conversaciones familiares
Las formas de ciberacoso son tan variadas como las posibilidades que permiten las nuevas tecnologías. «A menudo, se repite la fórmula que se lleva a cabo cara a cara: los acosadores insultan a la víctima por correo electrónico, como también hacen en persona», señala Mora-Merchán. Otras formas de ataque consisten en hacer montajes de vídeo donde se difama a la víctima, crear páginas web donde se puntúa a los compañeros de clase «más tontos», usurpar su identidad para hacerles quedar mal de alguna forma o realizar llamadas amenazantes al teléfono móvil.
Consecuencias psicológicas del ciberacoso
Los efectos psicológicos son los mismos que los de la agresión «tradicional»: aislamiento social, depresión, baja autoestima, disminución del bienestar psicológico, descenso del rendimiento académico, rechazo de la vida escolar… Pero según un estudio desarrollado por los Institutos Nacionales de Salud de EE.UU. y publicado en el ‘Journal of Adolescent Health’, cuando este asedio se sufre a través de las nuevas tecnologías, el riesgo de depresión es mayor. Como señala Ronald J. Iannotti, uno de los responsables de la citada investigación, «las víctimas pueden ser más propensas a sentirse aisladas, deshumanizadas o desamparadas en el momento del ataque».
En ocasiones, el bullying cara a cara desemboca en ciberacoso. Y muchos escolares sufren ambos tipos. El problema del «ciberbullying» es que a los escolares les resulta muy difícil protegerse de él porque deberían dejar de usar las redes sociales, el correo electrónico o el móvil. Son las herramientas que emplean los ciberacosadores y que tan necesarias y habituales resultan hoy en día.
En función del tipo de agresión cibernética (un vídeo en el que se graba a la víctima mientras le insultan, un correo electrónico amenazador, un mensaje vejatorio en una red social), el daño psicológico varía. Para Mora-Merchán, depende de cada persona, «pero lo que a menudo supone un mayor perjuicio son las formas relacionadas con la imagen y las de mayor repercusión social». Un correo electrónico privado puede ser duro y amenazador, pero un vídeo colgado en Internet lo pueden ver miles de personas. «Es una ataque psicológico muy lesivo», subraya.
Agresores y víctimas
La figura del acosador es un reto pendiente para los estudiosos del bullying. «Del cierberacosador se conoce poco, solo que suele ser el mismo que actúa cara a cara», señala el experto. El 50% de las víctimas de «ciberbullying» conoce a sus agresores, aunque las nuevas tecnologías permiten a los acosadores realizar sus agresiones psicológicas y salvaguardar su anonimato, siempre que quieran. «Muchos de ellos saben que la verdadera tortura es decirle a sus víctimas: ¿Sabes quién soy?. Es una forma de saborear el poder. En otras ocasiones, no quieren darse a conocer por miedo a las posibles represalias. Así juegan con el terror de sus víctimas», puntualiza Mora-Merchán.
El bullying a través de las nuevas tecnologías puede ser más invisible para los progenitores que el realizado cara a cara. Un mensaje de texto a través del móvil, insultos en una red social, un correo electrónico con burlas… Los escolares utilizan con frecuencia estas nuevas tecnologías sin la presencia o la supervisión continua de los padres. Por este motivo, “hay que hacerse partícipe de la vida de los hijos en Internet”, explica Joaquín Mora-Merchán.
Internet, el móvil o las redes sociales, entre otras, son tecnologías imprescindibles hoy en día para la formación, la comunicación y el entretenimiento de los estudiantes. “No hay que censurarles, todo lo contrario. Pero ayuda situar el ordenador en una zona común de la casa, como el comedor. Ayuda hablar de qué buscan y hacen los hijos en Internet. Debe formar parte de las conversaciones familiares, como se charla sobre las notas o las actividades deportivas”, expone el experto. Los hijos deben sentir que pueden confiar en los padres.
“Muchos chicos dirían a sus padres que sufren ciberacoso, pero tienen miedo de que les quiten la conexión a Internet. No hay que culparles ni penalizarles”, recalca Mora-Merchán. Algunos síntomas de que un escolar atraviesa esta situación son: si interrumpe o modifica de forma extraña el uso de las nuevas tecnologías, si intenta contactar con desconocidos a través de Internet, si sufre cambios de humor o si tiene problemas en su rendimiento académico. Éstas son pistas de que algo pasa. Para el especialista, el consejo más importante es “una buena comunicación entre padres e hijos”.