Prevención cardiovascular: el corazón de la mujer

Para la prevención de eventos cardiovasculares, hay pequeñas pero importantes diferencias entre géneros
Por Núria Llavina Rubio 28 de febrero de 2011
Img adultos

En la actualidad, la mujer española está más preocupada de enfermedades como la osteoporosis y el cáncer de mama, que de las patologías cardiovasculares. Pero éstas no son solo de carácter masculino. Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de mortalidad entre las españolas: motivan el 30% de los fallecimientos femeninos. Pequeños cambios en la vida diaria, con algunas diferencias respecto a los hábitos de los hombres, podrían dar un giro a estas cifras. Para ello, aseguran los expertos, hace falta concienciación y un trabajo importante de información.

Imagen: Chris and Gill Hutt

La enfermedad cardiovascular es la causa principal de muerte entre las mujeres. Sin embargo, la mitad de ellas desconoce esta realidad, según un trabajo realizado en EE.UU. Cerca de la mitad de las encuestadas entre 25 y 44 años creía que el cáncer de mama era su principal causa de fallecimiento. Según publica la revista ‘Circulation’, en 2009 solo conocían esta situación un 54%. Aunque es una cifra muy desalentadora, lo cierto es que ha mejorado desde 1997, cuando este porcentaje era de tan solo un 30%. El mismo trabajo revela las nuevas directrices de la American Heart Association (AHA) para prevenir eventos cardiovasculares, que afectan en mayor medida. Cada año, 55.000 mujeres más que hombres sufren un accidente cerebrovascular (ictus) en EE.UU. En cambio, ellos tienen más probabilidades de sufrir un ataque cardiaco.

Esta sociedad ha creído conveniente publicar estas guías porque, si bien la prevención de ataques cardiacos y accidentes cerebrovasculares es muy similar para ambos sexos, hay algunas pequeñas pero importantes diferencias. Los estudios constatan que apenas el 4% de las féminas entre 50 y 79 años siguen hábitos saludables respecto a la prevención de enfermedad cardiovascular.

Singularidades femeninas

Los factores de riesgo modificables tienen su origen en un estilo de vida inadecuado o en una falta de control sobre el estado general del organismo. Estos factores, parecidos entre sexos y conocidos por la mayoría de la sociedad, muestran diferencias en su desarrollo, consecuencia o incidencias. El primer factor es la hipertensión arterial. A pesar de que la prevalencia es parecida en ambos sexos, la curva de incidencia se incrementa a partir de los 65 años en mujeres, un hecho que aumenta las posibilidades de desarrollar algún evento cerebrovascular. La Sociedad Española del Corazón calcula que el riesgo de cardiopatía coronaria o ictus en mujeres hipertensas es entre dos y cuatro veces mayor que en quienes tienen valores normales.

Los estudios han demostrado que después de la menopausia hay un mayor riesgo de sufrir una enfermedad del corazón, vinculado a la disminución de los niveles de estrógeno, que proporcionan protección durante la vida fértil. El estrógeno está relacionado con niveles más elevados de «colesterol bueno» (HDL) y niveles más bajos de «colesterol malo». Un caso aparte es la mujer diabética, que debe mantener tanto los valores de hipertensión arterial como de colesterol más bajos de lo normal, porque su riesgo cardiovascular es cuatro veces superior.

Pasados los 65 años, la mujer debe vigilar todos los factores de riesgo y adoptar hábitos de vida saludables

La obesidad, un factor de riesgo conocido, en el caso de la mujer cobra especial importancia. Con el mismo peso elevado que un hombre, una mujer tiene un mayor riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular, más aun si la grasa se acumula en tronco y abdomen (denominada «obesidad central»). Según datos de la Sociedad Española del Corazón, una pérdida de peso del 10% supone una significativa reducción de la predisposición a la enfermedad coronaria.

Otros aspectos fundamentales son el estrés y el hábito tabáquico. La incorporación al mundo laboral de la mujer y la obligación de «cumplir» en muchos ámbitos de la vida cotidiana (trabajo, familia, hogar…) ha aumentado de manera significativa sus niveles de estrés. Algunos estudios ya empiezan a relacionar estrés con salud cardiovascular y está demostrado que el estrés provoca malos hábitos alimenticios y desencadena consumo abusivo de alcohol y de tabaco. Los datos epidemiológicos no son muy positivos, ya que en la actualidad se constata que ellas no solo fuman más que los hombres, sino que se inician en el hábito a edades más jóvenes. Además, también se relaciona el consumo simultáneo de tabaco y anticonceptivos con un mayor riesgo de trombosis.

Etapas de la vida

Las diferentes etapas en la vida de una mujer también afectan a su salud cardiovascular. Tanto la toma de anticonceptivos en la juventud, como el embarazo y la menopausia pueden aquejar la salud cardiaca. Pasados los 65 años, la mujer entra en una etapa comprometida en la que debe cuidar de manera especial este órgano vital, con el control de todos los factores de riesgo y la adopción de hábitos de vida saludables (peso, alimentación y ejercicio).

En la menopausia, la elección de una terapia hormonal sustitutiva para compensar la falta de estrógenos puede ser contraproducente. No se ha demostrado que sea beneficioso para el corazón. Es más, se ha relacionado con el desarrollo de trombos. En el embarazo, complicaciones como la preeclampsia (hipertensión, proteínas en orina proteinuria y retención de líquido), parto prematuro, tener un bebé pequeño o diabetes gestacional, se han relacionado con problemas cardiacos posteriores, un aspecto que las mujeres y sus médicos desconocen, según los datos extraídos del estudio de la American Heart Association.

Una investigación reciente confirma en la revista ‘Stroke’ que sufrir hipertensión durante el embarazo podría causar un accidente cerebrovascular años después, en especial, si el bebé nace prematuro. Los anticonceptivos orales pueden aumentar el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular o un ictus si se toman cuando hay hipertensión arterial o hábito tabáquico.

Nuevas directrices

Una de las primeras pautas de la nueva guía de la AHA es que las mujeres con fibrilación auricular se aseguren de tomar los medicamentos adecuados para controlarla, uno de los factores de riesgo más importantes de accidente cardiovascular. Otras recomendaciones son: mantener un peso adecuado, lograr niveles de colesterol total de 200 mg/dl o menos, una presión arterial de 120/80 mmHg y niveles de azúcar en sangre en ayunas por debajo de 100 mg/dl, evitar fumar, reducir la ingesta de sal, comer mucha fruta, verdura y cereales, y realizar al menos 150 minutos de actividad física moderada o 75 minutos de actividad vigorosa a la semana.

Desde esta sociedad quieren que enfermedades como el lupus y la artritis reumatoide se reconozcan como patologías que a su vez incrementan el riesgo de enfermedad cardiaca en mujeres. Un aspecto que se destaca en las guías es que no hay evidencia de que el uso rutinario de dosis bajas de ácido acetilsalicílico (aspirina) para prevenir ataques cardiacos sea efectivo para ellas, algo que sí recomienda la Sociedad Española del Corazón, siempre que el médico lo prescriba, por los posibles efectos adversos.

TRATAMIENTO MÁS EFECTIVO

Un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Rochester, en Nueva York (EE.UU.), revela que algunos tratamientos para enfermedades cardiovasculares pueden ser más eficaces en mujeres que en hombres. Un ejemplo es el uso de la resincronización con desfibrilador. Ellas redujeron su fallo cardíaco en un 70%, frente al 35% de ellos. Hasta ahora, es el único tratamiento que funciona mejor en el sexo femenino. Según los especialistas, esto es así porque los tipos de enfermedades cardiovasculares que sufren ambos son distintos.

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